Gestos, nerviosismo, vacilaciones, templanza. Una perita semióloga analizó la postura corporal y la forma de expresarse del único detenido por el crimen de Lola Chomnalez en Uruguay. Su interpretación fue clave para que el fiscal lo considerara responsable del homicidio de la chica de 15 años en las playas de Valizas.
La comisaria y perita semióloga Isabel Ledesma fue la encargada de estar frente a Angel Moreira Marín, alias “el Cachila”, para analizar su movimiento corporal y alteraciones en su discurso. Y los hubo. Según describió el fiscal uruguayo Jorge Vaz se mostraba de una manera cuando “hablaba de temas banales” y tenía “gestos restrictivos” cuando debía referirse al momento de la muerte de Lola, el 28 de diciembre de 2014.
“La perita logró determinar que el sospechoso, cuando hablaba de cosas que no le generaban preocupación tenía un lenguaje no verbal cómodo y cuando se le preguntaron cosas relativas al homicidio tenía gestos restrictivos, hacía ademanes, y movimientos corporales. Eso complicó su situación”, explicó el fiscal a la prensa.
En el pedido de procesamiento el fiscal destacó que “la perita fue determinante al expresar que en todas las preguntas concernientes al homicidio de Lola el indagado no fue veraz en la forma de responder, sí siendo veraz al responder preguntas banales que no tenían que ver con el caso”. Y completó: “En cuanto a las preguntas que lo situaban en el lugar de los hechos demostró una gestualidad restrictiva, de situaciones que no quiere detallar”.
Perfil. Ledesma es perita semióloga y especialista en lenguaje gestual. Dio cursos y capacitaciones sobre esta temática a miembros de la fuerza policial. Brindó asesoramiento sobre técnicas de interrogatorio relacionadas con los delitos informáticos. En la descripción que realiza sobre su perfil detalla que es docente, conferencista nacional e internacional y asesora en comunicación. Trabajó en la Unidad de Análisis de Delitos Complejos y en la Jefatura de la Policía de Montevideo.
No es la primera vez que Ledesma participa de una causa judicial. Tras el crimen de Melissa Ruggiero, cometido en agosto de 2014 a la salida de un boliche en Uruguay, la perita semióloga escuchó los testimonios de los sospechosos. Allí consideró con respecto al principal acusado que la “falta de veracidad es notoria en cada una de las preguntas”.
Además destacó que “se denota la perversidad y la sensación de estar por encima de la ley cuando asiste al interrogatorio con la misma campera que todos dicen que tenía cuando mató a Melissa”, según se publica en el libro Valeria no pudo bailar y otras crónicas de femicidios recientes. Melissa salía con dos amigos de un boliche y fue rodeada por una banda de jóvenes que los balearon.
El hermano de este acusado también fue evaluado. La especialista concluyó que entró en contradicciones notorias e inventó respuestas. En cambio, sobre las declaraciones de otros dos jóvenes en los que interpretó sus dichos y la gestualidad destacó que le pareció veraz y no encontró contradicciones.
De nuevo. Cachila ya había declarado en la causa y había sido detenido en los primeros días de la investigación. En su momento había contado que se cruzó con Lola esa tarde en la playa, que le ofreció unas estampitas que estaba vendiendo y se fue. Luego fue liberado porque su ADN no coincidía con el hallado en la mochila de la joven argentina. El fiscal releyó el expediente y volvió a citar al acusado. La perita Ledesma estuvo presente y allí determinó que se mostraba esquivo o alterado cuando se le hacía referencia al caso puntual.
Este indicio más otros recolectados en la causa lo llevaron al fiscal a determinar que Cachila estuvo presente “antes, durante y después” del crimen de Lola. Pero no estuvo solo, por esa razón su ADN no correspondía con el encontrado en la mochila de la joven. El fiscal le atribuye el rol de coautor del crimen.
El jueves pasado la jueza Rossana Ortega hizo lugar al pedido de prisión de Cachila solicitado por el fiscal. “El indagado estuvo con la víctima el día de los desgraciados hechos y en el lugar donde acontecieron, permaneciendo con ella hasta que dejó de existir, y verificando la inexistencia de signos de vida. Ello determinó que huyera del lugar”, se detalla el fallo judicial. Cachila declaró que se la cruzó a Lola en la playa. “La pecheé de frente”. Luego relató que la chica se sentía mal y se descompensó. Y él se fue.
“A pesar de la versión endeble e ilógica de Moreira, lo cierto es que Lola cayó en la forma señalada por la prueba pericial, que le fueron provocadas heridas varias en cuello y brazos; y que asimismo existe prueba pericial sobre la actuación de más de un agresor”, escribió la jueza haciendo referencia a que en el homicidio participaron por lo menos dos personas. Después de más de cuatro años sin novedades, el caso Lola parece encaminarse.