Desde Salta
Ajustes de cuentas, connivencia con las autoridades, tráfico de drogas, caminos alternativos y un juez acusado de beneficiar a narcos. La frontera Salta-Bolivia se transformó en una suerte de de Ciudad Juárez Argentina y es la puerta de acceso del 90% de la cocaína que ingresa al país, según detalló la propia Gendarmería Nacional.
Las rutas 50 y 34, separadas por 180 kilómetros, dos vías terrestres que unen tierras salteñas y bolivianas, son los lugares más requeridos por quienes pasan drogas desde el norte. La cocaína procesada es el narcótico preferido, pero no es el único: en la frontera se secuestran precursores químicos, como también marihuana.
San Ramón de la Nueva Orán, cuna del magistrado federal Raúl Reynoso, es la última ciudad de la provincia previa a Aguas Blancas que conecta con Bermejo (Bolivia). Allí el río que lleva el mismo nombre marca los límites de ambos países y, si bien existe un puesto de Aduana más un riguroso control en un punto del lado argentino, los contrabandistas pasan en “chalanas” por otro sector con total libertad.
La escena se repite una y otra vez. Del lado boliviano y en gomones, un grupo de personas con mercadería de todo tipo se deja arrastrar por el río hasta llegar a la selva salteña. Luego traspasan los bultos a diferentes vehículos, pero antes de toparse con el puesto de Gendarmería, los autos paran y los bagayeros cargan sobre sus hombros el contrabando para después caminar por un sendero paralelo a la ruta 50, a la vista de los gendarmes.
Al noreste, sobre ruta 34, está la otra frontera caliente: Salvador Mazza y Yacuiba. Esta es la zona más sangrienta donde se produjeron varios ajustes de cuentas. En el barrio boliviano de Africa existe una vía alternativa que conecta ambos territorios y es por donde pasa un gran porcentaje de la droga ingresada al país.