En horas más o menos, el Senado habrá enterrado el primer intento de darle un marco legal a que cualquier mujer tenga el derecho de decidir sobre su cuerpo. La decisión no sorprende y expresa una postura que hay que respetar aunque se base más en creencias que en evidencias científicas.
Podríamos detenernos en ciertos discursos senatoriales para sostener que no tenemos destino como república. Pero resisto la tentación y prefiero mirar con optimismo las oportunidades hacia el futuro. Como con los cuadernos de la corrupción: la oportunidad está, ¿la aprovecharemos?
Sucede que el debate en el Congreso, impulsado por Mauricio Macri, no sólo permitió que la interrupción temprana del embarazo se trate por primera vez a nivel legislativo, lo que no había podido hacerse ni siquiera en los tiempos de la “ampliación de derechos”.
También, al exponerse discursos y posturas argumentativas, se corrió el velo de miradas ocultas que desnudaron medievalismos y escaso interés en las/los que piensan y quieren actuar distinto.
Pero, sobre todo, esta discusión pública le permitió a mucha gente entender un gravísimo problema de salud que en algún momento habrá que encarar. Poner algo a la vista, que deje de estar tapado y negado su debate, es el primer paso para superar el status quo. No es ahora, pero será. Ya es un tema de agenda. Y lo seguirá siendo. Que no se engañen quienes se sienten por estas horas ganadores: este triunfo cultural está por encima de la derrota legislativa.