Dice que se escribió sobre ella más que de la muerte del General Perón. Entró en la función pública de la mano de su cuñado. Fue testigo clave de toda una década y asegura llevarse a la tumba todo lo que sabe de aquellos años en los que se desempeñó como directora general de Audiencia de Carlos Menem. Ahora, además de atender su propio restaurante de comida árabe, abrirá próximamente un centro de estética femenino.
“De los noventa no vamos a hablar”, advierte Amira Yoma en el living de su nuevo departamento de Belgrano, al que recién se están mudando junto con su marido, el periodista Jorge “Chacho” Marchetti.
Dice que se hartó, que se cansó y que a nadie le interesa más nada de todo eso. “Hay que mirar un poco más para adelante. ¿No te parece? De todos modos confieso que tengo el presentimiento de que, en algún momento, algo llevará la conversación hacia los años dorados de la convertibilidad".
De Amira se ha escrito mucho desde que la revista española Cambio/16 denunció por primera vez maniobras vinculadas al lavado de dinero proveniente del narcotráfico y en la que estarían implicados altos funcionarios del gobierno de Carlos Menem. Entre ellos a la Directora General de Audiencias del presidente. El famoso “Yomagate” o “Narcogate”, como se lo conoció en aquella época (1991), ocupó las primeras planas en los principales periódicos y revistas políticas del país. “De mí se escribió más que de la muerte de Perón, pero cuando fui sobreseída, se escribió menos que en un aviso fúnebre”, afirma indignada y con un dejo de dolor en su mirada intensa.
- Tomaste la decisión de no volver a hablar acerca del pasado. ¿Por qué?
- Estás rompiendo un pacto (ríe). Son cosas que pasaron hace muchos años. La gente está cansada del tema y yo también. Los Yoma fuimos sobreseídos de todo lo que se nos acusó. Salvamos nuestro buen nombre y honor, y punto. No hay más nada que hablar al respecto. Le guste a quien le guste, le pese a quien le pese, así lo dictaminó la Justicia. En algún momento, pensé escribir un libro, pero ahora ni eso. No le voy a dar el gusto a la prensa y además hasta el día que Menem viva, le debo toda mi lealtad.
- ¿Te hizo mucho daño la prensa en ese momento?
- Sí, sufrí muchísimo, que no te quepa la menor duda. Se escribió cualquier barbaridad por aquellos años y fue muy injusto todo lo que se dijo. De todos modos, no le guardo rencor a nadie. Pero sufrí muchísimo y es muy feo el dolor.
- Hace un tiempo, abriste un restaurante de comida árabe con Chacho (su marido). ¿Cómo surgió la idea?
- A mí me gusta mucho cocinar, soy chef profesional. Pero la idea surgió de Chacho. Él tenía muchas ganas de abrir un restaurante y de hecho, ya habíamos tenido negocio en España. Hace poco trajimos del Líbano una máquina para hacer masa filo.
- ¿Cómo viene funcionando el restaurante?
- Ya hace poco más de dos años que abrimos el local en el Mercado Municipal de Belgrano y viene funcionando bien. No como al principio, pero funciona. Anda como anda el país...
- ¿Y cómo anda el país?
- A veces bien, a veces mal. Pero no tengo ninguna opinión política formada al respecto. De política no hablo porque no sé nada de lo que pasa. No miro el noticiero, no leo los diarios. Miro novelas nada más y alguna serie que me atrape mucho. De todos modos, le deseo lo mejor a este gobierno y a todos los que vengan, porque este es mi país y lo quiero mucho.
- ¿Cómo es un día en la vida de Amira Yoma?
- Me levanto muy temprano, a las seis. Soy muy madrugadora. Tomamos mate con Chacho, leemos los diarios. Yo leo los chismes. Como te dije anteriormente, de política nada. Hago algunas cosas acá en la casa, como estoy en medio de la mudanza, ando medio desorganizada todavía. Después voy al negocio por la tarde, atiendo a los clientes. Y a la vuelta miro algunas novelas. Lo miro a Tinelli, aunque otros años me gustaba más. Visito algunas amigas muy queridas. De todos modos, no tengo mucha vida social. Soy muy casera. Salgo poquito.
Yoma vive desde hace muchos años en el barrio de Belgrano. El departamento al que se mudó hace poco se encuentra ubicado muy cerca del edificio que alberga a la Embajada de Cuba, por la calle Virrey del Pino, próxima al cruce con Avenida del Libertador.
Cosas del destino, algunos pisos más arriba se ubica el departamento que ocupa el exbrigadier Andrés Antonietti, encargado de llevar a cabo el operativo por el que se dio lugar al desalojo de la familia presidencial de la residencia de Olivos. Mientras que en otro edificio cercano vive el exsenador Eduardo Menem. El living es amplio y muy luminoso. El balcón, grande y revestido de mármol. El mobiliario es de estilo y muy bonito. En el hall de entrada recibe a los invitados una hermosa bandera argentina, como esas que suele haber en los despachos de los altos jerarcas.
El piso es de parquet y en las paredes hay cuadros y algunas fotografías. En una se la ve junto a Fidel Castro. “Tengo muchas de esa época con personalidades de varias partes del mundo. En un momento tenía colgada otra con George Bush. Una, en un extremo, y la otra, en otra", cuenta.
Desde hace algunos años y con un perfil muy bajo, Amira estudia y se prepara para un nuevo emprendimiento.
- ¿Qué estás estudiando?
- Hace muchos años que estoy estudiando y que vengo haciendo en silencio algunas cosas. Te voy a dar la primicia. Yo soy dermatocosmiatra. Ya había hecho la carrera en Siria y después volví a realizarla acá, principalmente para lograr adquirir el lenguaje técnico. Si bien hablo perfecto el castellano, en esa área tan específica era necesario aprender bien la terminología. Estudié un año con el Dr. David Muhafra en el Hospital Ramos Mejía. El hospital es el lugar donde mejor se aprende porque se ve de todo. Me recibí y después realicé infinidad de cursos. Los tengo todos en una carpetita, para que después nadie pueda decir nada. En este país cualquiera puede hacer cualquier cosa, pero basta con que yo haga algo mal y… (ríe). Tuve que hacer la carrera de dos años y medio de enfermera para poder poner las inyecciones de la mesoterapia (técnica de medicina alternativa inventada en 1952 por el médico francés Michel Pistor y que consiste en tratar las zonas afectadas con micro inyecciones).
- ¿Y ahora? ¿Se viene algún emprendimiento nuevo?
- Próximamente voy a abrir al público mi propio salón de belleza, que ya está habilitado por el Ministerio de Salud Pública y por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Legalmente habilitado. Ponelo bien grande eso. Ahí voy a hacer todo tipo de tratamientos en el rostro, el clásico peeling y muchísimas cosas más. También tengo mi línea propia de cremas desde hace muchísimo tiempo, pero nunca nadie se enteró.
- ¿Siempre fuiste una mujer preocupada por la estética?
- Sí, puede ser (se sonroja). Sí, me gustaba estar linda y todavía lo intento.
(*) Especial para Perfil.com.