Ariel Lijo es uno de los jueces federales más jóvenes pero acaba de tomar una de las decisiones más difícil de su carrera: citó a Amado Boudou para que dé explicaciones en la causa que se lo investiga por la posible compra de Ciccone –la imprenta de billetes– mientras era ministro de Economía.
Lijo citó al vicepresidente al otro día de que trascendiera que un tribunal superior (la Cámara Federal) buscaba apartarlo de la causa. Hace tiempo que había meditado la decisión que se conoció ayer y muchos cerca suyo creen que incluso ya tenía redactada la citación hace semanas. Pero los rumores de su apartamiento le sirvieron para dar a conocer la mala noticia para el kirchnerismo. Justo cuando el oficialismo celebraba el acuerdo con el Club de París. Todo un mensaje político de la Justicia al Gobierno.
El magistrado no sólo desató una tormenta política al solicitar que el vicepresidente vaya a dar explicaciones a Comodoro Py, sino que tiene en sus manos el futuro político de Boudou. Lo citó a indagatoria para el próximo 15 de julio a las 11. Y una vez que presten sus testimonios –para defenderse, no como testigos– junto a los de otros integrantes de la novela de Ciccone citados ayer – José María Núñez Carmona, Rafael Resnick Brenner, Alejandro Vandenbroele, Guillermo Reinwick y Nicolás Ciccone–, el juez decidirá si procesa a Boudou, lo “salva” o dilata aún más los tiempos.
Es difícil que con la cantidad de pruebas que dicen haber acumulado –cerca del magistrado– en contra del vice, que fueron sintetizadas en las 6 hojas de los fundamentos del llamado a indagatoria, Amado logre sortear un procesamiento.
Todo lo contrario: en las dos primeras semanas de agosto, antes del 15, el juez comunicará finalmente su decisión. Justo después del Mundial, cuando los principales candidatos lanzarán con mayor fuerza la campaña hacia las próximas elecciones.
La sorpresiva decisión de Lijo fue celebrada ayer por el fiscal de la causa, Jorge Di Lello, quien aclaró que “hay pruebas para suponer que se realizaron hechos susceptibles de ser penados”.
Ayer, cerca de las 15 Lijo abandonó su juzgado. Fue un día intenso. “Hoy fue todo un quilombo”, se lo escuchó quejarse en los pasillos del tercer piso de Comodoro Py antes de irse a comer. No es para menos, sus equipo de asesores llevan desde hace dos años un causa con 5.490 fojas, además de la documentación.
El magistrado tiene una larga trayectoria en la Justicia. Inició su carrera a los 22 años en la Defensoría y en 2002 llegó a los tribunales de Comodoro Py, como prosecretario de la Sala I de la Cámara Federal. Dos años después, en 2004, fue designado a cargo del Juzgado Federal número 4, durante el Gobierno del ex presidente Néstor Kirchner. Fue ungido juez junto a Julián Ercolini, Daniel Rafecas y Guillermo Montenegro, hoy ministro porteño.
Lijo estuvo en el foco de diversas especulaciones políticas a principios de mayo de este año luego de haberse sacado una foto en una audiencia junto al Papa Francisco, un enemigo reconocido de la corrupción. Se especuló en ese entonces que el sumo pontífice se había preocupado en particular con la situación del vicepresidente. Pero fuentes judiciales descartaron ese interés.
Pero semanas después decidió, Lijo avanzó con dureza contra quien fuera el “niño mimado” de Cristina. ¿Casualidad?