Argentina fue el país donde más aumentó la violencia antigénero a nivel regional y, como contracara, donde menos debate hubo entre los dos sectores. Uruguay es el caso opuesto, allí las agresiones fueron menos frecuentes y se ha registrado un incremento del debate.
Los datos se desprenden de la investigación ¿Es posible debatir en medio de discursos de odio? realizada por la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad, que analizó cuentas de Twitter en el Cono Sur, para detectar “acciones estigmatizantes y discriminatorias que, por violentas, acallan voces y empobrecen el debate público sobre igualdad de género”, explican.
Según el informe, la violencia colabora en la consolidación de “burbujas” al interior de cada universo ideológico afín, ya que los mensajes agresivos fomentan el bloqueo de usuarios o comentarios. Activistas feministas –aun cuando el 70% esté dispuesto al diálogo con quienes tienen un discurso antigénero– redujeron en un 50% sus opiniones; y el 60% dejó de leer notificaciones en las redes, a partir de las reacciones de odio.
Por otra parte, la violencia trasciende las redes: el 46% de las/os feministas de la región aseguró haber recibido mensajes intimidatorios en su teléfono o correo personal, el 33% haber sufrido violencia en la vía pública y el 4,2% en su domicilio personal.
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Argentina y Chile son los países en los que la mayoría declara haber recibido las tres modalidades de violencia: estigmatización, agresiones e insultos y amenazas directas: cuatro de seis personas en cada país. El 66,7% de Argentina y Chile, y el 50% de Paraguay y Uruguay, han sido objeto de amenazas contra su integridad física, integridad sexual y, en último término, contra su vida.
El informe señala también que “los medios de comunicación tradicionales en general utilizan la estrategia de las ‘dos campanas’ para tratar la agenda de la igualdad de género, lo que los lleva a no moderar el debate y reducir la complejidad de las problemáticas”.
Como desafíos aparecen la formación en ciberseguridad y uso estratégico de los entornos digitales, más conocimiento de los alcances de las redes y sus consecuencias, y mayor prudencia y autocuidado. Y pensar usos específicos para TikTok, espacio preponderantemente para jóvenes, y otras redes como YouTube aún subutilizada; buscar la disminución de la brecha digital de género y profundizar la relación regional para trabajar consignas y fechas claves.