POLITICA
Un apellido que se hizo verbo

Borocotó hoy: jubilado, estigmatizado y con una pasión que lo acercó a Alberto

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Eduardo Borocotó | Cedoc

Cada vez que un legislador se cambia de bancada, los periodistas le pegan un llamado. Se tiran un lance, a ver qué opina. Pero él ya ni los atiende o les corta rápidamente. Este pediatra jubilado sabe de antemano el motivo del llamado. Hace 14 años, en una historia que cruza a Mauricio Macri con Alberto Fernández, su apellido se convirtió en un verbo que describe esa acción: cambiarse de partido con un halo de traición. 

A los 85 años, Eduardo Lorenzo Borocotó tiene exacerbado su carácter huraño y nihilista. Es escéptico respecto al rumbo de una sociedad, a la que por momentos desprecia. Su esposa de toda la vida murió de cáncer hace tres meses. El año pasado, este cirujano infantil vendió su consultorio histórico ubicado en Devoto. Lo hizo casi obligado por una situación económica que no le cerraba. Desde hace unos años, Borocotó vive con lo justo. 

Si bien fue diputado y legislador porteño por dos períodos, dentro del partido fundado por Domingo Felipe Cavallo, nunca quiso tramitar la jubilación que le hubiese correspondido. “Le daba vergüenza. Él dice que ser político es otra cosa: es vivir de la política”, afirma una de las pocas personas que lo tratan con regularidad. Cuando no se siente olvidado, Borocotó se percibe como una víctima: alguien estigmatizado injustamente.  

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El jefe del bloque de diputados macrista, Cristian Ritondo, invocó su nombre días atrás. Y lo hizo con una carga peyorativa, tal como se acostumbra desde 2005. Tras la fuga de tres diputados que integraban el PRO, Ritondo los expuso: “Acá no hay lugar para Borocotó. Para estafar el voto”. Se refería a Pablo Ansaloni, Beatriz Ávila y Antonio Carambia. Los tres diputados fueron electos en 2017 bajo el paraguas de Cambiemos, pero se mudaron al mini-bloque Unidad Federal. Mauricio Macri y su núcleo duro de votantes los escracharon en las redes.

El año pasado vendió su consultorio histórico de Devoto

A fines de 2005, Borocotó estuvo en ese mismo lugar. Incluso recibió una demanda. Después de haber sido legislador por el cavallismo (es autor del proyecto que hizo obligatoria la vacuna contra la hepatitis A), el pediatra fue candidato a diputado en la lista del PRO. El 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. 

Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí. ¿De dónde? Dos vías: una política y otra futbolera. El hoy presidente había sido candidato a legislador por el cavallismo en el 2000. La fórmula para la alcaldía era Cavallo-Gustavo Béliz. Además, Borocotó y Fernández se habían cruzado muchísimas veces en otro ámbito: la cancha de Argentinos Juniors, club del que son fanáticos.

Borocotó fue a la Rosada con un objetivo concreto: pedirles un reemplazo para el acelerador lineal (máquina usada para combatir el cáncer), que se había roto en el hospital Garrahan. Kirchner y Fernández le dieron su palabra; y a los pocos meses la cumplirían. 

El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo.

Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

Según Borcotó, en realidad él había sido expulsado por no ser del palo macrista. Con el paso del tiempo, identificó a un responsable de la maniobra: Jaime Duran Barba. Y llegó a convencerse de que el asesor de Macri había inventado esa palabrita que todavía lo persigue y lo tortura: borocotización.

HB