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El BID que necesitamos

En este difícil contexto, nuestra región enfrenta el proceso de renovación de la Presidencia del organismo.

Banco Interamericano de Desarrollo 20200818
Banco Interamericano de Desarrollo | Cedoc Perfil

Estamos viviendo épocas complejas en las que el orden global de las últimas siete décadas es cuestionado y las instituciones que lo representan se ven debilitadas en su capacidad de acción para lograr impactos fuertes y perdurables. La pandemia del COVID-19 ha puesto de relieve esta realidad y ha demostrado la profunda falta de coordinación necesaria para brindar la mejor respuesta a la misma. 

En este difícil contexto, nuestra región enfrenta el proceso de renovación de la Presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo. Para analizar lo que está ocurriendo y las distintas opciones que existen es necesario, desde mi punto de vista, repasar la historia reciente en lo que hace a los sistemas de gobernanza del BID.  El máximo organismo de control y supervisión del Banco es su Asamblea de Gobernadores. Cada año, a fines de marzo o a comienzos de abril, las Asambleas de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Corporación Interamericana de Inversiones  celebran sus reuniones anuales en uno de sus países miembros. Estos eventos son foros para el intercambio de ideas y opiniones entre los gobernadores de ambas instituciones. Allí es donde se definen los lineamientos estratégicos que marcan los criterios de operación del Banco y se discuten las necesidades de capital para solventar los mismos.

Cabe recordar que la Asamblea del año 2019 se vio envuelta en una seria controversia que puso en evidencia las tensiones que la presencia de China genera en la institución y que provocó el traslado de la sede originalmente planeada en Chengdu (China) a Quito (Ecuador) y el cambio de la fecha habitual de fines de marzo a julio de ese año. Entre las conclusiones de dicha reunión, deseo rescatar lo siguiente: “Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, los países de la región van a necesitan recursos que van mucho más allá de lo que puede generar el sector público o la banca multilateral. Según cálculos del BID, la brecha de financiamiento para el desarrollo de América Latina y el Caribe equivale a US$650.000 millones por año. Es decir, 38 veces más de lo que el Grupo BID aprobó el año pasado.” Los Gobernadores destacaron que, si bien era imposible que el Banco respondiese por si mismo a estas necesidades, su rol de articulador con otras instituciones, con los gobiernos y el sector privado era central en los años por venir. 

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Según cálculos del BID, la brecha de financiamiento para el desarrollo de América Latina y el Caribe equivale a US$650.000 millones por año

La Asamblea de este año, que estaba prevista realizarse en Barranquilla (Colombia) entre el 18 y 22 de marzo, se postergó por efectos del COVID-19 y la imposibilidad de llevar a cabo reuniones presenciales.  

Todo esto, en el medio del devastador impacto que el confinamiento ha traído a las economías de la región. Caídas de doble dígito en el Producto Bruto Interno de los países, muy reducido espacio fiscal para producir paquetes de estímulo equivalentes a los que han lanzado las economías más desarrolladas y un empeoramiento de todos indicadores sociales que prueban que nuestros ciudadanos se están empobreciendo de manera acelerada.  Si hace poco más de doce meses, se estimaba una brecha de financiamiento como la que se indicó más arriba, el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se ha alejado aún más y la brecha se ha agudizado.  

Ante tamaño problema se me hace perentorio hacer una pausa e iniciar un diálogo entre los Estados Miembros que conduzca a evaluar adónde está parada la Institución frente a los nuevos desafíos, cuáles son los ejes estratégicos para responder a estas necesidades tan agudizadas por el coronavirus y definir los planes de acción para su implementación. Detenerse a pensar, evaluar la situación y tomar las decisiones correctas es la mejor forma de asegurar que las intervenciones que el BID lleve delante en el futuro próximo tengan el mejor impacto en toda la región.  Frenarse hoy es ganar tiempo mañana con proyectos que traigan el mejor retorno de inversión para todos y que maximicen los dividendos sociales y económicos.

El coronavirus amenaza la frágil recuperación de la economía global

Por supuesto, no hay que olvidarse que, producto de este análisis, surgirán las obvias demandas de aumento de capital que deberán solventar la línea estratégica que se determine por parte de todos los miembros, a través de sus Gobernadores. Llegar a conclusiones comunes, a perspectivas asociativas y a la convicción de cuál es el camino por seguir, en un ambiente de diálogo conducente son claves para lograr el compromiso de capital que potenciará el músculo de gestión del Banco.

Por todo lo dicho, me sumo a las múltiples voces que han surgido de la región y de algunos miembros extra-regionales, llamando a una postergación de la elección del nuevo/a Presidente/a, coincidente con la próxima Asamblea de Gobernadores en marzo de 2021. Quienquiera que asuma el liderazgo del BID deberá hacerlo como producto de esa visión compartida, en un clima de cooperación y no de crispación. Asimismo, será fundamental evaluar a candidatos y candidatas, analizar su experiencia, sus capacidades y sus propuestas, de modo de decidir quién se alinea mejor con el perfil que los nuevos tiempos demanden. 

No encuentro ninguna razón que justifique apresuramientos estériles. Si la génesis de este proceso está determinada por el fin de término del actual Presidente, hay opciones para manejar estos tiempos; ya sea a través de una extensión de su mandato o, si esto no se apreciara como factible, a través del interinato por parte del Vicepresidente Ejecutivo.  Hace tan sólo unos meses atrás hemos visto una situación de interinato equivalente en el Fondo Monetario Internacional cuando la Directora Gerente partió de manera anticipada para ocupar otra posición.  Las instituciones que se precian de resiliencia tienen mecanismos de salvaguarda que les permiten conducir estas transiciones sin efectos colaterales.

Quienquiera que asuma el liderazgo del BID deberá hacerlo como producto de esa visión compartida

Nuestra pregunta de fondo debe si queremos un Banco Interamericano de Desarrollo sólido, institucionalmente fuerte y que contribuya a la integración regional como uno de los ejes fundamentales de un futuro sostenible para Latinoamérica y el Caribe.  En lo personal, no me cabe duda de que la respuesta debe ser positiva.  Eso demanda postergar tácticas cortoplacistas, centradas en candidaturas, y centrarse en lo realmente importante, reforzar una Institución que ha sido instrumental en el apoyo de los países de la Región y que debe serlo aún más debido a las dramáticas circunstancias que la pandemia nos ha impuesto.

Esperemos que los Gobiernos y los líderes que nos representan sepan leer correctamente el momento que enfrentamos y la importancia de un BID que esté a la altura de este.