Son las 9 de la mañana de un jueves 15 de noviembre que se presenta extremadamente caluroso. Frente a la estación Pablo Nogués, unas quince personas comienzan a juntarse para ir a la manifestación que realizarán Barrios de Pie y el Polo Obrero en la zona de Panamericana y Ruta 197, en el marco de una jornada nacional de protestas "contra el hambre". Al haberse completado el grupo, caminan unas cuadras hacia la parada del colectivo, donde se cruzan con otros compañeros, junto a los cuales irán al punto de encuentro definitivo.
Lejos de los estereotipos que suelen crearse en torno a los piquetes, los manifestantes de Barrios de Pie que van llegando Pacheco se movilizan por su cuenta, en transporte público. No hay micros escolares, no hay camionetas. "Hay SUBE compartida y mucha solidaridad para el que no puede pagar", explicará luego Jacinta Benítez, una de las referentes. "La única camioneta que tenemos es la de una cooperativa de trabajo de San Martín y la usamos para traer las cañas y las banderas, pero la gente se moviliza toda por su cuenta", añade Gabriela Andrada.
Normalmente, las personas que participaban de las protestas tenían algún tipo de plan de contención social o formaban parte de una cooperativa de trabajo. Hoy, muchos deben conformarse solo con bolsones de comida, carentes de proteínas.
En Pacheco tampoco hay chori, ni gaseosa, ni vino, ni mucho menos capuchas ni palos. Ninguno de esos estereotipos del imaginario popular se plasma aquí. Si bien este tipo de jornadas suelen contar con ollas populares, esta no fue la ocasión. Sí hay banderas, remeras identificatorias y bombos de los grupos juveniles que buscan alegrar la jornada, arengar a sus compañeros y hacer menos pesados los treintaipico grados.
"Para mostrar el hambre no hace falta encapucharse", destaca de Oscar Hurtado, de Libres del Sur, partido dentro del cual se nuclea el movimiento Barrios de Pie.
El hambre es, precisamente, uno de los temas más mencionados en la marcha. "Yo no estaba a favor de los piquetes, me parecían mal. Pero en casa nos quedamos sin trabajo, sin changas y nos empezamos a acercar, porque es la única forma que se vea el problema", reconoce una joven de 20 años, que pidió a este medio no ser identificada con su nombre, y llegó con su pareja y su hijo.
Z, como la llamaremos para no revelar su identidad, explica que conocieron este año a las agrupaciones al acercarse a los merenderos. Tanto Z. como su pareja buscan integrarse a una de las cooperativas de trabajo que maneja el movimiento, aunque por ahora no ha conseguido lugar. "Al menos nos dan un bolsón de comida, que es una ayuda importante", resalta.
La situación de Z. no escapa a la de muchos de los manifestantes. "Hay gente que está viniendo a las movilizaciones por un bolsón de comida, porque aún no los pudimos integrar a una cooperativa", reconoce Jacinta.
Muchos de las personas consultadas por PERFIL participan de las cooperativas de trabajo que se nuclean en el plan Hacemos Futuro, programa dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación que reemplazó al Argentina Trabaja. Otros son beneficiarios del Salario Social Complementario. Aunque, como mencionan Jacinta y Z,. algunos aún no consiguieron incorporarse a ninguno de los programas y participan de Barrios de Pie por haber conocidos los merenderos, los comedores o, simplemente, para recibir la ayuda alimentaria.
"Tenemos distintas áreas de trabajo en las cooperativas. Hay compañeros que barren las calles, otros que hacen relevamientos de salud… Lo llamativo es que hay cada vez más jóvenes, mientras que antes la mayoría de los que participaban eran personas grandes", asegura Gabriela Andrada.
Ordenados. Cada uno de los manifestantes que va llegando a la movilización se acerca a alguno de los referentes para que lo anote en un cuaderno espiralado, que contiene tres columnas: Nombre y apellido, DNI y la firma. "Che, no te vayas sin avisar, y si te alejás para cargar agua caliente, por favor decile a alguien", le explican a un hombre de unos 50 años, que acaba de rubricar el papel en cuestión.
Pese al malestar de algunos automovilistas, los manifestantes aseguran: "No nos queda otra".
"Los que tienen chicos vayan para atrás". La orden parte de uno de los referentes de Barrios de Pie. Dos horas atrás había comenzado la movilización por medio de la cual este colectivo político y social intentó cortar una parte de la Panamericana, en Pacheco, dirección hacia el norte, para poder mostrar su reclamo. Bajo un sol abrasador, los manifestantes dieron luego toda la vuelta, encolumnados y con un orden casi perfecto, hasta llegar a la subida a la mano que se dirige hacia el sur. Nuevamente, gendarmes y policías bloquearon el intento de de Barrios de Pie y del Polo Obrero de tomar la autopista y, ante el mínimo presagio de que la situación pueda tensarse, los referentes volvieron a gritar: "Los que tienen chicos, para atrás".
Alrededor de unos cincuenta de los casi 2 mil manifestantes se acercaron a la movilización con sus hijos pequeños. De hecho, durante la hora y media en que las columnas se ubicaron en dirección hacia el norte, la mayoría de las mujeres con bebés se guareció debajo del galpón de la terminal de ómnibus, donde había sombra y corría algo de fresco. A algunas de ellas les tocó la hora de amamantar durante la protesta.
Soledad, madre soltera, con tres niños, integra una de las columnas pero asegura que ella no llevaría a sus hijos. Sin embargo, la mayoría de mamás que se trasladaron con chicos y fueron consultadas por PERFIL responden: "No tenía con quién dejarlos". No obstante, reconocen que los nenes se quejan porque la temperatura es agotadora.
Más allá del cuidado con los más pequeños, los organizadores de esta movilización son sumamente cuidadosos de que nada se desbande. Durante la caminata, se oye la orden "cumpas, todos por la calle, vereda libre". Al llegar al punto cúlmine, la subida a la autopista, en el cara a cara con la Gendarmería, la indicación también es clara: nada de enfrentamiento directo. La única reacción contra las fuerzas de seguridad llega por parte de los grupos juveniles que cantan canciones contra la policía y se enfervorizan cuando uno de los gendarmes saca una cámara para filmar cada movimiento. Pero no más que eso. Todo es a cara descubierta y sin tensión alguna.
La protesta en Pacheco formó parte de una "Jornada Nacional de de ollas populares, cortes y piquetes", que tuvo cortes simultáneos en distintos puntos del país. Entre los motivos de las movilizaciones se mencionan: "los planes del Gobierno con el FMI" y "la nueva traición de la CGT", entre otros.
"Alguna vez nos han metido infiltrados que por ahí tiran alguna piedra, por eso hay compañeros dando vueltas por la organización para ver si hay alguno que no es de acá", afirma Ofelia Góngora, titular de Barrios de Pie San Martín.
Lo que no logran evitar los coordinadores de la marcha es el enojo de los conductores de vehículos. PERFIL pudo presenciar la bronca de una mujer que quedó en medio de la movilización, cuando los manifestantes cambiaron el rumbo de la protesta del norte hacia el sur. "Déjenme pasar que llego tarde", gritaba sin parar la señora, cuyo paso quedó truncado en una bocacalle y se vio obligada a apretar la reversa y reencauzar su viaje.
La mayoría de los manifestantes reconocen que el enojo de los transeúntes es algo con lo que deben lidiar en cada marcha. "No entienden que no nos queda otra", afirman casi al unísino dos hombres de mediana edad que intentan disuadir, con buenos modales, a la mujer enardecida.
El narcotráfico en los barrios. Uno de los jóvenes encargados del agite musical, Oscar Giacopetti, al ser consultado respecto de si tienen miedo de una eventual represión policial, responde: "Más miedo tenemos a que se nos sigan muriendo los pibes en los barrios, por culpa de la falopa. Acá los chicos encuentran una contención”. Su tocayo, Oscar Hurtado, le asegura a este mismo medio: "En los barrios, todos los días se nos va un pibe por la droga".
"Hay chicos malnutridos". Silvia Pellegrini es jubilada y participa de Barrios de Pie desde hace 18 años. Es coordinadora y responsable de acompañar a algunos manifestantes de Zona Norte que se acercan a las protestas. En esta oportunidad, se sumó al piquete junto a su nieta y una amiga de su nieta. Respecto de la segunda, señaló: "Ella todavía no cobra y se tuvo que pagar un pasaje. Se sumó hace poco para abrir un comedor", explica.
Precisamente, en relación a los chicos que se acercan a los merenderos que ella coordina, Silvia afirma: "Los nenes están malnutridos. Los bolsones que recibimos no tienen nada de proteínas ni frutas, es todo conservas y alimentos no perecederos. Por su parte, su nieta, Yesica Carrillo, agrega: "No hay ni atún. No hay carne, no hay pollo, ni nos bajan cajones de manzana".
Respecto de por qué viene a los piquetes, Yesica sentencia: "Si uno no viene a poner el pecho y a cortar la calle, los pibes de los de los barrios pobres no comen".
Segundos antes de subirse al colectivo que la llevará a Tigre, Silvia aprovecha sus últimos segundos de charla con PERFIL para destacar una problemática que sufre la gente que va a los merenderos: “Se cortaron las changas. Antes, las mujeres podían conseguir trabajos en casas particulares y los hombres algún laburito, ahora no hay nada, porque la clase media no tiene plata para contratar”. Y su nieta agrega: “Los que no tienen secundario completo, los que no tienen toda la dentadura bien, no consiguen trabajo en ningún lado”.
FeL