“No estamos trabajando para que haya paz en diciembre, trabajamos todo el año para que no haya conflictos en ningún mes”. Carolina Stanley, la ministra de Desarrollo Social, suele argumentar que la articulación con organizaciones sociales es un trabajo cotidiano y que el clima social no se construye de un día para el otro.
En este sentido, el Gobierno reforzó su lazo con todas las organizaciones sociales, de las más grandes a las más pequeñas, con la idea de contener las protestas hacia fin de año. De hecho, Stanley y sus colaboradores vienen recibiendo, pacientemente, pedidos de todo tipo y color.
Uno de ellos fue concedido: se aumentará en diciembre a $ 6.000 los planes Hacemos Futuro, ex planes Trabajar, por los cuales se obliga a aprender oficios y terminar la secundaria. Son unos 400 mil beneficiarios, muchos de ellos enrolados en la CTEP (Corriente de Trabajadores de la Economía Popular) de Juan Grabois, la CCC (Corriente Clasista y Combativa) de Juan Carlos Alderete y Movimiento Evita de Emilio Pérsico. El supuesto nexo con ellos debería ser el secretario de Economía Social, Matías Kelly (quien llegó de la mano de Mario Quintana), pero no son pocas las veces que intenta no tener contacto con las organizaciones sociales. En especial, cuando trabaja sin calzado en su oficina.
Por ahora, en Desarrollo Social aseguran que habrá una gran convocatoria en febrero para volver a debatir los planes sociales, sus posibles incrementos y cómo avanzar en la contención de los sectores más vulnerables.
También habrá un nuevo refuerzo en el reparto de alimentos, luego del que se otorgó hace un mes con más de $ 1.000 millones, entre lo que se les da a las provincias y lo que se entrega a las ONG. En este caso, será parte de las cajas navideñas y el trabajo coordinado con los ministerios de Desarrollo Social provinciales. Los secretarios Paula Pérez Marquina y Carlos Pedrini dialogan con todo el arco de dirigentes sociales.
Jugada. Pero no todo es consenso. La llegada de las elecciones, creen en el oficialismo, frustra iniciativas de paz. “Muchas organizaciones se lanzaron a jugar políticamente el año que viene, entonces muchas veces miden su capacidad de fuerza haciendo manifestaciones en la calle. Miden su capacidad de movilización y el impacto que tiene”, rezonga ante PERFIL un funcionario nacional que conoce a la perfección el sistema.
Hace pocos días Alderete, de la CCC, cortó parte del microcentro durante un par de horas. No había llamado a nadie del Ministerio de Desarrollo Social en ese lapso. Cuando la protesta terminó adujo que consiguió una reunión con Stanley. Alderete fue recibido por la ministra –con quien dialoga de manera personal– y sus asesores decenas de veces desde diciembre de 2015.
El juego alcanza a Pérsico y a Grabois. El primero estuvo reunido con Cristina Kirchner, y el Movimiento Evita se encamina a su regreso al kirchnerismo duro, uno de los ejes de mayor fricción con el Gobierno; mientras que el segundo ya viene trabajando con la ex presidenta y hasta la defiende públicamente por sus causas penales. Paralelamente, en Desarrollo Social trabajan codo a codo con sus pares porteños y bonaerenses para contener las demandas. El ministro bonaerense Santiago López Medrano, quien será padre a fin de año, trabaja en la compra de las cajas navideñas. El Conurbano es el lugar clave para la paz social.
