POLITICA

Cristina pide que no la atosiguen

El discurso duro de hoy busca ordenar filas en el kirchnerismo antes de su candidatura. El mensaje a Moyano y la comparación con Isabelita.

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El discurso que brindó Cristina Fernández hoy en José C. Paz dejó preocupado a más de un kirchnerista. La mandataria sigue sembrando dudas sobre su candidatura a la reelección: "Yo no estoy muerta por volver a ser Presidenta", dijo. Pero más curiosa fue la frase siguiente: "yo di todo lo que hay que dar, a mí no me van a correr".

Hablaba, en parte, de su situación personal: a seis meses de la muerte de Néstor Kirchner, y en la semana de su aniversario de bodas, es normal que hable en esos términos. Hace exactamente una semana, la presidenta contaba que "andaba medio pum para abajo" y sostenía que "no le iba a dar el cuero" para 10 años más de gobierno.

Es que, con la muerte de su marido, Cristina no sólo perdió a un compañero de ruta y al encargado del armado político del kirchnerismo. También se quedó sin la posibilidad de turnarse en mando cada cuatro años, ad infinitum o hasta el eclipse total del proyecto. Y el proyecto no tiene herederos claros: sólo asoma Daniel Scioli, que no es del agrado del kirchnerismo duro, con chances reales.

Salvo que ocurra una poco probable reforma constitucional, Cristina no podría presentarse a un tercer mandato. Por eso, el 28 de octubre, si conquista la reelección (las encuestas dicen que es casi inevitable) comenzará la carrera abierta por sucederla. Y más que una carrera, será una guerra abierta de cuatro años entre el sindicalismo, el PJ, y el kirchnerismo duro.

Cristina no lo dice, pero lo sabe. Por eso no anuncia su candidatura, pero tampoco se baja. Quiere marcar la cancha, "ordenar la tropa" para que no se "desbanden" antes de tiempo. Que tiren todos hacia el mismo lado, la reelección, y luego se decidan los herederos. Si no, no cuenten con ella.

El que debe haber escuchado más atentamente el mensaje es el titular de la CGT, Hugo Moyano, con quien Cristina mantiene una relación particular desde la muerte de Néstor. En marzo, el camionero amenazó con parar el país cuando se vio involucrado en una causa judicial, y luego dio marcha atrás. Hasta fines de abril, hubo una luna de miel: Moyano acordó la paritaria en 24% de aumento y el gobierno subió el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, un reclamo clave del sindicalismo. La Presidenta no estuvo en el masivo acto de la 9 de Julio, cuando Moyano pidió que sea reelegida.

En mayo, los gremios pisaron el acelerador y reclamaron la vicepresidencia del próximo gobierno. Al mismo tiempo, la mandataria endureció su discurso y pidió "reglas de juego mínimas" a la CGT en una reunión con empresarios. Cristina ya tiene que lidiar con los reclamos de petroleros y docentes del norte al sur de nuestro país.

La presidenta odia las comparaciones con María Estela Martínez de Perón, pero sabe que, como hace 35 años (y descontando la amenaza de un golpe de estado), el sindicalismo puede poner en jaque su poder. Ella quiere "profundizar el modelo", pero, en algunos aspectos, ya dio "todo lo que hay que dar". A eso se debe el discurso de hoy. Su frase de cabecera no debe ser el ya célebre "no se hagan los rulos": Cristina debería proclamar "no me atosiguéis".

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(*) De la redacción de Perfil.com