Se la ve cansada, pero se entusiasma con su rol como vicepresidenta, que conjuga viajes internacionales y acuerdos en el Senado. Con una Sprite Zero, Gabriela Michetti recibió a PERFIL en su despacho en el Senado.
—¿Cree que no se denunció plenamente la herencia kirchnerista?
—Se fueron haciendo denuncias y auditorías, y Mauricio fue muy claro con un panorama cuando inauguró las sesiones. Lo que es cierto es que no tenemos un estilo por el cual estamos acentuando permanentemente la denuncia, y mucho más en lo que hacemos para que estemos mejor. No es que no hicimos las denuncias, pero tratamos de poner el acento en el futuro. No podemos estar dando vueltas en las peleas, pero el Gobierno anterior nos dejó en una situación lamentable y crítica. Hasta el déficit era peor que en 2001, la deuda interna fue peor que la de 2001. El índice de pobreza es el mismo que a finales de la década del 90: 30 puntos.
—¿No hubiera aumentado las tarifas de forma más gradual?
—Aunque parezca mentira, la realidad es que la tarifa eléctrica estábamos pagando el 8% del valor, y lo subimos al 30%. No es que no estamos haciendo las cosas gradualmente, sino que hace tantos años, con una inflación acumulada del 700%, que no se tocaban que es duro igual. ¿Por qué nos critican los economistas ortodoxos? No creemos en ajustes brutales, buscamos un camino heterodoxo. Creemos en un Estado fuerte, no en el neoliberalismo.
—¿Qué opina de las declaraciones de Duran Barba relativizando la existencia de muertes por desnutrición?
—En términos de desnutrición los propios gobernadores han dicho que tienen problemas, y hace poco tuvimos un chiquito en Chaco que falleció. O sea, existe. Es cierto también que en Argentina no es lo que era en la crisis de los 90 o hace cien años. Se ha avanzado.
—¿Cree que Duran Barba habla de más?
—No. Es un intelectual, muy inteligente, y muy libre. No es un funcionario público. Asesora a nuestro gobierno y a la comunicación política. Por más que esté ligado a nosotros, no tiene la responsabilidad de llevar adelante una gestión. Si es más provocador o menos, a algunos les gustará más. Nadie le dijo a Jaime antes “no vayas” (a los medios). Tiene cuestiones en las que coincide con lo que el Presidente piensa y en otras no. Se le da demasiada trascendencia a la palabra de Jaime en relación con el Gobierno. A los intelectuales les gusta generar ruido, controversia, polémica, y él es un intelectual. Incluso el Presidente tiene sus discusiones con Jaime, lo que dice no es palabra santa.
—¿Le conviene o no al Gobierno que Cristina Kirchner termine presa?
—No podemos especular con eso ni meternos en las decisiones de la Justicia. Si este gobierno no logra dar vuelta la página, en términos de ejercicio de la función pública sin corrupción, no vamos a poder cambiar el país. La gente no nos va a evaluar por si Cristina termina presa. Pero nos va a evaluar si somos independientes y no nos metemos a trabar la Justicia ni a presionarla.
—¿Macri se decepcionó con un sector del empresariado argentino?
—Todos nos hemos sentido con una expectativa no cumplida. Creíamos que iba a haber mayor acompañamiento de los sectores de mayor poder económico. Deberían confiar plenamente en nosotros: queremos que la producción del país progrese. Podrían haber sido aún más fuertes en jugarse cien por ciento en que las cosas salgan como tienen que salir. Me hubiera gustado que se jueguen con el tema precios, con la inversión.
—¿Cómo vive la pelea con Cristóbal López y los empresarios del juego con el Gobierno?
—El hecho de que el juego se controle y se restrinja en la Argentina es una noticia estupenda porque es uno de los flagelos que les pega más fuerte a los sectores más humildes. Hay que seguir con el tema porque en muchas provincias es duro.
—¿Piensa en algún proyecto de ley para acotarlo?
—Es difícil, pero no se puede dejar el tema de lado, y cada vez que voy a una provincia o hablo con un intendente hablo de esto. Es un tema que a la sociedad le hace daño