POLITICA
entre desmentidas y acusaciones

El futuro de Vidal genera cada vez más ruido entre Nación y Provincia

El rumor, desmentido, de que la gobernadora podría ir de candidata a vice, volvió a aflorar la tensión entre Vidal y Peña. Ella insiste en que peleará por la reelección, y en que solo iría por la presidencia si se lo pidiera Macri. El insólito fallido del jefe de Gabinete.

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Campaña. Ayer, el Presidente compartió un asado con los obreros del Paseo del Bajo. La gobernadora estuvo con Stanley en San Martín. | Gobernacion

“Hay tres tipos de votantes hoy en la Argentina y no mucho más que eso. Están los nuestros, están los que están con el kirchnerismo, y los que están con el dilema entre Macri y Vidal... Eh, ¡Macri y Cristina, perdón!”.

El acto fallido del jefe de Gabinete, Marcos Peña, ayer en un acto en Vicente López es apenas una muestra de la tensión dentro del oficialismo luego de que trascendiera el deseo de un sector –minoritario pero con mucho poder– de la Casa Rosada de convertir a la gobernadora María Eugenia Vidal en candidata a vicepresidenta.

“No hay ninguna chance, es un disparate absoluto”, replicaron cerca de la gobernadora. Aunque la versión no tomó por sorpresa a Vidal, su viralización sí. La intención de un sector reducido, pero influyente, del Gobierno de llevarla como candidata a vicepresidenta dinamitó la relación Provincia-Nación, una vez más.

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A la tensión por los embates del círculo rojo, y un sector del oficialismo, para instalar el Plan V con la gobernadora como candidata a presidenta se le sumó un nuevo capítulo con esta nueva idea emanada de la Casa Rosada. El principal apuntado por los funcionarios bonaerenses fue, desde el primer momento, Marcos Peña. Pero cerca del jefe de ministros lo desmienten tajantemente. Incluso dijeron que “sería una locura”, ya que quedaría sin candidato la Provincia.

 

Siempre en las sombras, se sumó otro actor preponderante en la mente del jefe de Estado: el asesor todoterreno Carlos Grosso. El ex intendente porteño, a quien en estos días se vio más cercano que nunca al pensamiento del jefe de Gabinete, viene deslizando, en reuniones reservadas, que Macri tiene que insistir con su propia lista, y hasta la semana pasada planteó que debían ser o Patricia Bullrich –la ministra de Seguridad y una de las que sonaron como compañeras de fórmula durante meses– o Rogelio Frigerio –el ministro del Interior, que no quiere saber nada con ser candidato este año–. En estos días habría sumado a la gobernadora a su lista de elegidos para la vice.

La idea de que Vidal acompañe a Macri no es nueva. Pasó bajo el radar a fines del año pasado, cuando el Presidente venía golpeado por la crisis económica. En ese entonces, Peña sondeó a la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, una discípula y ahora amiga personal de Vidal. “Mientras Mariu esté entre las posibilidades, yo no puedo ni imaginarme de vicepresidenta”, le respondió. El tema se diluyó con el correr de las semanas.

La gobernadora jamás mostró interés alguno en ser compañera de fórmula. “Me aburriría mucho, no me veo”, confesaba Vidal a fin de año, cuando su nombre sonaba tímidamente para ese lugar ante la baja ostensible de la imagen presidencial. Es más: el propio Macri reveló en estos días que tuvo que convencerla de ir por la reelección en la provincia de Buenos Aires.

Tampoco la entusiasma a Vidal el Plan V. Se cansó de repetir que no le interesa ser presidenta. Y jura, fuera de micrófono también, que no moverá un dedo para ser ungida. Solo aceptaría si fuera el jefe de Estado el que le pidiera que lo reemplace como candidato de Cambiemos.

Sin embargo, la jugada de poner a Vidal como vicepresidenta tiene un anclaje lógico: obligar a sepultar el Plan V, intentar contentar a los aliados y mantener a la gobernadora en la boleta para que traccione la imagen de Macri hacia arriba. El dilema: Cambiemos debería buscar un candidato potable en el territorio bonaerense.

Por estas horas, la UCR hizo llegar su mensaje a las oficinas de Retiro que tienen los funcionarios vidalistas: no lo ven con buenos ojos. En primer lugar porque, a priori, especulan con que la vicepresidencia sea para un correligionario. En segundo lugar, porque aquellos que ven con buenos ojos a Vidal prefieren que, en todo caso, sea candidata a presidenta y que lleve a un radical. El elegido, en esa hipótesis: Martín Lousteau. Una fórmula que ya fue enviada a medir por parte de un sector del oficialismo y que entusiasmó a unos cuantos dirigentes del Gobierno.

Hasta que los números no respalden de manera contundente semejante jugada, el trasplante de un candidato a otro no es viable para la cúpula del poder oficialista.