Cuando Héctor Magnetto, CEO de Clarín, atravesó una dura tormenta personal por su estado de salud hace unos siete años, su sobrino, Pablo Casey, se erigió para muchos dentro del Grupo –desde directivos hasta periodistas–, como uno de los herederos del control y el poder del multimedios más grande de la Argentina.
Casey tiene 46 años, nació en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, y es hijo de la hermana de Magnetto. Se formó desde que tenía 20 años dentro de empresas vinculadas a su tío. Siendo estudiante de abogacía, ingresó a Papel Prensa a fines de 1987. Fue abogado de Radio Mitre, de Cablevisión, del estudio Sáenz Valiente & Asociados y hoy es uno de los gerentes con mayor peso del Grupo: se ocupa de las relaciones institucionales.
Pero en la práctica, Casey es el arquitecto de muchos de los acuerdos que negocia el multimedios con los principales dirigentes políticos del país. Se reúne con aquellos que tienen –y sobre todo que tendrán– un rol clave en el poder: teje relaciones, aceita vínculos comerciales y cristaliza acuerdos.
Casi no existe espacio político de peso que no tenga algún tipo de vínculo con él. Le reconocen su “profunda” capacidad de negociación dentro del massismo, del sciolismo, del macrismo, del denarvaísmo y hasta mantiene estrecha relación con algunos ministros del kirchnerismo. Habla con todos: intendentes, diputados y presidentes de cuerpos parlamentarios. Ha visitado incluso a Sergio Massa, que hoy amenaza la hegemonía K.
“Pablo se está preparando desde hace años para ser el heredero del control de Clarín”, resume un diputado provincial de una fuerza opositora, que por claras razones, pidió no ser nombrado.
En su Chivilcoy natal le dicen desde chico “Cachecha”, así lo llamó durante años Florencio Randazzo, ministro del interior del kirchnerismo. Fueron amigos de la infancia, vivían a dos cuadras y crecieron juntos. Pero la relación se “congeló” hace unos tres años –cuentan cerca de ellos– cuando el Gobierno y el Grupo terminaron de desatar la guerra por la aplicación de la Ley de Medios. Aunque es poco convincente que por sus personalidades, hayan roto el vínculo.
El gerente. La estructura de jerarquía del grupo Clarín se sostiene con unos ocho directores de área y diez gerentes. En los papeles, Casey se ocupa de las relaciones institucionales, junto a otros tres gerentes que se enfocan en temas de regulaciones y de comunicación externa. Todos están por debajo de Jorge Rendo, director del área.
Quizá por el vínculo de sangre con el CEO del grupo, su sobrino, además de ser gerente en los papeles, tiene un privilegiado lugar dentro del directorio. El pasado 25 de abril, en la asamblea de accionistas –donde irrumpió Guillermo Moreno a los gritos–, Casey miraba desde un costado la controvertida participación del secretario de comercio.
Los políticos y periodistas del “círculo rojo” –formadores de opinión pública, no sólo del Grupo– que suelen sentarse con Casey le reconocen una particular habilidad a la hora de tejer relaciones con el poder. Se muestra campechano y hasta comienza las charlas hablando de fútbol. No evoca grandes viajes, sino de su gusto por descansar en el campo. Pero, cuando hay que jugar, coinciden, juega.
"Pablo es inteligente y un buen abogado, pero a la hora de negociar es un tipo muy áspero”, confirma un funcionario de peso en la cúpula de un espacio político que gobierna un importante distrito opositor del país y refleja: “¿qué político se va a animar a plantársele al sobrino de Magnetto?”.
La herencia. Es cierto que desde hace tiempo la estructura de las decisiones de Clarín son funcionales a una organización jerárquica, como en toda corporación, pero la sangre empuja con fuerza. “Pablo tiene la confianza de Héctor (Magnetto) y cuida sus intereses más que nadie, es su familia”.
Su diálogo es fluido con algunos intendentes tanto del oficialismo como de la oposición. Dos de ellos le confirmaron a PERFIL su sorpresa por haberlo visto sentado en mesas donde se tomaron decisiones en las últimas semanas.
Es cierto que Magnetto tiene dos hijos, que formalmente son sus herederos, pero por ahora, no participan de las decisiones ni del funcionamiento del grupo. Quizá, el CEO de Clarín, ya encomendó a su sobrino la continuidad de su legado.