“Hola, hola, ¿cómo va?”, se apareció Mauricio Macri en el living de una casa de San Miguel. Llevaba una bandeja de medialunas en la mano y un aire buscado de espontaneidad, pese a la cámara que lo seguía. Fue el 15 de septiembre del año pasado, durante el último de los timbreos nacionales realizado por el Gobierno en San Miguel. El Gobierno ya había entrado en un ciclo de depresión económica y política, y buscaba mostrar su cara más empática para minimizar la caída. El mes anterior, el Presidente y la gobernadora se habían mostrado con vecinos en Luján.
Ahora, a seis meses de aquella recorrida por el partido bonaerense de San Miguel, los estrategas del macrismo decidieron archivar el recurso de los timbreos. Si bien no descartan que algún municipio o incluso la propia gobernación lo repliquen nuevamente, antes del arranque formal de la campaña, las visitas a domicilio quedaron prácticamente descartadas como método nacional. “Ya perdieron espontaneidad. Habrá que apelar a otras acciones de cercanía”, afirma uno de los integrantes de la mesa electoral de Cambiemos. Su coordinador era un dirigente peñista: el secretario de Movilización y Voluntariado del PRO, Federico Morales.
A principios de febrero el macrismo había amagado con reactivar esa marca PRO antes de que empezara marzo. Pero la idea se diluyó, y ahora Marcos Peña la tiene desechada. En el medio, se viralizó una situación muy incómoda para el Presidente. Durante la presentación de un complejo de viviendas en Parque Patricios, Macri atajó como pudo el reclamo desesperado de un obrero que le exigía: “¡Hagan algo!”.
El equipo comunicacional de Casa Rosada sabe que existe el riesgo de repetir una escena similar, pese a que los timbreos (especialmente los de Macri y Vidal) se concretan en ambientes controlados. “El secreto del timbreo es que no fuera armado y que solo tuviera algo de previsión por la seguridad presidencial”, opina un funcionario de la Jefatura de Gabinete. Si bien las giras de los funcionarios por los barrios son una práctica conocida desde hace casi cien años en la política argentina, el macrismo las actualizó a partir de 2005: le agregó intimidad hogareña a los encuentros.
Sobre el mensaje oficial, Macri y sus ministros machacarán con la promesa de la luz al final del túnel. Tal fue la intención del spot reciente, en el que un empresario pyme y un jubilado concluían que el sacrificio era necesario. El objetivo es convencer a los votantes que, sobre todo en el último año, perdieron confianza en ese relato.
Arenga a los candidatos bonaerenses ‘sin tierra’
Con la idea de motivar a los candidatos a intendente “sin tierra”, aquellos en los que no gobierna Cambiemos, María Eugenia Vidal eligió San Miguel del Monte para hablarles a más de cien dirigentes del oficialismo. “Hay un ciclo en la Argentina que se terminó: el de la cadena nacional, el de la puesta en escena de la oscuridad impune y el de las promesas incumplidas sin costo. Siempre supe que el camino era difícil”, arrancó la gobernadora- “Yo sé lo que es tocar el timbre y que no te conozcan, empecé a recorrer la provincia cuando no me conocía nadie. Y nunca me di por vencida, así que sé del esfuerzo y del desafío que ustedes tienen”, agregó Vidal.
La escuchaban la senadora Gladys González (Avellaneda); el ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro (La Matanza); Guido Giana, concejal de Presidente Perón, quien participó del último timbreo con Vidal. También el ministro de Educación bonaerense, Gabriel Sánchez Zinny; y el ministro de Desarrollo Social, Santiago López Medrano, candidato en San Martín. Sorprendió con su buena alocución María Laura Fragueiro, la subsecretaria de Contenidos; pero no sorprendió la ausencia del ministro de Gobierno, Joaquín de la Torre. Tras el acto, en la quinta que tiene en Monte Ezequiel Pazos, de José C. Paz, el anfitrión invitó a un asado a López Medrano, Lucas Delfino (Hurlingham), Pablo Alaniz (Florencio Varela), Segundo Cernadas (Tigre) y Gabriel Mércuri (Lomas de Zamora) con el subsecretario de Asuntos Municipales, Alex Campbell.