POLITICA
Mercosur caliente

Fernández cenó con Lacalle Pou mientras se arrima a Bolsonaro

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Asado. La primera bilateral en Anchorena, al otro lado del río. | Presidencia

Al anochecer de un día agitado, el presidente Alberto Fernández se encaminaba a recibir en la quinta de Olivos a su vecino de Uruguay, Luis Lacalle Pou, en una reunión a agenda abierta, la primera bilateral presencial desde aquel cruce caliente entre ambos, en marzo pasado, respecto al futuro del Mercosur.

Las expectativas en el Gobierno en torno al encuentro, no obstante, eran bastante medidas. Prevalecía la lectura de que la cena tenía como meta recomponer el diálogo político entre ambos jefes de Estado, con la mira puesta en la discusión sobre la reforma del bloque. Y que cierta aproximación de Buenos Aires con Brasilia en este capítulo podía incidir a favor de la Argentina.

En julio pasado, en el marco de la transmisión de la presidencia pro témpore del bloque de Argentina a Brasil, Lacalle Pou sorprendió a los socios con el anuncio formal de que iniciaría negociaciones externas por fuera del Mercosur. Luego, Bustillo Bonasso y la titular de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, fueron los encargados de explicarlo.

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En una conferencia en conjunto, aludieron a la necesidad de modernizar el bloque, “a través de una agenda de negociaciones externas sustantiva, ágil, dinámica, flexible y permanente”.  Y contemplando la opción de las dos velocidades que la Argentina había sugerido en su momento frente al pedido de acelerar los tiempos en el acuerdo con Corea del Sur. La forma, más que el contenido, molestó tanto a Buenos Aires como al resto de los socios.

Lacalle Pou insistió con negociar por fuera del Mercosur: "No rompemos el bloque"

Brasil dejó en claro, en cambio, que su principal interés radica en la reducción del arancel externo común (AEC), el impuesto que pagan las importaciones. Y la Argentina presentó su propuesta en la siguiente ronda de negociadores con una rebaja mucho más gradual y acotada que la brasileña, rápida y transversal. Desde entonces, se buscó acercar posiciones, negociando sobre qué ítems resguardar.

El Gobierno no cambió de parecer sobre la necesidad de mostrarse cauto en la negociación con el mundo externo, más aún en tiempos inciertos de pandemia. Montevideo quiere ir a fondo con algunos acuerdos y, en principio, su canciller no comunicó que barajen alternativas al ser interpelado en la Cámara baja oriental. La aspiración de Uruguay es abrirse a China.

Allí es donde la Cancillería argentina encontró un punto de diálogo con el abordaje conservador de Itamaraty, no tan entusiasta como la pata geduista del gobierno de Jair Bolsonaro en cuanto a una liberalización sin topes: advierten  sobre el costo de que China pueda ingresar libre de aranceles a través de Uruguay. El tejido industrial local también lo había advertido y con ello, como puente, se acercaron posiciones entre los cancilleres, Solá y Carlos Franca, y los negociadores de ambos países.

El miércoles, en una comunicación del embajador argentino Daniel Scioli con el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Jorge Neme, quedó plasmada esa “sintonía” temporal, pragmática o no, entre los dos socios mayoritarios del Mercosur en cuanto a priorizar la discusión del AEC por sobre las negociaciones externas.