Con el aumento de las retenciones y la puesta en marcha de un dólar con recargo para turismo y ahorro que fija la ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, la Argentina vuelve a un esquema de tipos de cambio múltiples más marcado, más allá de la cotización del dólar oficial, el dólar Bolsa y el paralelo que se conocían.
El esquema no es nuevo, pero es bien visto por el nuevo ministro de Economía, Martín Guzmán, quien incluso escribió un análisis académico sobre sus beneficios, en compañía con el premio Nobel Joseph Stiglitz y el ex Cepal José Antonio Ocampo. Allí plantea aplicar impuestos para captar la renta de booms como los de commodities y administrarla para transferirla a sectores como la industria, dirigiéndola a las áreas que puedan generar los mayores beneficios a la sociedad.
“Políticas de tipo de cambio real para el desarrollo económico” se titula el estudio que se gestó en la Universidad de Columbia, a la que Guzmán llegó con una beca deportiva, de tenis. En La Plata participaba de los torneos interclubes.Quienes lo vieron jugar aseguran que es sólido. En Estados Unidos, llegó a pelotear en las canchas de Flushing Meadows, sede del US Open. No participaba del torneo de Grand Slam. Un convenio de Columbia permite usar las míticas canchas de cemento.
El análisis sobre el rol del tipo de cambio real plantea un sistema con múltiples cotizaciones para economías que operan en diversos sectores y con distintos grados de desarrollo.
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Transferencias. “El impacto de las políticas de tipo de cambio real aumenta cuando se complementa con políticas industriales”, marcan Guzmán, Stiglitz y Ocampo, quienes también apoyan la regulación del mercado de cambios y de los flujos de capital. Con esta política se puede mejorar las ganancias de los rubros transables y los nuevos sectores y exportaciones, y permiten corregir precios relativos, argumentan.
“El sistema de tipos de cambio múltiples ayudará a los sectores que tienen que pasar por un proceso de aprendizaje para ser competitivos. Esto quiere decir que el tipo de cambio real opera como una política industrial”, esgrimen.
Entre sus primeras definiciones como ministro de Economía, Guzmán defendió un dólar competitivo. Con Matías Kulfas, ministro de Desarrollo Productivo, analizarán con los distintos sectores de la economía local planes para el 2030. Las retenciones como forma de recaudación funcionan, en ese marco, como un método de transferencia de un sector competitivo, el campo, a la industria.
“Estos beneficios son importantes para todas las economías”, indica el estudio. “Pero son particularmente importantes para las economías en desarrollo, donde hay restricciones de crédito. Y si bien el tipo de cambio puede ser una política industrial, marcan que los recursos cambiarios deben combinarse con otras estrategias más tradicionales. También deben direccionarse los recursos a los sectores que presenten los mayores beneficios para la sociedad”.
En referencia a los ciclos de altos precios de commodities, por ejemplo, los economistas plantean que “las intervenciones podrían generar la capacidad de redistribuir los beneficios de un boom al resto de la economía y alinearían los precios con los retornos sociales marginales”.
Guzmán, hincha también de Gimnasia de La Plata y habitué del sector H del estadio del “Lobo” cuando volvía a Buenos Aires, ganó un concurso esta semana para reemplazar a Daniel Heymann como profesor de la cátedra de Moneda, Crédito y Bancos en la Universidad de La Plata.
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Consumo. El ministro de Economía, que durante su paso por Nueva York incluso se sumó a los pañuelazos en el exterior por el aborto legal, seguro y gratuito, –en la foto, con la economista Mercedes D’Alessandro y la ex embajadora en EE.UU., Cecilia Nahón–, aclara que la sustentabilidad de una política de tipo de cambio real competitivo y estable requiere coordinación con la política fiscal y monetaria.
Las políticas que alientan aumentos significativos en consumo basados en expectativas de futuros aumentos de productividad pueden fallar dramáticamente si no se cumplen esas expectativas. Si las políticas son sobre-expansionistas, pueden resultar en presión inflacionaria y dañar al tipo de cambio. El caso argentino figura en su estudio como una muestra de ese riesgo, con la política que se siguió a partir de 2010.