Monseñor Alberto Bochatey, obispo auxiliar de La Plata, es el hombre designado por la Conferencia Episcopal Argentina para seguir de cerca el debate sobre el aborto en el Congreso. “No soy el único”, aclara, e insiste en que su cargo “no es formal, sino parte de una decisión interna por un tema grande, complejo e inesperado”.
Con 62 años, acumula estudios sobre teología, salud y bioética en Argentina, Estados Unidos y el Vaticano. Ahora le tocó ser la cara más visible en una discusión que describe como un partido con la cancha inclinada: sostiene que los medios y el Ejecutivo están trabajando en pos de la aprobación del proyecto que legaliza el aborto. Cuenta que, desde el inicio del debate, él “tiene esperanza” pero no “confianza” y denuncia que hay un trato desfavorable para quienes defienden su postura.
—¿Cree que el tema del aborto fue una cortina de humo?
—Muchos nos dicen que lo largaron para tapar otras cosas. Pero pienso que si un político se pone a jugar con la vida para hacer una cortina de humo es un pusilánime. Y además un inepto, porque no se tapó nada. El dólar se fue a 28. Yo no creo que sea así, creo que fue un error de de percepción de por dónde va el pueblo, o incluso de cuáles son los problemas sanitarios más importantes. El aborto no es el primer problema sanitarista, será el undécimo o el cuarentésimo…
—¿Cuándo se inició el debate, imaginaba que se pudiera lograr una mayoría en Diputados?
—Sin dudas pensamos desde el inicio que era un tema muy serio y que había posibilidades de que pudiera salir la ley. Confiábamos en que no y teníamos esperanza. De hecho, la ley no salía hasta esa misma noche. Empezaron a actuar a las 3 y media, 4 de la mañana, con los teléfonos….
—¿Desde el Gobierno?
—Obvio. Del Poder Ejecutivo. Iban perdiendo la votación y a las 3 y media de la mañana empezaron a funcionar los teléfonos. A la hora de la votación, aparecen cuatro votos que supuestamente iban a ser en contra. Ese mismo día sale firmado un crédito para la provincia de La Pampa, que iba a ser de 400 millones, por 900 millones. Ganaron por cuatro votos que se dieron vuelta. Es nada para un tema como éste, que supuestamente es un grito nacional. Estamos aún a mitad de camino…
—¿Cree que será distinto el debate en el Senado?
—En el Senado es más factible dialogar, porque son menos. Pero algunos no nos contestan, eso de la democracia y el diálogo está por verse.
—¿Los intenta contactar uno por uno?
—Nos hemos repartido. Tal vez hay alguna persona que es amiga del senador y lo contacta. Que quede claro: el senador va a hacer lo que él piensa, no va a cambiar por lo que yo hable. Pero nos permite indicar si hay información incorrecta. Por ejemplo, todavía se habla de 500 mil abortos por año, eso sería 57 abortos por día, los 365 días del año… Es un disparate...
—¿Tienen un conteo de votos de cara al 8 de agosto?
—Vamos registrando todo. Nos interesa escuchar a todos para corregir si hay incorre-cciones, o facilitar argumentos a quienes están a favor. Queremos que se discutan con argumentos. Ir revoleando una bombacha no es un argumento, decir que se murió tu madre por un aborto no es causa para cambiar la legislación de un país. La diputada que lloró aparece hoy como un héroe nacional, pero no podemos legislar con emociones.
—¿Si sale la ley, qué le sugeriría hacer a las personas que le consulten?
—A nosotros como obispos no nos van a pedir que hagamos abortos. Nosotros tampoco le decimos a nadie qué tiene que hacer, nuestro rol es el de ayudar a discernir, indicar qué dicen los textos. Pero hay un montón de médicos, en Mendoza, Salta, San Juan y otros lugares, que se han pronunciado. ¿Qué van a hacer? ¿meter presos a 10 mil médicos? Nunca te puede obligar una ley injusta. Eso está en el Evangelio y en la historia de la doctrina social de la Iglesia, la libertad de conciencia y la desobediencia civil viene del tiempo de los padres de la Iglesia.
—¿Tiene alguna crítica a la campaña de las dos vidas? ¿Hubo algún exceso?
—Hemos visto y hemos sufrido mucha más presión y agresión los católicos y los que estamos a favor de las dos vidas. Nos han roto rejas, nos pintaron la virgen de verde… Imaginate que vaya yo a pintar algo del otro lado… También creo que hay una falta de objetividad en los canales de televisión, siempre que se habla del tema están las imágenes de los pañuelos verdes y nadie se anima a mostrar la imagen de un feto o un embrión. Los medios están fuertemente a favor de la ley del aborto pero ...¿Qué podemos hacer? ¿Comprar Clarín?
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Del Vaticano a La Plata, por el Papa
Bochatey fue ordenado como obispo auxiliar en La Plata tres días antes de que Francisco fuera elegido Papa. Cuando habló por primera vez, Bergoglio le dijo “venite que te quiero ver de obispo”, cuenta entre risas. El año pasado, el Pontífice lo designó como interventor del Instituto Próvolo en Mendoza, ante graves denuncias de abusos contra menores. El título que ostenta es el de Comisario Apostólico ad nutum Sancta Sedis, pero él aclara que no es un “comisario” que investiga sino un interventor administrativo. En distintos períodos, acumuló 16 años viviendo en el Vaticano antes de ser designado “obispo de Monte di Madagascar”, un título apostólico simbólico, y segundo del arzobispado de La Plata. Llegó a esa arquidiócesis bajo la dirección de monseñor Héctor Aguer, reemplazado el mes pasado por monseñor Víctor Manuel Fernández, un hombre muy cercano a Francisco. Como arzobispo porteño, Jorge Bergoglio lo había designado director del Instituto de la Familia de la UCA y vocero en temas de bioética.