La Iglesia espera que hoy haya más de 50 mil fieles en Luján. Y pretende que las mujeres sean mayoría. Será su forma de plantarse contra el proyecto de legalización del aborto que impulsa Alberto Fernández. La bala de plata del Episcopado, sin embargo, no estará puesta en las movilizaciones callejeras. En un reparto de papeles no del todo consensuado, pero a su vez efectivo para la cruzada celeste, esa parte de la resistencia quedará para los movimientos evangélicos. La Iglesia Católica se concentrará en bajar capilarmente su línea en misas y sermones, a través del mensaje de obispos y curas. Lo hará con especial énfasis en las provincias y zonas más conservadores, apuntando a influir sobre gobernadores y senadores.
Así, se repetirá el esquema de coordinación que, en agosto de 2018, logró frenar con lo justo la legalización en el Senado. Hace un año y medio, el resultado fue 38 contra 31, con dos abstenciones y una ausencia. Pero hay una diferencia respecto a aquella votación: ahora el Presidente empuja explícitamente el proyecto. Si bien lo hace desde un discurso centrado en la salud pública, y no en la voluntad individual de la mujer, su voz podría resultar determinante para los senadores sin una postura definida.
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La Iglesia quiere encarnar nuevamente la voz doctrinaria en contra de la interrupción voluntaria del embarazo. “Lo nuestro son las misas. Es lo que sabemos hacer”, admite un dirigente religioso. El obispo de San Isidro y presidente del Episcopado, Oscar Ojea, será el encargado de dar la homilía en la basílica de Luján, desde hoy a las 11 de la mañana. Ojea es un francisquista puro, moderado en lo ideológico y de diálogo fluido con el oficialismo, al punto que habla o se encuentra semanalmente con el eterno secretario de Culto del kirchnerismo, Guillermo Oliveri.
Pero esta vez Ojea mostrará los dientes. Bajo el eslogan “Sí a las mujeres, sí a la vida”, dará un discurso blindado en contra del aborto. “Vamos a reunirnos para pedirle una vez más a la Virgencita que proteja y cuide la vida de cada uno de los argentinos que se va gestando en el vientre de las madres”, anticipó ayer Ojea por Canal 9. Lo hizo en el programa Claves para un mundo mejor, donde el Episcopado tendrá un espacio fijo.
Ojea agregará otro reclamo: que no haya un debate exprés. Invocará a su vez al papa Francisco. En las últimas semanas, desde el Episcopado profundizaron esa estrategia: dejar en claro que Jorge Bergoglio rechaza el aborto sin matices, pese a su afinidad con el albertismo.
“Me asocio al compromiso de custodiar y proteger la #vida humana desde el principio hasta el fin natural”, difundió en redes la Conferencia Episcopal. Se trata de una frase papal, pronunciada el 2 de febrero pasado. En su plan comunicacional, la Iglesia también publicitó el testimonio antiaborto de figuras como José María “Pepe” Di Paola, uno de los curas villeros cercanos a Bergoglio.
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Envuelto en sus propias internas palaciegas, para Francisco sería un golpe político que el aborto se legalice en su país. Los halcones del Vaticano lo capitalizarían en su contra.
En adelante, el Episcopado machacará con su mensaje: sobre la interrupción del embarazo no hay chances de acuerdo, negociación o compensación. Ni siquiera que el proyecto incluya la objeción personal de conciencia o que se implementen programas de asistencia para el cuidado del bebé y facilidades para la adopción. Tampoco representa un consuelo que Fernández haya sido franco con su postura, a diferencia del juego más zigzagueante que había tenido Mauricio Macri.
La causa celeste unifica tácticamente a los sectores internos de la Iglesia. Porque si bien Bergoglio activó desde Roma una renovación del Episcopado, armándolo a su imagen y semejanza, todavía existe un tercio de los obispos que se identifica con una línea ultraconservadora. Ese grupo ya no cuenta con un referente en funciones que tenga un perfil alto: ese papel lo cumplía el ex arzobispo de La Plata Héctor Aguer.
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Con menos ánimo de figuración, aparecen el obispo de San Rafael, Eduardo Taussig, y el de Salta, Mario Cargnello. Por debajo de ellos y del radar mediático, muchos curas están listos para dar pelea desde sus zonas de influencia. El objetivo es condicionar a los gobernadores y, en efecto dominó, a los senadores que les responden.
Tucho, de la dura crítica al tuit borrado
El arzobispo de La Plata, Víctor “Tucho” Fernández, tiró la piedra y escondió la mano. O mejor dicho: se arrepintió de tirarla. Desde su condición de dirigente muy cercano a Francisco, tuiteó: “Aunque comparta algunas cosas que dijo el Presidente, me duele muchísimo que primero cite a Francisco y luego hable de hipocresía para referirse a los que defienden la vida desde la concepción”. Pero poco después de haberlo enviado, borró el tuit.
Ex rector de la Universidad Católica Argentina, Tucho es una especie de outsider de la rosca católica. Proveniente del ámbito académico, tiene relación sin mediaciones con el Papa y milita en el ala moderada de la Iglesia.
Fernández sucedió en La Plata a Héctor Aguer en 2018, tras una depuración de la conducción empujada por Francisco. Su rechazo a la legalización del aborto, sin embargo, muestra que el proyecto albertista pondrá en pausa los matices que existen dentro del organigrama eclesiástico.