La sociedad argentina hace mucho que se debe una larga y profunda discusión sobre la defensa nacional, el rol del instrumento militar y la definición de nuestros objetivos estratégicos. Con el proceso de redemocratización, se dieron los primeros pasos para la reconceptualizacion de la defensa nacional y la seguridad interior en nuestro país. Pero, más de un cuarto de siglo después, todavía queda un largo trecho por completar.
El periodista Jorge Lanata brindó este domingo una breve mirada sobre la actualidad de nuestras Fuerzas Armadas. Pero su enfoque estadístico tan solo nos acercó a elementos superficiales, sin poder tomar a consideración graves problemas estructurales que existen tanto dentro de las Fuerzas Armadas como en los procesos de decisión a nivel legislativo y ejecutivo nacional que han definido las políticas de defensa durante las diversas administraciones.
El principal problema es que hoy nuestras Fuerzas Armadas no tienen un “norte”, un objetivo claro para su futuro desarrollo y empleo. Ya a finales de los ochenta y principios de los noventa -con la desactivación de las hipótesis de conflicto con países vecinos en el marco de nuevos procesos de integración económica y productiva. Y años después con el cambio en la metodología, de planeamiento en base a hipótesis de conflicto al planeamiento por capacidades, se perdió claridad sobre cuál es el rol de las fuerzas armadas en nuestro país y para qué y cómo se preparan.
La indecisión por parte de los gobiernos de turno, contribuyó al progresivo deterioro de todos los aspectos que componen nuestro instrumento militar, en casos trayendo nuevos problemas y en otros exacerbando problemas preexistentes. Se destaca:
- Una clara ruptura de la cohesión.
- Falta de “conjuntez” en las Fuerzas. No logran cumplir objetivos en lo individual ni en su componente conjunto.
- Amiguismo junto con el apañamiento de la corrupción, falta de autocrítica profesional y superación propia.
- Falta de continuidad en la implementación de políticas y planes de mediano y largo plazo.
- Los medios aún en servicio de mayor relevancia fueron incorporados en su gran medida por la última dictadura militar. Aunque de gran validez y aún con potencial, la misma dictadura se encargó de destruir buena parte del complejo industrial y productivo que debía sostener y financiar este instrumento, hecho que no fue revertido por las subsiguientes administraciones.
- Falencias pre-existentes, incluso desde la década de 1960, como en el caso de medios dados de baja sin reemplazo y falta de modernización influenciada por las distintas etapas de default, lo que ha afectado los procesos de mantenimiento, modernización y compra de equipo.
- El "Compre nacional" se ejecuta en plazos y cantidades insuficientes, se evidencia en muchos casos en la falta de articulación del sector público y privado, incluso con firmas extranjeras, dando lugar a una “industria del prototipo”.
- Bajo nivel de alistamiento, despliegue y ejercitaciones, siendo cada vez más escasos los ejercicios con fuego real. Esto deriva en un déficit en las capacidades a nivel nacional.
- Unidades con falta de personal y un marco legal aún no definido para la Reserva Militar Activa.
- Se priorizan los compromisos con la ONU en detrimento de la capacidad nacional, la cual es postergada.
- El problema salarial, aunque levemente mitigado, contribuye a la fuga de personal calificado, perdiéndose valiosos recursos invertidos en los procesos de capacitación y administración dada la migración de personal al sector privado. En este ámbito, los casos más claros son los de la Fuerza Aérea, Aviación Naval y Aviación de Ejercito.
- Un proceso de desfinanciación, ya que actualmente el presupuesto en su gran porcentaje es dirigido al pago de sueldos, junto a retiros y pensiones.
Por ultimo, hay un problema que excede el ámbito de las fuerzas armadas y los procesos de decisión política en el gobierno. Este es la interpretación que tiene nuestra sociedad sobre las Fuerzas Armadas. Es una interpretación que se basa fuertemente en las atrocidades de la Dictadura, los efectos del regreso de la Guerra de Malvinas y el discurso político de las últimas décadas que no presenta espacio para la reconciliación entre nuestra sociedad y sus fuerzas de seguridad.
Mientras el gobierno y los distintos actores políticos no tomen la iniciativa de concientizar de que las Fuerzas Armadas son parte integral de nuestra sociedad, así como un instrumento esencial del Estado argentino, no se podrá avanzar en la discusión de una agenda de defensa y por ende, será aún más costoso el consolidar una política de defensa al largo plazo que acompañé a nuestro país en su desarrollo y fortalecimiento, tanto a nivel nacional como en lo regional e internacional.
(*) Analistas internacionales especializado en política exterior, defensa, seguridad y derechos humanos. Especial para Perfil.com