La voz de Licio Gelli llega del otro lado de la línea telefónica, desde su residencia de Villa Wanda, en la ciudad de Arezzo, Italia. Suena avejentado, pero todo permanece en su mente como una sucesión de diapositivas: sus recuerdos sobre la Argentina, la forma en que conoció a Perón, el modo en que esparció su influencia sobre el tercer gobierno justicialista a través de la P2, sus acuerdos con la dictadura militar, sus años como prófugo de la justicia europea en el Río de la Plata. Poder y oscuridad combinados en la memoria de un solo hombre.
“Perón era masón, yo lo inicié en Madrid, en Puerta de Hierro, en junio de 1973”, reafirma cuando se le pregunta sobre el acto por el que convirtió al jefe del justicialismo en miembro de la masonería.
—¿Cómo fue la ceremonia?
—Fue una ceremonia simple. No era difícil. Era un rito llamado al "Orecchio del maestro" (al oído del maestro).
Gelli no titubea sobre los recuerdos de cuatro décadas atrás, a pesar de sus 89 años de edad. Pocos personajes en el mundo fueron vinculados a una cantidad semejante de conspiraciones como las atribuidas al capo de la P2.
La comisión del Parlamento italiano que lo investigó le endilgó contactos con servicios secretos de 32 países. Se le imputó en 1971 la participación en un intento de golpe de Estado contra el gobierno italiano, en connivencia con los servicios secretos del Ejército. Además fue identificado como miembro de la agrupación internacional anticomunista Gladio, a la cual se atribuyen atentados en diferentes países.
Investigaciones periodísticas lo asociaron también con la misteriosa muerte del papa Juan Pablo I y con el escándalo del Banco Ambrosiano, que terminó con el banquero Roberto Calvi colgado del puente Blackfriars de Londres.