POLITICA
diálogos del ex presidente

Los números de Macri y la teoría de la crisis asintomática

Se muestra optimista con las chances de JxC en 2021 y 2023. Reconoce que los liberales les restan votos pero que suman los desencantados del Gobierno. Ahora se mete en la rosca política. Ayer estuvo en Pinamar.

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Descontracturado. El ex presidente, ayer recorriendo la playa junto al intendente Martín Yeza. | twitter

En la intimidad, Mauricio Macri se muestra confiado. Siente que cada vez más gente asume como un error haber votado a Alberto Fernández, que su dificultosa gestión se va revalorizando a medida que se profundiza la crisis económica y que tanto en 2021 como en 2023 Juntos por el Cambio saldrá victorioso en las elecciones. ¿Exceso de optimismo?

En las últimas semanas el ex presidente profundizó los encuentros con dirigentes del espacio, en donde intercambia ideas y pronósticos. Algunos los toman con pinzas, sobre todo los que reconocen las dificultades del Gobierno pero dudan de la capacidad de reconquistar al electorado de JxC.

Hay una aritmética que hace Macri para las elecciones legislativas. Reconoce, como contó PERFIL, que los liberales como José Luis Espert y Javier Milei (aunque también el espacio de Ricardo López Murphy) pueden crecer y quitarle votos a JxC. “Nosotros retenemos un 42 por ciento y ellos un 8, es un 50% de voto opositor”, enumera. ¿Pero cómo mantiene JxC una cifra similar a la de 2019 si los liberales les sacan votos? “Nos sacan los liberales pero nosotros sumamos los desencantados del oficialismo, que baja a 35 ponele”, se entusiasma. 42-35-8, serían los números de Macri.

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¿Es verosímil? Encuestadores consultados por PERFIL lo ponen en duda. Están viendo una consolidación de un espacio liberal, aunque todavía sin certezas de hasta dónde pueden crecer y con el interrogante de si la polarización termina generando un voto útil. Opinaia, por ejemplo, les dio un 6% de intención de voto al espacio de Espert. Además, detecta que hay un 41% de “independientes” que no conforman la grieta, de los cuales solo 12 podrían votar tanto al oficialismo como a JxC. “Es difícil pensar que un peronista enojado con el Gobierno se vaya con ellos”, analiza un encuestador ante la consulta de PERFIL.

"Nosotros retenemos un 42% y los liberales un 8%. Es 50% de voto opositor"

Otros dirigentes del macrismo son más cautos. “Soy optimista, pero hay que ir paso a paso y no cantar victoria”, sostiene una de esas voces. “Hoy todo indica que nuestras ideas están más fuertes que las de ellos, que no hay confianza en el Gobierno, pero es muy pronto para saber lo que puede pasar”, agrega. Y remata: “El país estuvo 8 meses parado, con un poquito más de actividad, con las vacaciones, la vuelta al colegio, te puede cambiar un poco el humor social”.

“Siento que somos más del 41% porque muchos se dieron cuenta que el asado no llegó”, dijo hace unos días Macri en un Zoom partidario. Al ex presidente le gustaría que se instale la idea de que su sucesor prometió cosas que no podía cumplir. Años cerca de Jaime Duran Barba y Marcos Peña les dejaron una enseñanza: recurrir a ejemplos de gente común para sustentar una idea. Por eso ahora repite una charla que tuvo con el dueño de un pyme de Avellaneda, quien le confesó que había convencido a sus empleados de votarlo a Alberto. “Nos equivocamos, estábamos muy enojado con vos, sobre todo por las tasas altas”, cuenta que le dijo. La otra es la de una moza de un restaurante al que fue a comer con su hija Antonia. “Hay que volver”, le dijo.

“Mauricio tiene un pensamiento de ingeniero, piensa que porque expliques la gente va a cambiar su sensibilidad hacia vos. La gente sigue con bronca”, analiza una fuente del PRO.

“You win”. Entre tanto optimismo, Macri le deja transmitir a sus invitados un ánimo descontracturado. Esta semana se fue a Tandil, donde jugó al golf, y ayer estuvo en Pinamar, junto al intendente Martín Yeza y Hernán Lombardi. Allí jugó al paddle. No es el mismo de la última parte de su gestión, en la que incluso confesaba que había pasado los peores meses de su vida después del secuestro. Cree que en el contexto de pandemia le hubiese sido muy difícil mantener la gobernabilidad. En una reunión contó que hace unos meses lo llamó el rabino Dov Beer Riger Hacohen, más conocido como el Admor de Malta. “You win”, le dijo, ironizando en relación a lo complejo que le hubiese resultado.

Pero no solo la pandemia cree que le hubiera complicado la gobernabilidad. Un triunfo ajustado en el ballottage, nuevamente, podría no haber sido suficiente para mejorar el vínculo con sectores como el sindicalismo o los movimientos sociales con los que nunca tuvo una relación armónica. Y allí tiene otra anécdota. A gente que lo visitó le contó que su hija Agustina le comentó extrañado: “Se ve que está todo muy mal, pero en silencio”. “Esos son los fabricantes de piedras”, resume Macri.

Asintomática. Muchos dirigentes del PRO ven con asombro esta nueva versión de Macri involucrándose en charlas de rosca política. En esas tertulias, plantea que el “desastre económico recién comienza” pero es optimista respecto a las chances de que en 2023 se concrete el “fin del populismo”. “Estamos recorriendo caminos inexplorados”, analiza sobre un peronismo teniendo que gobernar sin recursos.

La duda que plantea más de uno es por qué esta vez Juntos por el Cambio podría aplicar un plan de equilibrio económico y lograr que la sociedad la acepte. “Nos tocó gobernar con una crisis asintomática”, describe Macri sobre el contexto con el que recibió el país. La interpretación es que ahora quedó en evidencia esa crisis y que al asumir un nuevo gobierno de JxC habría menos resistencia para las políticas de ajuste que implementó.

"Estamos recorriendo caminos inexplorados", dice sobre el contexto político y social.

¿Pero a quién se imagina asumiendo? Públicamente dice que es momento de que crezcan todos los liderazgos. Lo destaca a Larreta, pero también a María Eugenia Vidal o al radical Alfredo Cornejo, con quien se cansó de pelear cuando era gobierno.

Pero hay un concepto que decía en la intimidad y que en una entrevista planteó públicamente: el del temor al parricidio. “Es la historia de la humanidad, no es algo personal”, explica. Pide que todos sean “respetuosos”. No sabe cuál será su rol, pero sin dudas no quiere quedar en la intrascendencia. Busca reconocimiento.

Con Larreta hablan seguido. La diferencia de estilos está marcada. Macri lo defiende en las reuniones, pero deja advertencias: “Cada uno tiene su estilo, y está bien, pero tenés que encontrar un equilibrio, porque el conflicto es inevitable y si no reaccionás podés quedar como un débil sin autoridad”. Esta semana volverán a verse cara a cara. El miércoles se hará la primera reunión presencial de las cabezas del PRO (iba a ser la semana pasada pero se postergó). Llevará su optimismo, pero también sus temores al parricidio.