Algo demorado, probablemente por el vuelo, el presidente Alberto Fernández pudo, finamente, abrazarse con Lula da Silva en la rampa de acceso de los jefes de Estado al Palacio del Planalto en Brasilia. Fue minutos después de las 13 horas y continuó con la reunión bilateral privada.
Luego de una hora de conversación, ambos se dirigieron al Palacio de Itamaraty donde ocurrió una ceremonia muy especial: Lula entregó a su colega y amigo, como se encargó varias veces de repetir, la Orden Nacional Cruzeiro do Sul, la máxima distinción brasileña. Las condecoraciones no terminaron allí. La primera dama Fabiola Yañez, también tuvo su propia medalla: la Gran Cruz de la Orden de Río Branco.
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Los presidentes saltaron, en diversos momentos, las formalidades. En sus discursos, ambos hicieron cuestión de resaltar el vínculo afectivo que los une. Fernández dijo estar “feliz” por exhibir el galardón, especialmente porque se cumplen hoy 200 años de las relaciones diplomáticas entre los dos países. Fue durante 1823, en tiempos en que Bernardino Rivadavia era canciller, cuando los argentinos reconocieron la independencia brasileña declarada en 1822 con lo que se llamó el Grito de Ipiranga.
Desde luego, más allá de estos subrayados fraternos, en este encuentro, el cuarto desde la asunción de Lula, las conversaciones giraron alrededor de varios asuntos, entre ellos, un balance del Mercosur que tendrá su próxima cumbre en Puerto Iguazú, el 4 de julio. Pero Alberto Fernández le puso un condimento especial, según sus propias palabras: “Usted tiene un amigo en problemas”, dijo mirando a su anfitrión. A su vez, Lula dio algunas pistas de lo que habían estado conversando. Dijo que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) brasileño irá a costear el tramo del gasoducto Néstor Kirchner que va desde la provincia de Buenos Aires hasta Río Grande del Sur. Y señaló que continúan las tratativas para que el BNDES financiar a sus empresarios las exportaciones hacia la Argentina.
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Al mandatario brasileño lo obsesionan, también, otros asuntos que pudo discutir con Alberto. En julio, recibirá el bastón de mando de la región de manos de su amigo argentino: con ese traspaso, que lo instituye como jefe (semestral) del bloque sureño podrá negociar mano a mano el tratado de libre comercio con la Unión Europea, especialmente con el francés Emmanuel Macron, cuyo Congreso votó en contra del tratado de libre comercio. Negociado durante 20 años, y con un texto donde estamparon la firma los dos ex presidentes Jair Bolsonaro y Mauricio Macri, nunca fue implementado.
Y ahora, Brasil rechaza una enmienda introducida este año por los europeos, que establece puniciones contra el país en caso de que no cumpla con los compromisos ambientales. Entre los temas económicos, Lula defendió la moneda de intercambio común entre los países del Mercosur. Como en otras oportunidades, el brasileño sostuvo que se precisa “avanzar en esa dirección, con nuevas y creativas soluciones que permitan una mayor integración financiera y faciliten el intercambio comercial”. Aclaró, para el frente interno, que esa “moneda” no reemplaza a las divisas nacionales.