Cerca de Mauricio Macri ya hay quienes quieren implantar una idea en su cabeza: después de que pase la tormenta, que se firme el acuerdo con el FMI y que termine el Mundial, se deben venir tiempos de cambio. Esos son los plazos que puso el Presidente para decidir si realiza modificaciones en su gabinete, un equipo que quedó diezmado después de tres semanas frenéticas para la economía.
Las principales críticas que escuchó en los últimos días se refirieron, en primer lugar, al sistema de decisiones y gestión que tiene el Gobierno. Esto es: dos vicejefes de Gabinete fuertes (Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, los CEO) que actúan como controladores, sostenidos por el poderoso Marcos Peña, y ministros acotados y auditados de manera permanente.
Las voces disidentes que escuchó el jefe de Estado, entre ellas las de Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Rogelio Frigerio, y hasta su mejor amigo, el empresario Nicolás Caputo, apuntaron a retomar un esquema de “ministros empoderados”. No todos, claramente, pero sí con un mayor margen de movimiento sin tener que consultar permanentemente a la Jefatura de Gabinete. “Hoy somos todos secretarios de Estado”, los define una fuente ministerial.
Los económicos. A ello se le suman las divergencias en el gabinete económico. El propio Presidente reconoció, en conferencia de prensa, lo que diversos actores de Cambiemos venían planteando: la desarticulación y la falta de cohesión entre los funcionarios que manejan los hilos de la economía. En otras palabras, “la coordinación”. Quintana lo escuchaba sentado en la primera fila. Y ahí es donde estará puesta la mira en este mes que se tomará Macri para evaluar cómo sigue.
Esta necesidad de avanzar con cambios fue uno de los ejes que se tocaron en la nueva mesa política que se reunió esta semana en la quinta de Olivos, donde estuvieron Peña, Frigerio, Emilio Monzó (uno de los más críticos de los CEO), y los radicales Gerardo Morales y Ernesto Sanz. “Si se tiene que cambiar, se cambia”, fue la reflexión que se llevaron de ahí los participantes. Les sorprendió, porque nunca antes el jefe de Gabinete se había mostrado tan abierto a los cambios. Y menos aún cuando esas determinaciones vienen de reclamos externos y no de la cocina del poder. “Igual fue la primera reunión, hay que ver cómo sigue...”, abrieron el paraguas después. “Mi duda es si será más de lo mismo”, se escuchó decir a uno de los miembros de la mesa. El martes próximo se volverán a reunir en la Rosada.
A examen. Pensando en eventuales salidas, nadie quiere poner muchos nombres sobre la mesa, en especial porque saben que quien tomará la decisión definitiva es Macri. La opción que va tomando impulso es la de que haya una reorganización en el gabinete, con ministerios fusionándose y cambiando el esquema de toma de decisiones. Eso, además, le permitiría al Gobierno dar también una imagen de “ajuste político”. Esto le transmitieron Vidal y Larreta al Presidente: muestras de austeridad, aunque no impliquen un recorte de magnitudes que sea decisivo para reducir el déficit fiscal.
Sin dudas, los cinco hombres que más injerencia tienen en los números de la economía deberán demostrar buenos resultados. Federico Sturzenegger (Banco Central), adjetivado como “caprichoso” por sus idas y vueltas en la política monetaria; Quintana, enfrentado con el titular del BCRA; Nicolás Dujovne (Hacienda), quien deberá mostrar su muñeca en la negociación con el FMI; y Luis “Toto” Caputo (Finanzas), fortalecido como un “salvador” en la mente del Presidente. ¿Habrá espacio para un ministerio que concentre en manos de Caputo otras áreas económicas? Frigerio ya adelantó que no le interesa ser un “superministro”. Seguramente tampoco esté en la mente de Macri, pero sí avanzar con la fusión de ministerios.
Quizás por ello se pusieron en la mira otros dos ministerios: Producción y Agroindustria, que a muchos les sorprende que sigan separados. Son los que comandan Francisco Cabrera y Luis Etchevehere. Esas dos carteras deberán poner atención ahora a los efectos de la “turbulencia”, por el impacto que pueda tener en sectores de economía la devaluación y la inflación. Pymes y economías regionales, dos puntos en los que deberá poner especial atención el Gobierno.
“Ocupado” y pensando en un ‘gran acuerdo’
A pesar de la crisis, Mauricio Macri se mostró calmo y pensando en acuerdos a largo plazo, según lo describieron quienes lo visitaron. Sin embargo, hay quienes notaron un cambio. Describen que lo vieron más “ocupado”. Si esa agenda más movida se tradujo en más preocupación, no obstante, no llegó a transmitírsela a sus ministros. “Se vio la serenidad del Presidente, algo que no es menor en momentos como este”, relató uno de los hombres que estuvo en la reunión de gabinete el martes último.
También, a la vez, notaron al primer mandatario más receptivo que en otras oportunidades. El regreso de la mesa chica así lo confirma. Claro que, hasta ver si realmente tendrá un espacio de poder, estará la respuesta sobre sus niveles de autocrítica a los vaivenes de la gestión.
A esto se le suma la idea de una gran convocatoria nacional. En Balcarce 50 la llaman “Acuerdos para el Desarrollo” e implicarían no solo la reducción del déficit fiscal (que el Fondo Monetario obligará a discutir) sino sentar a la oposición, gobernadores, Iglesia, instituciones de la sociedad civil y entidades empresariales para alcanzar consensos básicos.
Una suerte de reedición de lo que lanzó Macri en el Centro Cultural Kirchner en noviembre pasado. Aunque en esta oportunidad asoma la urgencia económica como telón de fondo.