“Hemos hecho cagadas”, se sinceró ayer el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, en un día que estuvo signado por sus declaraciones filosas. Un rato antes, en otra radio, disparó: “Está claramente definido de cara al 2015 que hay candidatos que representan a los monopolios económicos y mediáticos dentro del oficialismo y la oposición”. Cada palabra fue un mensaje con nombre y apellido.
Con “oposición” se refería, esencialmente, a Sergio Massa, pero la crítica de los candidatos del oficialismo apuntaba directamente al corazón de Daniel Scioli, el candidato del Frente para la Victoria que mejor mide en las encuestas.
Es cierto que no es la primera vez que el ministro sugiere públicamente sus diferencias con el gobernador bonaerense, pero la realidad es que hoy sus declaraciones toman otro sentido.
Randazzo está enojado: desde hace semanas esperaba el evento para anunciar la llegada de la primera formación del tren Sarmiento desde China, una gestión que corre bajo su cuenta. Siente como “personal” la negociación.
El evento iba a ser el miércoles pasado con la presencia de Cristina Kirchner, pero un rato antes de que comience, la Presidenta avisó por teléfono que no iba a estar “por cuestiones de agenda”. En su lugar mandó al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.
En la rueda de prensa, hablaron los dos –que coinciden en sus aspiraciones presidenciales hacia 2015– pero se notaba la incomodidad del ministro del Interior. Sentía que Capitanich le estaba robando el anuncio, además de que, precisamente, no tienen la mejor de las relaciones.
El Jefe de Gabinete se encargó de que la prensa reflejara que el anuncio era del Gobierno y no de Randazzo. Algo que, según sus propios funcionarios, lo hizo a pedido de Cristina.
“No existe el amor, existen las pruebas de amor y yo me siento acompañado por la Presidenta”, salió a aclarar el jueves pasado Randazzo, que hoy cumple 50 años. Será su último festejo antes de lanzarse formalmente (el próximo verano) para competir en la carrera electoral.