Apertura al debate, influencia sobre legisladores del interior y la posibilidad de presentar un nuevo proyecto son los ejes fundamentales de la estrategia de los obispos para frenar la aprobación del aborto legal en la Argentina. Como último resguardo, también se apuntará a poner sobre la mesa el derecho a la objeción de conciencia por parte de los médicos.
Por estos días, la Iglesia busca hacer valer su influencia sobre los diputados del interior y el Senado, porque estos son los legisladores más sensibles a la prédica eclesiástica. Esta última cámara, con representación igual para todas las provincias y fuertes vínculos con las gobernaciones, aparece como el principal aliado a la hora de evitar que se legalice el aborto. Sin embargo, también se buscará intervenir en el debate de Diputados.
De hecho, se está preparando un proyecto de ley propio que podría entrar en juego si crece el apoyo al texto que llegó al recinto con el aval de 71 diputados. Este y otros puntos están siendo coordinados de forma conjunta con representantes de otros sectores religiosos, el más importante de los cuales es la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (Aciera).
Según confiaron fuentes al tanto de la estrategia trazada por la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), la conducción eclesiástica fuertemente alineada con el papa Francisco, el objetivo es intervenir en el debate con argumentos fuertes, pero evitar en todo momento que los esfuerzos para evitar la aprobación de una ley que despenalice la interrupción voluntaria del embarazo se conviertan en una cruzada. Por esta razón se eligió como portavoz en este tema al obispo auxiliar de La Plata, Alberto Bochatey, un especialista en bioética con grandes dotes de comunicación.
Con un estilo adaptado a los tiempos que corren, la CEA inició una campaña con hashtag propio (#RespetuososDeLaVida). También hubo pronunciamientos desde diferentes diócesis. Los Curas Villeros se pronunciaron en contra del aborto y advirtieron que “lo primero que hay que hacer en nuestros barrios es luchar contra la pobreza con firme determinación, y en esto el Estado tiene las mejores herramientas”. Su declaración refleja otro dato clave de la posición de la Iglesia frente a este debate: quieren evitar que la importancia que dan a este tema los aparte de la prédica de la doctrina social, uno de los elementos más importantes del magisterio de Francisco.
La actitud que han adoptado casi todos los obispos parece encontrarse en las antípodas de las que el propio Jorge Bergoglio mostró para luchar –infructuosamente– contra la aprobación del casamiento igualitario. “No se trata de un mero proyecto legislativo (este es solo el instrumento), sino de una movida del Padre de la Mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”, dijo en 2010 Bergoglio en una carta sobre la Ley de Matrimonio Igualitario, que fue finalmente aprobada a pesar de su férrea oposición.
El tono medido de los comunicados emitidos por la CEA y las intervenciones públicas de varios obispos sobre el aborto están hoy lejos de los discursos sobre el “Padre de la Mentira”. Paradójicamente, quien tiene hoy el discurso más cercano a la prédica bergogliana de 2010 es el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer.
La razón, según confirmaron a este medio quienes conocieron de cerca la actuación de Bergoglio en 2010, es que en aquel momento perdió el debate interno para definir la estrategia de la Iglesia ante aquella reforma legal. De hecho, quien se impuso en aquel momento fue el propio Aguer, y el hoy Papa adoptó como propia esa línea de pensamiento por “fraternidad episcopal”, eso que en política se llama disciplina.
La objeción, el último recurso. En paralelo a la estrategia legislativa, también activaron a todas las asociaciones cristianas de laicos para que se sumen al debate. Un lugar especial en esta iniciativa tienen las organizaciones de médicos, quienes elevan el reclamo de la objeción de conciencia. La potestad de los profesionales de la salud de rechazar la realización de un procedimiento de interrupción del embarazo aparece como el último bastión de defensa contra la práctica.
Por ejemplo, el Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires expresó en un comunicado que “como profesionales de la salud” sostienen su “fidelidad ética al servicio de la vida, en todas sus etapas y circunstancias”. En un tono similar se expresó la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de San Juan (ASOG), que exigió “que se respete y garantice la objeción de conciencia en forma categórica”.