Cuando Mauricio Macri anunció ante la Asamblea Legislativa que se discutirían las leyes sobre la interrupción voluntaria del embarazo estaba lanzando, seguramente, una piedra que se transformaría en avalancha: el aborto, lo que sucede en torno al aborto con una frecuencia tan habitual como clandestina, es también la condensación de muchísimas historias: cuestiones que tienen que ver con la educación, la pobreza, la moral, las clases sociales, el valor de los discursos, y el sentido de las discusiones.
Una avalancha que a su paso produjo un corte en la sociedad: las conclusiones del estudio Situación de la opinión pública con respecto al aborto, de Amnistía Internacional y Cedes, realizado por Quiddity, dirigido por Luis Costa, son, siguiendo la imagen, tan sonoros como tajantes: un 98% de los argentinos sabe sobre el tema. Un 59% está o muy o algo de acuerdo con la legalización. Y dos elementos más para reflexionar: un 48% de las personas encuestadas conocen a alguien que lo hizo, mientras que un 63% considera que la Iglesia debe abstenerse de opinar sobre el tema.
Visibilizar lo real. Los datos suelen ser como focos. Iluminan algo que está. Les cabe a los que los reciben interpretarlos y –esencialmente– actuar en consecuencia. La frase final de las conclusiones contiene una interpretación que bien puede sintetizar lo que está sucediendo en la sociedad argentina y en la política: "El gobierno nacional abrió aparentemente un sendero para el intercambio de opiniones; en realidad lo abrió para visibilizar una realidad. Es probable que esto ahora, sea difícil de frenar".
Y esto se debe a que muchas de las cuestiones recorren transversalmente a toda la sociedad (por ejemplo, el sorprendente dato de que casi una de cada dos personas conoce a alguien que haya interrumpido voluntariamente un embarazo). Y, también, a que cuanto más se conoce sobre el aborto más de acuerdo se está con su legalización –con lo cual es dable concluir que a medida que avance el debate aumente la cantidad de gente que está de acuerdo–.
Precisemos, siguiendo a las conclusiones: "Si bien también una mayoría considera estar muy o bastante informado para debatir sobre el tema, se muestra una relación directa entre acuerdo con la despenalización y la consideración de información que se posee. A mayor información, mayor acuerdo. Los que se oponen, no se reconocen del todo capaces para el debate. Entre los muy informados (22%) el acuerdo con la despenalización es 53%; entre los poco o nada informados el valor de acuerdo desciende al 23% y 24% respectivamente.
Los que se oponen. El debate acaba de comenzar. Y entre los legisladores no parece, al día de hoy, replicarse ese casi 60%/40% que refleja el estudio. El mismo presidente Mauricio Macri, o la vicepresidenta Gabriela Michetti marcaron una posición "a favor de la vida", por seguir su expresión antiabortista.
Lo cierto es que quienes están de desacuerdo con la legalización son minoría. Pero una minoría particularmente activa y dispuesta a dar la batalla cultural hasta las últimas consecuencias.
Y aquí puede encontrarse el eco de las diferencias entre la Iglesia y el Gobierno (lo que despierta no pocas paradojas en el arco opositor).
Quienes están en desacuerdo, lo están de una manera sonora y notable. Los grupos religiosos, especialmente vinculados a las iglesias católicas y evangélicas, han sentado posición y tomaron el tema como una bandera. Seguramente otro reflejo: está en juego su capacidad de incidir en distintas instancias de lo cotidiano.
Aquí, el estudio brinda el mencionado dato de que el 63% de los encuestados consideran que la Iglesia debe abstenerse: hay más personas que piensan que no debe opinar que quienes están de acuerdo con el aborto. Las conclusiones son taxativas: "La sociedad argentina otorga hoy un rol periférico a la Iglesia Católica. Un 63% dice que debería mantenerse al margen, e incluso que lo que los legisladores deberían fundamentalmente considerar para su voto son los derechos de las mujeres (50%) y no sus creencias personales religiosas (9%)".
Educación sexual. Un 91% de los encuestados –otro número rotundo– considera que es clave. Y nuevamente en este aspecto se señala que no debe estar en manos de la Iglesia. "También se señala a la Iglesia Católica como una institución que tiene poco o nada de interés en que haya realmente educación sexual y reproductiva en las escuelas (63%) y que además realiza poco o ningún esfuerzo en que haya educación sexual y reproductiva (73%)".
No solamente se ha manifestado en las calles: en este estudio se expresa la sociedad con sus matices.
Son pocos los temas con tanto conocimiento por parte de la sociedad. El 98% de conocimiento, sumado un 70% de coincidencia en la importancia de la discusión permite concluir lo siguiente: "El debate que afrontará próximamente el Congreso sobre la despenalización del aborto en la Argentina se ha transformado no solo en agenda pública, sino en un asunto social masivo. El 98% de los entrevistados por lo menos ha escuchado hablar sobre su tratamiento“. Este valor es inmenso. Por eso, la necesidad de debatir. Y de no quedarse en la discusión.