Mi primera PC fue una IBM XT, hacia un año que se habían inventado y la compré en Macy’s en Nueva York en 1983, el último año del gobierno militar, cuando me tuve que ir del país y viví allí. Mi primera laptop no fue una laptop sino el primer word processing portátil –las laptop todavía no se habían inventado a fines de los ’80– con la que viajaba a hacer notas. A comienzo de los ’90, antes de que se inventara la Web en 1995 pero ya con mi primera verdadera laptop, en los viajes no sólo transmitía textos sino también fotos a través de la línea de teléfono internacional normal usando un programa que se llamaba Zterm: el único problema era que el teléfono costaba ocho dólares el minuto. Antes de todo esto, pero no tanto antes, los periodistas usábamos la teletipo. Y antes de antes, las textos se pasaban a letras de plomo en máquinas que se llamaban Linotype. Pero aún en esa época, el periodismo se hacía con cables y teclados. Menos veloces, y fundamentalmente mucho más costosos, pero cables y teclados.
Velocidad y costo: esa es la diferencia. Hace diez años le pregunté a un ingeniero experto en fabricación de máquinas de impresión de diarios desde cuándo la técnica permitía que los diarios se hicieran a color. Él me respondió que casi desde siempre, incluso a principios del siglo pasado, técnicamente siempre fue posible pero era económicamente inviable.
Lo que quiero mostrar es que para los periodistas existió una forma de Web antes de que existiera la Web, que siempre trabajamos con cables y teclados (y tanta fuerza como dice la canción de Árbol). Que con la herramienta con la que hoy contamos y antes no, es una forma de distribución diferente por la cual podemos llegar a todos inmediatamente y gratis (recordar las claves: velocidad y costo). Alguien podrá decir: pero eso ya se había logrado con la radio y la televisión. La respuesta es no. Por lo menos no totalmente para el periodismo critico.
Explico: la radio y la TV son una concesión del Estado, en los países más evolucionados Estado y gobierno son cosas diferentes, existen valores institucionalizados como la seguridad jurídica y la división de poderes. Pero en los países menos evolucionados, como el nuestro, todo lo anterior se declama pero no se cumple y el gobierno de turno cobra un peaje: el precio a pagar para estar en TV es no hacer periodismo crítico. Sobran ejemplos: la gran mayoría de los periodistas que año tras año la población elige como los más creíbles, no están en el la televisión abierta: Lanata, Nelson Castro, la misma Magdalena. Se deben conformar haciendo cable o programas culturales (esto quiere decir no políticos) o deportivos como Víctor Hugo, o haciendo radio. Y en casos extremos ni siquiera como Pepe Eliaschev que tampoco está pudiendo hacer radio.
Otro fenómeno preocupante es lo que está sucediendo en el cable: con la fusión en un solo grupo, Clarín, controlante de Multicanal y Cablevisión, la diversidad de contenidos está amenazada. Por lo pronto ya desapareció el único canal de política y economía, P&E, y los canales de noticias como Crónica y Canal 26 (no así TN, que es de Clarín) fueron mudados de la grilla de las primeras ubicaciones al fondo del dial: esto a Crónica le costó perder más de la mitad de su audiencia.
En síntesis: con la excepción de Internet, en todos los otros medios de comunicación instantáneos hay algún tipo de injerencia del Estado lo que crea una red de censura, autocensura o censura sutil para el periodismo crítico. Hasta hace algunos años, sólo en la gráfica (diario y revistas) era posible escapar a ese control. Y ahora se suma Internet.
Por eso perfil.com. Siempre me hacen la misma pregunta: ¿Por qué Perfil nunca se interesó por la radio o la TV? Siempre respondo lo mismo: porque en la Argentina de la inseguridad jurídica no podría hacer periodismo crítico (o sea periodismo).
No quiero ilusionarme en exceso pero creo que la llegada que la Web alcanzó puede permitir ganarle a la censura. El consumo masivo de los medios es inversamente proporcional a su costo: aquellos que paga 100% el consumidor, libros o teatro, por ejemplo, es decir son caros para el consumidor, sólo tienen audiencias limitadas a una elite. Por el contrario, aquellos medios que paga 100% la publicidad, radio y televisión abierta, por ejemplo, como no tienen costo para el consumidor tienen audiencias enormes. Los diarios y las revistas están en el medio, una parte de su costo lo paga la publicidad, otra el consumidor; por tanto su masividad nunca es completa. Internet va camino a tener audiencias del tamaño de las de la radio y la TV. Allí vamos.