Vaca Muerta, esa promesa eterna de autoabastecimiento y generación de divisas. La pandemia incrementó las crisis y las dudas respecto al potencial del yacimiento no convencional. A partir de la designación de Darío Martínez en la Secretaría de Energía, un dirigente neuquino de perfil productivista y buena línea con los gobernadores interesados en aumentar la inversión (y el 12% de las regalías provinciales que reciben), el oficialismo busca darle un nuevo impulso a la reserva de shale oil y gas. Hay otro dato político que también apunta al relanzamiento de Vaca Muerta: el repentino silencio del ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Juan Cabandié, quien había hecho objeciones ecologistas hacia el fracking.
Pero la pandemia atenta contra ese despegue. También lo hace el congelamiento de las tarifas. Si bien el objetivo de ese freno de mano en las boletas es mantener a raya la inflación y pisos mínimos de acceso para la población y la economía, al mismo tiempo atenta contra la llegada de inversiones a Vaca Muerta. Tironeado entre ambos objetivos, el ministro Martín Guzmán ya anticipó una suba para el año próximo. Dijo que "las tarifas de servicios deben actualizarse de una manera que acompañe el crecimiento de los precios", al referirse al proyecto de Presupuesto 2021.
En paralelo, Martínez todavía no asumió como Secretario. Recién el jueves pasado le tomaron la renuncia como diputado nacional por Neuquén. Así, la transición en ese área viene demorada: varios funcionarios presentaron su renuncia, pero todavía no les fue aceptada.
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El recambio en el organigrama estatal (la Secretaría de Energía además pasó de la órbita del Ministerio de Desarrollo Productivo a la de Economía) agrega incertidumbre. Las proyecciones de desarrollo progresivo de Vaca Muerta para los próximos cuatro años también quedaron en stand by. El ministro Guzmán ya tiene en sus manos un plan a cuatro años, que generaría un ahorro de 10 mil millones de dólares al reemplazar importaciones de gas y de gasoil. Se trata de un objetivo ambicioso, sujeto a una serie de condiciones políticas: subir las tarifas y seducir nuevos inversores. Porque Vaca Muerta necesita un flujo permanente de capitales.
Hasta el momento, las empresas que más invirtieron en esa zona fueron YPF y Tecpetrol. La primera de propiedad del Estado en un 51% de su capital accionario; la segunda es el brazo petrolero de Techint.
Incluso existen voces que señalan los riesgos y la contracarta de yacimientos como el de Vaca Muerta. Una de ellas es la de Enlace por la Justicia Energética y Socioambiental (EJES), un colectivo de organizaciones especializadas en el debate energético y socioambiental de la Argentina.
“Desde su creación, el sector del fracking no ha logrado producir suficiente efectivo para satisfacer su voraz apetito por el financiamiento. Desde 2010 hasta 2018, las compañías tuvieron un flujo de efectivo negativo agregado de US$ 181 mil millones. Debido a eso, muchas compañías de petróleo y gas han recurrido a la deuda y a la emisión de capital para mantener sus negocios a flote”, citan en un informe reciente.
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Los yacimientos hidrocarburíferos convencionales requieren una inversión inicial fuerte que después, una vez hechas las exploraciones y perforaciones, se amortiza en la etapa de extracción. En la producción no convencional, la fractura de la roca y realización de los pozos obliga a una inversión permanente. Y la caída del precio del crudo por la pandemia potenció el problema.
La dinámica de Vaca Muerta fue afectada directamente por la pandemia. El parate en el ritmo habitual de la Argentina y el mundo hizo caer el consumo: en concreto, empezó a sobrar petróleo. Especialmente porque el 95% del transporte todavía se mueve por derivados del petróleo.
Días atrás, la petrolera estatal YPF anunció la puesta en marcha de once equipos en Vaca Muerta, con una inversión de 50 millones de dólares. Eso aumentaría en un 50% la actividad que toda la industria desarrolla en Neuquén, corazón geográfico de Vaca Muerta.
El 4 de septiembre pasado, el CEO de YPF, Sergio Affronti, se había reunido en Neuquén con Darío Martínez y el gobernador Omar Gutiérrez. Ahí prometió activar la inversión. Lo hizo tras firmar un preacuerdo con el Sindicato de Petróleo y Gas, conducido por Guillermo Pereyra. La relación entre YPF y el sindicato, sin embargo, se mantiene tensa a raíz de las duras negociaciones paritarias en marcha.
“Este es el primer paso del plan de YPF para la reactivación de la actividad y así retomar el sendero de crecimiento de la producción que necesita nuestro país”, afirmó ayer vicepresidente de Upstream No Convencional de la empresa petrolera estatal, Pablo Iuliano.
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A mediados de mayo, con el desplome de los precios internacionales del petróleo, el gobierno fijó un precio sostén: el llamado barril criollo a 45 dólares. Ese monto establecido vía subsidios fue el de comercialización en el mercado local; es decir, el precio que pagan las empresas refinadoras a las productoras. El oficialismo buscó así preservar los niveles de actividad y producción.
“Este año las inversiones de la industria no van a llegar a los 3 mil millones de dólares. Y para desarrollar Vaca Muerta se necesitan entre 7 mil y 10 mil al año”, opina el ingeniero y especialista Víctor Bronstein, director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad.
Desde el gobierno de Cristina Kirchner, Vaca Muerta se mantiene como una suerte de esperanza blanca para empujar la entrada de dólares. Días atrás, la vicejefa de Gabinete Cecilia Todesca se refirió a esa promesa eterna. La economista detalló que "necesitamos exportar más, que nos queden más dólares genuinos. Vemos que van a crecer pero esa proyección está atada a lo que pase en el resto del mundo. Tenemos capacidad para exportar más pero no sabemos bien qué va a pasar, por ejemplo, con el precio del crudo para que Vaca Muerta exporte".
La segunda de Santiago Cafiero a su vez bajó las expectativas: "Para el año que viene vemos algo intermedio. No vemos un boom exportador".
El gobierno, sin embargo, no pierde las esperanzas. La reactivación de YPF va en esa línea. El Banco Central también tomó una decisión con más de un ojo puesto en Vaca Muerta, al permitir el giro de utilidades de las multinacionales a sus casas matrices.
Ante este panorama, hay una voz que perdió efecto dentro del gobierno: la del ministro Cabandié. En mayo pasado, había dicho que eran "alarmantes" los residuos que deja la actividad hidrocarburífera y que las empresas "se manejan con total impunidad". Los gobernadores de las provincias que reciben regalías hidrocarburíferas rechazaron (o directamente ignoraron) la opinión del ministro.