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Tiene 58 años

Diplomacia, fútbol y bombas: la historia desconocida del nuevo guardián nuclear

Rafael Grossi es embajador argentino en Austria y el primer latinoamericano en presidir la Organización Internacional de Energía Atómica. Tiene ocho hijos y es DT de fútbol Sub 13.

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Trayectoria. Diplomátco de carrera, ávido lector, fan del fúbtol, el tenis y corredor de maratones. | ap

Se podría decir que esta fue una de las mejores semanas en la vida del diplomático argentino Rafael Grossi. Por un lado, a sus 58 años fue elegido para liderar la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), un puesto de extrema importancia tanto para él como para el país. Y por otro, Estudiantes de La Plata, equipo del cual es fan, se quedó con el clásico al ganarle 1 a 0 al Gimnasia de Diego Maradona. Y desde Viena, Grossi siguió el cotejo por internet. Solo él sabe cuál de los dos le da más felicidad. “Como a todo argentino, me gusta mucho el fútbol”, aseguró en Grossi a PERFIL y contó detalles del que será su nuevo trabajo.

—¿Qué le genera haber sido electo para el cargo?

—Es una mezcla de sensaciones. Por un lado una enorme satisfacción porque se trata del puesto más importante que hemos alcanzado en Argentina en organismos internacionales, ya que tiene injerencia en la paz y seguridad internacional en un sector como el nuclear, que es estratégico. Así que es una fuente de enorme satisfacción. Por otra parte, es un puesto con un enorme sentido de responsabilidad porque evidentemente sé que recae sobre mis espaldas el manejo de temas de una altísima sensibilidad política: cuestiones como las referidas a Irán, a Corea del Norte y otras de esta naturaleza.

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—¿Cuándo comienza?

—Hay un sentimiento de enorme urgencia porque estas crisis no esperan. Luego de mi elección, esta semana se ha decidido que comience el 3 de diciembre, así que tengo pocas semanas para prepararme, para hacer una transición en mi propia embajada e irme disponiendo para los desafíos que voy a tener. Es una especie de montaña rusa pero para eso estamos capacitados.

—¿Va a cambiar mucho su día a día?

—Es un puesto de alta responsabilidad que exige no solamente estar aquí en Viena sino también ir a lugares en los cuales pueden existir requerimientos especiales de seguridad. Pero es parte del trabajo. Ya se sabe que esta organización no es la de la propiedad industrial o la de la salud. Es el Organismo Internacional de Energía Atómica, de modo tal que existe una densidad o carga política diferente, y eso es evidente.

—¿En qué consistirá su trabajo?

—Al organismo se lo puede mirar como una entidad que tiene dos caras. Una es la política, la de no proliferación de armas nucleares y ser un poco el cancerbero nuclear mundial o el perro guardián. Es decir, manejar un grupo de cientos de inspectores que se desplazan a todas las instalaciones nucleares del mundo para evitar que los materiales nucleares que están en esas instalaciones. Básicamente uranio enriquecido o plutonio, sean desviados para fines bélicos. El otro costado es lo que tiene que ver con la energía nuclear y asegurar que existan los más altos estándares de seguridad para la operación de las plantas nucleares.

—¿Qué usos cotidianos tiene la energía nuclear?

—Muchos. De hecho, un objetivo es promover la cooperación técnica para países en desarrollo en materias importantes como la medicina nuclear, la radioterapia, la utilización de tecnologías de irradiación para esterilización de insectos, como por ejemplo, la mosca de la fruta o los mosquitos que transmiten el dengue, el zika o la chikunguña. Cosas que las personas ni siquiera imaginan que el organismo promueve y realiza en favor de los países.

—Este año, con la serie “Chernóbil”, hubo gran interés por parte del público en lo nuclear. ¿Cómo ve eso?

—Me parece saludable porque creo que la opinión pública tiene que estar informada e interesarse por estas cosas. Pero al mismo tiempo existe a veces una especie de amalgama cuando se habla de lo nuclear entre lo que es la industria nuclear con las armas nucleares y se le da un tinte un tanto inquietante que no debería tener. El caso de Chernóbil o el de Fukushima, hace menos tiempo, son accidentes graves cuya responsabilidad no es la tecnología o la ciencia nuclear sino errores humanos que están muy bien explicados en la serie que mencionaste.

—¿Cómo tomaron su familia y su entorno la designación?

—Los más allegados, los colegas del servicio exterior de la Nación y la familia sabían de esto porque fue una elección, un poco como la que vivimos en la Argentina. Es diferente a una elección para presidente pero hubo una campaña entre países. Así que no hubo sorpresa sino alegría por el éxito.

—¿Fue una elección difícil?

—Ha sido un proceso de unos tres o cuatro meses con las tensiones típicas de un proceso de este estilo. En particular, la diplomacia profesional argentina hizo un trabajo formidable. Todas nuestras embajadas en el mundo promovieron nuestra candidatura, buscaron alianzas y generaron intercambios de apoyo para lograr los votos necesarios. La elección se hace en el seno de la junta de gobernadores, compuesta por 35 países, y hay que lograr dos tercios ya que no basta con la mayoría simple. Había que lograr 24 votos, lo que es muy exigente. Se arrancó con cuatro candidatos y fueron cayendo uno tras otro hasta que quedamos cara a cara con el candidato rumano, que era bastante fuerte. Finalmente me impuse en la última vuelta por 24 a 10 y una abstención. Así que fue una victoria clara y categórica de la diplomacia argentina.

—¿Cómo se “desenchufa” de toda esta presión?

—La verdad, no soy en eso una persona tremendamente original. Me gusta relajarme en familia, con mi mujer e hijos. Soy un ávido lector y hago mucho deporte. Juego al tenis, corro maratones y después tengo algo que me gusta hacer mucho: ser entrenador del equipo de fútbol de mi hijo menor en la liga de Viena. Yo tengo ocho hijos, la más grande tiene 32 y el más chico 10, que es mi único varón, juega al fútbol y soy el entrenador del equipo, que es sub 13. Eso me desconecta totalmente. Estar con los chicos, entrenar y hacerlos jugar los fines de semana en el campeonato local. Esas son las pequeñas cosas con las que trato de desenchufarme del mundo de las armas nucleares.

—Hablando de armas nucleares. ¿Hay que tener miedo por un posible conflicto?

—Existen en este momento unas 7 mil ojivas nucleares en el mundo, por lo que es un tema al que hay que prestar enorme atención. Por supuesto, no considero que haya un riesgo inminente de conflicto nuclear pero está claro que es un tema que merece atención y estaremos allí para aportar un grano de arena con el objetivo de que no haya más proliferación. Porque si en vez de haber siete países con armas nucleares hubiese 37, el mundo sí sería mucho más inestable ya que cualquier pequeño conflicto podría derivar en una crisis internacional.

El candidato "antigrieta"

Julián Gadano, subsecretario de Energía Nuclear de la Nación, habló con PERFIL y remarcó la importancia del nuevo puesto de Grossi. “Se trabajó y ayudó mucho para la candidatura de Rafael y estamos muy contentos de que lo hayan elegido. A nivel personal, sin dudas era el mejor candidato porque tiene todas las condiciones y es un experto”, aseguró el funcionario. Además, destacó que el hecho de que sea argentino fue importante para la elección. “El país tiene un desarrollo nuclear consistente. No es una potencia porque no tiene desarrollo militar, algo que a nosotros nos pone orgullosos, pero es un país reconocido en el mundo. Quizá no es Boca o River pero juega en Primera”, señaló.

Por otro lado, Gadano también destacó que el respaldo a Grossi fue total y de todos los partidos políticos. “El tiene el apoyo de toda la Argentina. Cuando fue electo, recibió el apoyo de nuestro Presidente, quien trabajó mucho para su candidatura, pero también del presidente electo. En este sector siempre se valoró la continuidad porque se han visto los beneficios que eso le trae a la Argentina”, finalizó el subsecretario de Energía Nuclear.