PROTAGONISTAS
Lo asesoro entre 2007 y 2010

El hombre que “cambió” la oratoria de Mauricio Macri

Rodríguez Saráchaga es un experto que ayudó al Presidente para una mejor expresión. Dice que bailar en Casa Rosada no lo favoreció mucho.

Macri mejoró sustancialmente su oratoria desde que trabaja con Sarachaga.
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“Como una telaraña que se va enhebrando”, dice. Para José María Rodríguez Saráchaga, la comunicación política es un trabajo que se hace así, con paciencia. “Se construye con pequeños detalles”, ejemplifica este capacitador en comunicación que fue el responsable de mejorar la oratoria de Mauricio Macri entre 2007 y 2010, cuando el ahora presidente era jefe de Gobierno de la Ciudad.

Y parece que fue efectivo: sólo hace falta ver en los archivos para comprobar cómo hizo –como se dijo– para que Macri “se sacara la papa de la boca”. “No es la metáfora más linda, estamos hablando del Presidente. Yo sólo ayudé a que mejorara”, se sincera a PERFIL el director de Oratoria Consulting, la empresa que fundó en el año 2000, y el lugar desde donde ha asesorado no sólo a políticos, sino a todo aquel que quiera obtener algún logro profesional a través de la forma de expresarse.

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“La comunicación es el reino de la profecía autocumplida. Si vos te preparás para el éxito, tenés éxito”, dice tajante desde su oficina en Olivos, inundada de libros sobre oratoria y comunicación no verbal. “No hay texto sobre el tema que no haya leído”, se ufana tras un sorbo de café y anécdotas de todo tipo. Como la de un hombre que lo contrató porque quería ser ascendido a gerente de una multinacional, pero con el detalle de que el ascenso lo quería en el Caribe. “Estuvimos dos meses armando la charla con su jefe. El pibe hoy hace diez años que está trabajando allá, tomando margaritas y ganando fortunas”, suelta inflando el pecho.

En febrero de 2007, Saráchaga comenzó a reunirse con el equipo de Macri. “Si le caés bien, arrancás”, le dijeron, y armó enseguida un media training. Pidió un video con un compilado de una hora del ahora Presidente dando discursos. Saráchaga armó un Excel con tres carillas de problemas y errores, que iban desde vestuario e iluminación hasta articulación. Se lo llevó a Macri y le dijo: “Hay dos maneras de hacer esto: una es con honestidad brutal; la otra, puedo ser complaciente”. Saráchaga dice que Macri le tiro un “honestidad brutal” con un tono de obviedad, como diciendo, “¿Qué me estás preguntando?”.

—¿Qué le dijo luego de la devolución?
—No me dijo ni “mu”. De todos los políticos con los que trabajé, muy pocos tienen la humildad de Macri. “¿Y eso se puede arreglar?”, me preguntó. Le dije que sí, pero con trabajo. Y se entrenó como un atleta. Lo puse a punto para el primer debate que ganó, con Telerman y Filmus.
—Macri cambió claramente su dicción en el período que estuvo con usted. ¿Se siente responsable de haberlo ayudado?
—Ayudé, pero el cambio lo hizo él. Hoy es un Macri totalmente distinto, la forma de hablar, de comunicarse, ¡de caminar! Yo caí con él justo luego de que hicieran la presentación fallida aquella vez en una villa, con la nena.
—¿Fue un error eso?
—Fue un malentendido y espontáneo, pero no funcionó bien. De todas formas, alguien de Macri tuvo que prever que eso no pasara. Fuimos puliendo varias cosas.
—¿Por ejemplo?
—La articulación y el lenguaje no verbal. Trabajamos también desde la semiótica. Si te digo “la manifestación hay que reprimirla”, está mal. Si te digo “hay que ordenarla”, cambia, pero no es lo mismo quién la diga. Para Macri es “contenerla”. Se lo dije varias veces: “Para la mayoría de los periodistas, vos sos Satanás”. También cambiamos el tema de la ropa. Yo le decía que dejara las camisas celestes y las cambió por las blancas. Ahora tiene celestes otra vez, pero las mejoró (risas). Mauricio es un tipo muy austero. Si vos abrís su placard, no tiene nada, no le importa, no le interesa. Porque es más inteligente que eso. Tiene esa inteligencia de ingeniero que no se luce, tiene otra velocidad y razona de otra manera. Con esto te quiero decir también que Macri claramente nunca será el alma de una fiesta.
—¿Cómo ves la forma en que le manejan ahora la comunicación?
—Está bien. Se podrían mejorar tal vez algunas cosas para pulir. Lo de bailar en el balcón de la Casa Rosada... No ganás nada. Y les das pasto a las fieras. O sea: sos el adalid de la institucionalidad de la Argentina y lo primero que hacés cuando te nombran es bailar cumbia en la Casa de Gobierno. No todo discurso es un debate, pero todo discurso se rige por las reglas del debate. Regla del debate número uno: vos no podés dejar en el piso las armas para que te ataquen.
—¿La foto desde Villa La Angostura fue otro error?
—Era evitable. Si yo estuviera en el equipo, habría puteado. Hay un error de concepto: esa cuestión de que hay que humanizar a Macri, un concepto de (Ernesto) Savaglio. Lo de la foto en el Sur es la continuidad de eso. ¡Mauricio es un ser humano! No hace falta humanizarlo. Cuando lo querés hacer lo exponés, lo ridiculizás y no ganás nada. Un “petróleo” mal escrito, como le pasó a Rodríguez Saá, ¡te cuesta la presidencia! O sea, si yo trabajo con él, ¡no lo dejo ni llegar al pizarrón!
—¿A algún político le dijiste que no?
—No, ésa no te la voy a responder. Conmigo no (risas).
—¿Con qué político te gustaría trabajar?
 —Con (Alfonso) Prat-Gay. Me pone nervioso. Tiene todo: sabe, estudió, es alto, ojos azules, ¡tiene pelo!… pero no sabe hablar. Lo querés matar. ¡El pibe podría hacer de Superman! Se nota que alguien lo “coacheó”, se quiere hacer el gracioso y es cada vez peor.
—¿Con quién te gustó más trabajar?
 —La verdad, con varios. Ahora me viene a la mente el caso de (Oscar) Aguad en 2009. El iba a diputado y (Luis) Juez a senador. Sin embargo, estaban planteando una disputa entre ambos. Me llamaron para que hiciera gracioso a Aguad y les dije que oratoria es una cosa, y actuación, otra. Cuando actuás, tratás de ser otro y eso se nota. La gente huye de los que actúan con sus discursos, porque siente que le están mintiendo. Todos los errores de Cristina sucedieron cuando se quería hacer la inteligente y la culta. A Aguad le planteé lo contrario: hacerse más el serio, ¡más sabiendo que tenía a Juez del otro lado que es Piñón Fijo!. Finalmente nos fue bien y arrasó en el debate.
—¿A quién te costó más pulir?
A (Martín) Buzzi, en Chubut, fue complejo porque en la eleción se impugnaron veinte mesas y se tuvo que votar de nuevo. En el medio, ¡Buzzi se pasa de dasnevista a kirchnerista! Y ahí me llaman para armar el discurso con más de la mitad de Chubut pensando que era Judas. Tuve que armar un tex para que la gente aplaudiera y lo silbara lo menos posible.
 —¿Cuán parte te sentís de esos logros?
 —Yo soy sólo un personal trainer, sirvo si vos entrenás.