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entrevista al artista cordobés

Juan Ingaramo: “Para indagar en un tema tan complejo como la identidad hay que jugársela”

La obra del cantante y autor es una larga tesis sobre la música popular y sobre su provincia. En su último disco, Welcome to Córdoba City, profundiza este objetivo. Lo hace con historias y paisajes sonoros y con la colaboración de otros artistas como Ulises Bueno, Jean Carlos, Zoe Gotusso y la Pepa Brizuela. Cuál es su idea de música popular a la que ha investigado en profundidad. Y su necesidad de buscar un sonido nuevo que no responda a las ideas preconcebidas sobre el género como motor. Sus próximos planes y un objetivo: llevar su arte cada vez a más lugares.

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Desde el centro de argentina. Ingaramo propone originalidad para contar su realidad. | gza. prensa juan Ingaramo

“Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, reza el adagio popular. Y en Welcome to Córdoba City, su quinto disco, de alguna manera Juan Ingaramo incorpora esa idea que viene macerando hace varios discos. En el cuarteto y la balada hay un compás compartido con el pop y el reggaeton: una forma de vibrar al unísono que contiene parte del genoma nacional, alojado concretamente en el centro de la república.

Desde Córdoba y con amor, este artista ha sabido sincerarse con sus propios gustos desde el minuto cero. Ya en Músico, su primer disco, había atisbos de algo que fue madurando con el correr de su carrera: la obra de Ingaramo es una larga tesis sobre la música popular. Y Welcome to Córdoba City es un capítulo tan central como la provincia a cuya capital le canta.

“Son pequeñas fotos de lo cordobés”, dice Juan, con quien PERFIL se encontró para hablar de este flamante lanzamiento. 

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—¿Volviste más cordobesa la escena o sos vos el que se pone más cordobés que nunca?

—No, no creo que se trate de eso. Creo que simplemente intenté retratar esos paisajes visuales y sonoros que son importantes para mí y para Córdoba. Para eso me di el lujo de cantar con Ulises Bueno, Jean Carlos, Zoe Gotusso y la Pepa Brizuela. La intención era simplemente mostrarle al mundo esos paisajes.

—¿Cómo definirías esta carta de amor a Córdoba?

—La verdad es que no lo sé. Esto no es algo que se planifica y delibera. Solo aparece. Y uno es el medio entre el fluido creativo y los dispositivos de audio. Pero no sé decir qué es. Creo que lo único que puedo decir es algo bastante obvio y sencillo pero poderoso: es un sentimiento.

El disco cuenta con algo que ya es una tradición para el artista: en YouTube puede encontrarse el full album, que consiste en una filmación suya manejando y cantando de corrido las canciones. Ya lo había hecho con La batalla y antes con Best Seller, dos álbumes en los que exploraba la música popular desde distintos ángulos. Y en esta oportunidad puede verse bien claro el disfrute, el juego, la pasión por unos géneros que guían los compases y llevan al propio Juan a un baile incontrolable. Como si la nostalgia y el cariño por las historias retratadas fueran inevitables. Y eso que las historias presentan una paleta compleja en sus tramas: amores conyugales y también trasnochados, pasiones desenfrenadas, pero guiadas por una ternura bien calibrada, que permite prometer amor y cuidado en un contexto de fiesta y algarabía. En ese sentido, la apuesta por ese universo de referencias va un poco a contramano de lo que dicta la receta de la música popular.

—¿Cuál es la fórmula para sintetizar tus propias pasiones con el sentir popular?

—No tengo la fórmula. Sí creo que lo que te lleva a eso es la necesidad de buscar un sonido nuevo. Buscar una identidad. Y para indagar en un tema tan complejo hay que jugársela. Sacar un disco así es una locura.

—¿Y por qué elegiste hacerlo así?

—Porque la música es un juego. Va a sonar un poco cipayo, pero quiero acudir a una idea que me gusta: en inglés tocar se dice “to play” (N de R: “to play” en inglés significa “jugar”). Y eso es lo que más disfruto de la música: la posibilidad de jugar.

—¿Qué es la música popular para vos?

—No tengo la definición de Wikipedia. Pero intuyo que se trata de una música que puede emocionar a cualquier persona. No requiere de pertenencia, de looks, de estudios o de gustos refinados: es una música que atraviesa todas las barreras que separan a la gente en nichos: y que tiene la posibilidad de llegarle a una nena de 6 años, a su abuela y a los pibes en los boliches. Eso es la música popular para mí.

El año de Ingaramo fue a la par de sus ambiciones. El cierre fue lujoso, con un Vorterix, en Buenos Aires y una Plaza de la Música, en Córdoba, llenos. Artista federal, Ingaramo lanzó la música que quiso y asentó un show en vivo que se fue imponiendo por su genuina tesitura: el amor por la música. A fuerza de juego y disfrute, Juan deja un disco destinado a sonar en un verano que se presenta tan ajetreado como demandante de vías de escape. Y mientras su investigación de la música popular apenas comienza y deja formalizado un capítulo central, el artista proyecta un objetivo común a cualquier artista: seguir llevando su música a cuanto lugar se pueda.

—Después de este gran año profesional, ¿qué sigue?

—Sería lindo tocarlo en vivo y llevar Córdoba a donde se pueda. Ahora no puedo apagar el horno, tengo muchas cosas cocinándose. La zanahoria que yo persigo tiene que ver con la búsqueda constante, con responder a la pregunta: ¿qué puedo hacer para seguir componiendo, produciendo y sacando más música? Es mi mayor calentura. A veces me pregunto si no estaría bueno tener otras calenturas, como el éxito, llenar estadios y esas cosas.

—Yo creo que estás camino a eso.

—Pero no importa, la verdad.