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Interna peronista

La fragmentada unidad peronista

Las heridas abiertas desde hace meses en el peronismo, y que sangraron el fin de semana, están lejos de cicatrizar. Pero luce problemática una campaña en la que los recelos y la descoordinación, cuando no el boicot liso y llano, parece que estarán a la orden del día.

Axel Kicillof y Máximo Kirchner
Axel Kicillof y Máximo Kirchner | CEDOC

Con conatos de fractura, cortes de luz, prórrogas judiciales y listas espejo, el peronismo bonaerense parió finalmente con fórceps sus candidaturas acordadas para los comicios provinciales del 7 de septiembre.

Si las características de ese alumbramiento fueran insuficientes como exhibición del estado de fragmentación interna, el arranque de la campaña corroboró el tono ficcional de la unidad proclamada.

Ayer martes, el gobernador Axel Kicillof protagonizó el primer acto tras la inscripción legal de quiénes componen las boletas electorales. Junto a la vicegobernadora Verónica Magario, hizo una entrega de escrituras en Almirante Brown con el intendente local Mariano Cascallares.

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Almirante Brown forma parte de la Tercera Sección Electoral, cuya cabeza de lista a la Legislatura en La Plata es Magario, a instancias de Kicillof y los jefes comunales que lo acompañan. Cascallares entre ellos.

Ese primer evento no cayó demasiado bien en las filas de La Cámpora y del massismo, las otras patas con las que el kicillofismo debió negociar las candidaturas.

Es cierto que las heridas abiertas desde hace meses en el peronismo y que sangraron el fin de semana están lejos de cicatrizar.

Pero luce problemática una campaña en la que los recelos y la descoordinación, cuando no el boicot liso y llano, parece que estarán a la orden del día. Ya se empezó a vislumbrar por estas horas.

Cada una de estas tribus bonaerenses busca llevar agua para su molino. Incluso a la hora de evaluar el resultado del cierre de listas.

El kicillofismo intenta mostrarse vencedor de los tironeos internos. Ya sin la clásica lapicera de la detenida Cristina Fernández de Kirchner, Kicillof expresaría su autonomía y liderazgo al imponer a Magario y a Gabriel Katopodis al frente de las boletas en las dos principales secciones electorales. Es una lectura interesada, claro.

Tanto como la del camporismo de Máximo Kirchner, que se adjudica haber logrado lo que se proponía: una cantidad de bancas que les permitiría renovar en la Legislatura todas las que ponen en juego. De lo mismo se vanaglorian en el Frente Renovador.

Acaso Kicillof asumió que sin dar un paso al frente no había futuro para él en sus aspiraciones presidenciales 2027. Pero ese mismo protagonismo plantea una altísima dosis de riesgo. Puede ser el padre de la victoria o el mariscal de la derrota. La gloria o Devoto. Sin matices. Bilardismo puro.

Antes de esa evaluación, vendrá pronto otro examen muy difícil: en tres semanas deben presentarse las candidaturas para las legislativas nacionales de octubre.

Otro ladrillo en la pared de la presumiblemente áspera campaña en la provincia de Buenos Aires. No sólo para el peronismo, obvio. Esto recién empieza.