La semana fue signada por las noticias de tipo económico y fundamentalmente por el acuerdo con los bonistas privados por parte del Gobierno nacional. Este es el primer triunfo político, por lo menos el más importante de Alberto Fernández, desde que inició su gestión. Y efectivamente lo posiciona no solamente de cara a los eventuales adversarios. Ha tomado un volumen político y una iniciativa política que había perdido. El Gobierno ha retomado la iniciativa política de cara a la oposición, en particular de la coalición Cambiemos, le ha arrebatado una bandera que no tuvo más que saludar el conjunto de la oposición.
Pero por otro lado, y no menos importante, es que lo ha reposicionado también al interior de la coalición gobernante. El presidente luego de haber sufrido una serie, yo le diría de reveses, con anuncios que finalmente no prosperaron, como en el caso particularmente del tema Vicentin, el impuesto a las grandes fortunas -aunque todavía está en barbecho, aparentemente eso va a demorar más de la cuenta-, se ha apuntado con el tema de la deuda y, el acuerdo con los acreedores privados, es un triunfo singular.
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Lo que logra es una quita de aproximadamente unos 30.000 millones de dólares en el final de la operación y un período de gracia de aproximadamente tres años, donde el Gobierno va a disponer de ingresos que de otra manera tendría que dedicar al pago de los intereses de deuda.
Debo recordar que la última gestión de Macri dejó el 21% del total del presupuesto destinado al pago de intereses de la deuda. Por lo tanto, el Gobierno va a tener efectivamente ingresos disponibles como para enfrentar la emergencia económica de un país que va a inaugurar la postpandemia con cerca del 45% de pobreza general y 55% de pobreza en menores de 18 años; con un desempleo abierto que va a estar en el orden del 12% a nivel promedio general y 15% en los grandes aglomerados urbanos; una distribución del ingreso realmente compleja; informalidad laboral que va a estar orillando el 36%, cuando terminemos la pandemia. O sea, una serie de circunstancias en términos sociales que va a requerir del impulso estatal y que, efectivamente, ve en este acuerdo con la deuda, viabilizada la disponibilidad de ingresos.
Finalmente para terminar, una nota de color, se ha producido la tradicional discusión sobre el tema inseguridad en Argentina. Una discusión sobre inseguridad y un cigarrillo en Argentina no se niega a nadie. Y fue esta vez la ministra Sabina Frederic la que entabló una discusión sobre el impacto que tienen los medios sobre el tema inseguridad. Ella sugirió que aumentan el nivel de inseguridad. Eso yo creo que no es correcto, lo que sí pasa con los medios es que pueden dar a conocer o no dar a conocer. Poner en agenda o quitar de la agenda el tema inseguridad. De hecho, ha sucedido más de una vez que el tema aún teniendo la presencia constante, prácticamente en los últimos 15 años, ha sido retirado de agenda y puesto en agenda de acuerdo a las circunstancias editoriales de los medios.
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De ninguna manera los medios pueden agregar o quitar a la problemática de inseguridad nada, los temas de inseguridad acontecen. Por lo tanto, estamos viviendo un pico de inseguridad importante y lo vamos a vivir en la medida que la situación socioeconómica sea dramática, porque es evidente que hay una asociación plena entre decaimiento socioeconómico, en particular aumento del desempleo y de la inequidad distributiva, aumento de la pobreza y los niveles de inseguridad crecientes. De hecho, en el único lapso que bajaron los niveles de inseguridad en las últimas tres décadas fue en el lapso 2003/2015 donde los indicadores sociales mejoraron de manera sustantiva. Ahí también se observó una mejora en los índices de seguridad.
* Director Consultora Equis. La columna fue tomada del formato audiovisual (ver video).