El presidente hizo anoche su primera cadena nacional. Algunos se quejaron de que era el no anuncio, que no había dicho nada o que sólo hizo justificaciones de por qué estamos como estamos en materia de la pandemia. Tenemos otra mirada desde aquí. Por primera vez, el presidente blanqueó el problema que venimos advirtiendo desde Perfíl y desde RePerfilAr sobre la escasez de vacunas para la Argentina.
Es cierto, como dice el presidente Alberto Fernández, que en la mayoría de los casos, o en todos los casos, no es responsabilidad del Gobierno nacional, sino de los laboratorios que por diferentes motivos no pueden cumplir con los compromisos asumidos. Pero también es cierto, de alguna manera, que el Gobierno argentino se apuró en dar buenas noticias respecto a la contratación y la compra entre comillas de vacunas, cuando todavía no se sabía exactamente que los laboratorios iban a poder cumplir o no con la demanda mundial.
Pobreza e indigencia, al ritmo de inflación
El principal punto débil de esta provisión de medicamentos lo tiene AstraZeneca, la famosa vacuna de Oxford que se fabricó en la Argentina, que se envió a México para que se envasara y se distribuyera en todas partes del mundo, entre ellos 20 millones de dosis para la Argentina. Y eso todavía no pudo suceder por problemas no de logística, sino de fabricación de los insumos necesarios para el envasado y la distribución correcta del producto. Obviamente que debería tener 20 millones de vacunas que no tiene y no se pueden pardar con el millón de vacunas que mandó AstraZeneca desde la India a la Argentina.
Hay una realidad objetiva de que no hay vacunas y que por eso los problemas logísticos que hay en la vacunaciones lenta, ralentizada, no necesariamente obedecen a problemas logísticos. El problema central es que no hay vacunas y hay que seguir vacunando menos, poco, pero para que se mantenga la idea de que el plan de vacunación está sostenible. El presidente anoche blanqueó el problema grave que tiene la Argentina y el mundo.