El grupo de intelectuales, artistas y periodistas que imprimieron el término “infectadura” como síntesis de lo que llamaron “dictadura de los infectólogos”, salieron al ruedo con un nuevo documento, en el cual insisten en la línea de las curiosidades verbales. Ahora, se oponen al “uso ilegal del terror sanitario”, que vendría a ser lo que estamos sufriendo todos los argentinos por obra del poder. Más allá del documento en sí o de los firmantes en particular, quería detenerme en la intelectualidad y el posmodernismo, que, en verdad, a esta altura del Siglo XXI, ya es un recontra post posmodernismo.
Desde hace tiempo ya, es llamativo lo cortoplacistas, lo coyunturales y lo partidizados que se ve a muchos intelectuales, particularmente en nuestro país. Lo digo sin generalizar, aunque también les cupo a los de Carta Abierta, no sólo a los “infectodurólogos”. Me refiero a pensadores congelados en el día a día, en lugar de abrir el foco a los vericuetos de esta época. Gente capacitada en la filosofía, en la sociología, en la psicología o en la comunicación social entretenida en criticar personas, cual programa de la tarde, y no en desmenuzar tendencias ni despejar circunstancias. Académicos absolutamente convencidos de las supuestos intenciones de los enemigos declarados, pero capaces de pasar por alto las evidencias manifiestas de un país mal armado, incluso por aquellos a quienes votan sin fervor alguno y ni aun así se animan a verles los defectos. Intelectuales que, más que como generadores de ideas, se mueven como articuladores de juegos de palabras. Estudiosos que, más que como “intelectuales orgánicos” a lo Gramsci -que fue referente de varios-, de a ratos más bien parecen escribanos de la tele-política tipo Prato Murphy, porque en lugar de ir en busca de nuevas razones colectivas, buscan raiting o votos.
Los creadores de "infectadura" ahora acusan al Gobierno de "uso ilegal del terror sanitario"
Yendo al Grupo Infectadura, llama la atención que sin ser en su mayoría médicos, tengan tan claro cómo se administra mal una pandemia para la cual no existen vacunas ni remedios, y a la que ellos tampoco aportan una sola propuesta creativa para administrarla correctamente. En su mayoría, son hijos del Mayo Francés. De “la imaginación al poder”. Sin embargo, se los percibe como encerrados en un permanente y enojado NO. Leyeron un montón sobre las mil y una pandemias que asolaron a la humanidad y a la historia, pero que a su vez sirvieron para cambiar el mundo porque sirvieron para desarrollar la ciencia y ensanchar el pensamiento. Pero, más que imaginando futuros creativos, se los ve reviviendo fantasmas -que siempre son viejos-, del tipo “Braden o Perón”, desde la nebulosa vereda de la Unión Democrática.
Vivieron dictaduras en serio. Sufrieron el terror de veras. Colaboraron con el pensamiento progresista de la democracia recuperada en 1983. Nos faltan sus ensayos teóricos sobre la post pandemia. O qué sé yo. Porque, francamente, yo no sé de qué realidad profunda nos están hablando. Ni de qué frustraciones propias. ¡Y con la falta que hace la gente que sabe pensar!
(Aclaración del autor: ayer, al cierre de esta columna para el noticiero “RePerfilAr”, no había circulado aún la propuesta de otro grupo de intelectuales, que llamaron a “rediscutir el AMBA”, su organización jurisdiccional y sobre todo la calidad, operatividad y justa distribución de los servicios públicos básicos en el área más poblada del país. Entre ellos se contaron el neurocientista Facundo Manes, el sociólogo Agustín Salvia -director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA-, Aníbal Jozami -rector de la UnTreF- y Pedro del Piero, titular de la convocante Fundación Metropolitana. Más allá de sus propuestas en concreto, abrieron un postergado temario crucial sobre ese “país mal armado” del que se hablaba más arriba. Pensar suma).
La columna fue tomada del formato audiovisual del programa "RePerfilAR", de NetTV.