Más que nunca, intentar lograr una alimentación lo más variada y equilibrada posible es muy importante para alcanzar una salud plena, ayudando también a reforzar nuestras defensas naturales en este momento tan sensible. El buen descanso y el ejercicio físico ayudan a potenciar esto, combatiendo el sedentarismo y la falta de rutina de esta coyuntura, pero no debemos olvidar que nuestra alimentación es la base sobre la que todo el cuerpo funciona, donde diferentes grupos de alimentos aportan los nutrientes que el organismo necesita para mantenerse sano y activo.
Es claro que los cambios abruptos de rutina, sumado al estrés y la ansiedad impactan en nuestro ánimo y, a su vez, en la forma en que nos alimentamos. Estamos comiendo más emocionalmente, buscando placer y gratificación en los alimentos que por lo general aquellos altos en carbograsas son los de primera elección en estas situaciones. Esto puede provocar una sensación de bienestar a muy corto plazo, porque no sólo estamos fomentando una relación poco saludable con la comida, sino que también estaremos dejando una huella en nuestro cerebro de buscar comida para tapar emociones. Es importante que distingamos entre el hambre, las ganas de comer algo rico y disfrutarlo (que también forma parte de una alimentación saludable) y el comer emocional. Para este último caso, propongo buscar otras formas de gratificarnos que no sea a través de los alimentos. Por ejemplo: leer un libro que nos guste, salir a tomar aire, escuchar música, hablar con un amigo. Me parece una buena oportunidad para explorar qué otras cosas disfrutamos y ponerlas en práctica.
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Por su parte, la FAO recomienda aumentar el consumo de frutas y verduras con al menos 5 porciones por día, y legumbres al menos 3 veces a la semana. Estas comidas tienen la ventaja de que se conservan por mucho tiempo y tienen altos aportes de proteínas vegetales y hierro. Si bien los alimentos no perecederos como las pastas y el arroz son de los mejores aliados de las alacenas, no son la única opción a largo plazo: también se puede comprar frutas y verduras en cantidad, limpiarlas, cortarlas y congelarlas para tenerlas siempre listas. De esta manera también se evita caer en alimentos menos convenientes como snacks y galletitas, entre otros.
Nuestro sistema inmunológico también se beneficia sustancialmente de esto para mantener las defensas altas en todo momento. Integrar a la dieta verduras como brócoli, perejil, coliflor, espinaca, repollo, morrón, berro, acelga, espinaca, papa y batata ofrece un gran aporte de vitamina C que, a su vez, ayuda a la regeneración constante de células inmunes y colabora a reducir el riesgo de enfermedades crónicas, un agravante a la hora de enfrentar el coronavirus. Frutas cítricas como la naranja, la mandarina o el pomelo en cualquier momento del día.
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Por su parte, incluir pescado y mariscos en la rutina de alimentación ayuda a mantener un corazón saludable. En ese sentido, el omega-3 que proporciona el aceite de pescado es una pieza clave para estar mejor preparados para hacerle frente a diferentes enfermedades, ayudando a minimizar problemas coronarios, de colesterol y de tensión, entre otros, que nos ponen en una posición de mayor vulnerabilidad y menor recuperación en caso de contagio. Además, se trata de un complemento nutricional esencial en el desarrollo de las funciones neurológicas a lo largo de la vida, mejorando la agudeza visual, previniendo alergias y enfermedades autoinmunes.
Como nuestro cuerpo no es capaz de producirlo por su cuenta, debe obtenerse por medio de la alimentación saludable o suplementos dietarios. Para esto, se destacan el salmón y el atún pero también incluye sardinas, caballa, anchoas, sábalo, salmón, surubí y langostinos como fuente de este tipo de ácido graso. Lamentablemente, los argentinos no tenemos tan incorporado el hábito de consumir pescado regularmente, con un promedio de 5 kilos por habitante en el añofrente a una media de 20 kg a nivel global. Por otra parte, es importante mencionar que la chía, el lino, las nueces y la soja también ofrecen un tipo de omega-3, pero que no aporta los mismos beneficios que el proveniente de aceite de pescado.
Una alimentación sana y balanceada es un pilar fundamental para una vida mejor. Contextos como el que estamos viviendo actualmente a causa del coronavirus no hacen más que reforzar la necesidad de incorporar a nuestra cotidianidad una dieta saludable que nos fortalezca y nutra en todo momento. Hacerlo correctamente, con constancia y conciencia, colabora significativamente con nuestro bienestar físico y emocional, manteniendo al sistema inmunológico en óptimas condiciones para protegernos de la mejor manera.
P.M.