La encuesta sobre “Felicidad, creencias, fantasías e imaginarios existenciales y personales” realizada por el Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la Facultad de Psicología (UBA) reveló que, al comparar los resultados entre la creencia religiosa y felicidad, se esboza una relación directa entre ambos conceptos y, entre los creyentes, se acentúan los reportes de felicidad.
El informe aclara que "debe tenerse presente que la mera asociación entre ambos hechos no implica la existencia de una relación causal entre los mismos. Es decir: no habilita inferir que tener creencias religiosas determinen mayores posibilidades de sentirse feliz, ni viceversa”.
El 16,8% de los encuestados se definió como ateo, mientras que en aquellos que se definieron como agnósticos (18.8%) amerita una sutileza interpretativa: en alguna medida esos porcentajes podrían también incluir a alguna porción de quienes prefieren definir su fe en términos de tensión entre razón y sentimiento (14.3%), aclara el estudio.
Los resultados evidencian que la creencia en Dios prevalece en las mujeres respecto de los hombres donde, inversamente, aumentan las posiciones ateas y agnósticas.
En lo concerniente a edades, puede observarse que el sentimiento religioso expresado por la fe en un Dios aumenta con la edad.
Al comparar la fe religiosa en Dios con el nivel educativo, se observa un mayor volumen de creencia entre los niveles más básicos, en contraposición a un decrecimiento apreciable entre quienes poseen estudios universitarios.
La relación entre dicha fe religiosa y clase social resulta elusiva, salvo por una mayor tasa de ateísmo en el nivel social más alto.
Los resultados obtenidos revelan la coexistencia de tres concepciones alternativas sobre la naturaleza de Dios:
Por un lado la idea de una energía universal impersonal resulta prevalente.
Muy cerca se ubica la concepción, cercana al ateísmo, donde Dios es pensado como una creación humana que confiere sentido a la existencia y por último, aunque muy cercana en frecuencia con las anteriores, aparece la idea de un Dios personal que nos conoce, juzga y ama.
Entre las creencias sobre el origen del universo la idea de una cosmogénesis determinada por fuerzas físicas con o sin propósito definido, prevalece respecto de la visión creacionista causada por una voluntad divina de carácter personal.
Las creencias sobre el origen de la vida muestran un patrón similar al de las creencias sobre el origen del universo. En efecto, las fuerzas físicas con o sin propósitos prevalecen sobre la idea de un creador personal.
Por último, la referencia a fuerzas extraterrestres resulta muy minoritaria.
CFE / DS