El viernes 13 de marzo los viajeros argentinos desperdigados por el mundo supieron que a partir del lunes 16 los vuelos comerciales serían anulados y que, en teoría, se gestionarían vuelos de Aerolineas Argentinas para el regreso. Paralelamente, París pasó, en menos de 72 horas, de la relativa calma al confinamiento obligatorio, al cierre de casi todos los comercios y al desabastecimiento de comida y medicamentos. “Estamos en guerra” dijo seis veces el presidente Emanuelle Macron durante su discurso del martes 16 a la noche, detonando niveles de pánico que venían más o menos bajo control.
El consulado argentino, ubicado a pocas cuadras del Arco del Triunfo, comenzó a recibir las consultas de personas que necesitan retornar al país con diversos grados de urgencia y, pese a la amabilísima disposición del cuerpo diplomático, la incertidumbre es total. En las largas filas a la espera de respuestas por parte del Gobierno Nacional, aparecen testimonios que tiran por la borda una idea sostenida por algunos opinadores oficialistas que aseguran que aquel que tiene medios para haber viajado a Europa puede solventar económicamente una estadía indefinida a la espera de la repatriación.
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Juan y María, ambos mayores de 65 años, se quedaron sin hotel y están a dos días de quedarse sin la medicación que Juan necesita tomar diariamente por su problema de hipertensión arterial. Ni a ellos, ni a Sandra, de 35 años, que despegó por primera vez a Europa a principios de mes después de haber estado ahorrando desde 2018 para viajar, se les pudo dar una fecha aproximada de regreso. El Covid 19 amenaza al mundo y la infinidad de problemas derivados de tal amenaza sitúan a quienes están lejos de su tierra a una distancia emocional aún mayor que la física. Muchos hoteles parisinos de precios económicos cerraron sus puertas dejando literalmente en la calle a turistas que se las tienen que apañar para conseguir dónde dormir. En el consulado explican que, por ahora, Aerolíneas Argentinas “dispone de diez aviones” para el retorno de una cantidad incierta de personas distribuidas en “Europa, Estados Unidos y Japón”.
¿Cómo prever, con estos números, una fecha mínimamente cercana para la vuelta? ¿Habrá partidas de dinero disponibles para quienes no puedan seguir costeándose un techo? ¿Serán suficientes los fondos del Estado Nacional para que todos los argentinos puedan subirse en algún momento a un avión que los reintegre a sus casas, familias y trabajos?
Las difícultades económicas para vivir de los argentinos varados por el coronavirus
Silvia y Manuel esperaron dos horas para entrevistarse con los empleados del consulado. Tienen dos hijos de 3 y 5 años y llegaron a París para conocer, después de haber estado en la casa de unos parientes de Madrid. La crisis no les dio ocasión de volver a España para refugiarse con sus familiares y hoy esperan “un milagro” en un pequeño cuarto con baño compartido en Montmartre que podrán pagar unos pocos días más. “Tenemos la tarjeta explotada y nuestra familia en Córdoba está ahorrando para ver si nos pueden mandar algo de plata para aguantar acá”.
Pero recibir giros de dinero desde Argentina tampoco resulta tan fácil. Los locales de Western Union comenzaron a cerrar y, salvo excepciones, los turistas argentinos no cuentan con cuenta de banco en Europa. “Se olvidaron de nosotros” bromea medio en serio María mientras averigua en qué hospital de París podrá conseguir una receta para comprar las pastillas de Juan “si es que no terminan cerrando todas las farmacias”. Teme, además, meterse justamente ahora en un hospital público formando parte de la población más vulnerable ante el virus, pero no le queda otra. Como nunca antes cobra vigencia “Anclao en París” aquel tango que tan hermosamente grabó Carlos Gardel en 1931.