SOCIEDAD
nuevas formas de consumo cultural

El 90% de los adolescentes porteños escucha y comparte música online

Según un estudio, los chicos de 13 a 18 años casi no van a recitales ni bajan discos. Prefieren el reggaeton y la cumbia al rock y el pop.

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Melómanos. Crean listas de reproducción que se envían por WhatsApp, y todos usan el celular. | aballay

Parece obvio, pero igual sorprende: a diferencia de sus padres, e incluso de los millennials, los adolescentes porteños pertenecientes a la generación Z –como se denomina al grupo etario de entre 13 y 18 años– no sólo no comparten discos o CDs y muy pocos recitales. Tampoco saben para qué sirve una radio y casi no tienen equipos de música; sólo el smartphone, que ocho de cada diez usan casi exclusivamente como dispositivo para escucharla.

La manera de relacionarse con ese arte es, básicamente, individual y online: según un estudio, el 92% de los chicos que viven en la Ciudad escucha música vía YouTube –a la que destacan sobre todo por su gratuidad– o por Spotify, y elaboran listas de reproducción que luego, sí, comparten a través de mensajería instantánea o por redes sociales. Y, sin embargo, al 75% le gustaría aprender a tocar un instrumento musical: es decir, prefieren ser protagonistas antes que meros espectadores.

Los datos se desprenden de un informe sobre consumos culturales en la Ciudad de Buenos Aires impulsado por el Centro Cultural Recoleta, que recolectó los gustos y las preferencias de 315 jóvenes. “Lo que nos llevó a elegir el tema tiene que ver con dos cuestiones: por un lado, la constatación acerca de que internet y la comunicación inalámbrica suponen un acceso radicalmente nuevo a los bienes culturales. Y, además, nos llamaba la atención el éxito de ciertas músicas escuchadas día y noche, tanto en la radio como en espacios públicos y fiestas: los adolescentes, en general, prefieren el reggaeton, la cumbia (entre ambos suman el 65% de lo que escuchan) y, en menor medida, el rock –que aún es un género más masculino– y el pop, el preferido por las chicas”, apunta Ana Wortman, investigadora del Instituto Gino Germani y profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, que llevó adelante el estudio junto a Carlos De Angelis, responsable del Centro de Opinión Pública y Estudios Sociales de esa misma facultad. “El nivel socioeconómico determina diferencias, pero las salidas para consumir música afuera de las casas son minoritarias: van a festivales o escuchan bandas en eventos masivos, pero sólo un par de veces por año. La idea del disco como obra conceptual no existe: sólo consumen el hit y lo repiten hasta el cansancio, en todas las versiones que encuentran”, agrega el sociólogo.

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