El Jardín Japonés de Buenos Aires cumple 55 años y hay mucha historia milenaria detrás de ese casi “ente bipartito”. La historia de Japón es extensa y compleja, sin embargo podría arrancar de forma simple: sus habitantes adoran la síntesis, los símbolos y la sencillez, pero cargada de significaciones.
Toda esa larga y a la vez sintética mirada de la cultura japonesa se enhebra en “cinco elementos que se fueron combinando a lo largo de los siglos, que resumen la espiritualidad japonesa: confucionismo, budismo, sintoísmo –se pronuncia 'yintoismo'-, taoísmo e impacto occidental”, explica Paula Fernández, mientras guía turistas del contingente BA Asia Tours por el Jardín Japonés porteño.
“Esa multiplicidad de elementos que menciona Federico Lanzaco Salafranca, un reconocido japonólogo de Barcelona, existen dentro del Jardín Japonés y en cierta forma responden a esa idea de aglutinación. De esos 5 elementos, hay dos que tienen mayor relevancia en el Jardín Japonés de Buenos Aires: sintoísmo y budismo”, continúa Paula Fernández, Lic. En Estudios Orientales y Guía Temática de la Ciudad de Buenos Aires.
El Jardín Japonés
“El torii, que habitualmente es rojo, es la puerta que separa espacios sagrados de profanos y se relaciona con el sintoísmo. El daruma y la pagoda se vinculan con el budismo. El daruma es un amuleto moldeado según la imagen de Bodhidarma el fundador del budismo zen, que estuvo nueve años encerrado en una cueva, se arrancó los párpados y se le atrofiaron las extremidades”, resume Fernández.
Y todo eso, para que hoy sea un amuleto de la suerte al que se le piden deseos.
El grupo se detiene luego en la próxima parada, un farol de piedra que es aún más antiguo que el mismo Jardín Japonés: “Cuando se cumplieron 150 años de la Revolución de Mayo, la comunidad japonesa donó un farol que luego encontró su destino dentro del Jardín. Tiene valor histórico y fundacional, pero sigamos caminando…”, sugiere la especialista.
Y el grupo se detiene ante una enorme grulla montada sobre un pie giratorio. “El Farol y la grulla son elementos que se identifican con la cultura japonesa, pero por historia y tradición, no necesariamente como uno de los cinco elementos espirituales de la comunidad”, dice la guía.
“Historia y religiosidad, todo confluye en el Jardín Japonés, armónicamente”, opina Paula Fernández, fundadora y presidenta de BA Asia Tours, un nuevo emprendimiento realizado con la agencia TabaraTravel, de Laura Tabara, Guía de Turismo y Lic. En Empresas Turísticas y Hoteleras.
Sus visitas guiadas trabajan un país asiático por salida y recorren puntos de Buenos Aires que remiten a él.
Jardín como embajada cultural
Las grullas existen en la cultura japonesa desde tiempos medievales y es la figura más trabajada en el origami, el arte que mejora la memoria, la concentración y la motricidad fina.
Sin embargo, las grullas se hicieron famosas cuando Sadako Sasaki decidió plegar 1000 grullas de papel para expresar su deseo de curarse de la radiación que le había dejado en el cuerpo la bomba atómica lanzada en Hiroshima.
Aunque Sadako sólo llegó a las 644 y murió a los 12 años, sus amigos continuaron las mil grullas y el gesto quedó como un símbolo de la paz.
En este momento, el Jardín Japonés lleva adelante la “Campaña 1.000.000 de origami por una Argentina mejor”. La gente deposita sus grullas de papel y sus deseos en una urna y se van colgando en los árboles. Los deseos son muy versátiles: desde el “quiero tener 200.000” hasta “deseo que me pueda ir a Francia” hay de todo.
“En la cultura japonesa, el papel representa la simpleza y la austeridad por ser un elemento mundano que se encuentra con facilidad a nuestro alrededor. Al mismo tiempo, se le tiene un gran respeto porque se sacrificó la vida de un árbol para elaborarlo”, informan desde el Jardín Japonés.
Jardín Japonés y diplomacia
La llegada de un Jardín Japonés a nuestro país no fue casual. Entre los años 1945 y 1952, Argentina y Japón interrumpieron sus relaciones diplomáticas, como coletazo de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que nuestro país fue neutral en el conflicto.
En 1961, el presidente Arturo Frondizi visitó Japón, convirtiéndose así en el primer presidente argentino que lo hacía oficialmente. El resultado de esa visita fue la firma del Tratado de Inmigración: Argentina recibiría migrantes con oficios y, a cambio, otorgaría a los japoneses igualdad de derechos.
En ese contexto, el gobierno porteño cedió a la comunidad japonesa de Buenos Aires el espacio que ocupa el Jardín Japonés –una concesión que se renueva cada 20 años- y la Asociación Cultural Argentino Japonesa lo gestiona y administra.
En 1981 se amplió sumándole la Casa de Té y en 2004 y 2008 fue declarado Bien de Interés histórico-artístico nacional y “de interés turístico” por la Secretaría de Turismo de CABA. No recibe subvenciones del gobierno de Japón.
Cerezos y cascadas japonesas
Como muchos otros jardines japoneses del mundo, en este abundan cascadas; caminitos de piedra; líneas curvas; cursos de agua; lagunas; puentes planos, curvos y en zigzag; cerezos, palos borrachos, pequeños pinares; suaves montañas, plantas acuáticas y también karpas saltarinas de colores.
Todos los jardines japoneses tienen un valor diplomático no declarado, son una suerte de Japón en miniatura. El de Buenos Aires (Av. Casares 3450) tiene en realidad tres ingresos: Hokkaido, Tokyo y Okinawa y abre todos los días, incluso los feriados, de 10 a 18:45 hs; entrada, $ 416.
“Luego de que Japón se abriera al mundo en la era Meiji, en 1873 quiso participar en la Exposición Mundial de Viena junto a las grandes potencias. Y Japón fue, pero llevando un jardín japonés que, de todos modos, no era igual a los que construían adosados a sus templos budistas, pero Japón quería estar porque eso significaba que era una potencia”, explica Paula Fernández.
El Jardín Japonés de Buenos Aires fue diseñado entonces como parte de una diplomacia de jardines, para mostrarse al mundo. Por esa razón, recibieron al entonces príncipe heredero del Japón, Akihito, y su esposa, Michiko, hoy emperadores de ese país.
Fue rediseñado en 1977, por el ingeniero paisajista, YasuoInomata, replicando el modelo de los jardines zen. Inomata también diseñó el de Escobar.
Asia en Buenos Aires
El Jardín Japonés es la segunda parada del circuito “Japón en Buenos Aires con experiencia foodie”, armado por BA Asia Tours para que los viajeros se pongan en contacto directo con emprendedores y actores de cada comunidad. En este caso, la japonesa.
El recorrido incluye una visita al Centro Okinawense y al Mercado de Alimentos Frescos de Belgrano (Juramento 2527), en donde funciona Tienda Ohno, de Takehiro Ohno, el chef que llegó a la Argentina para conocer el país que describía el animé japonés que marcó su vida, una remake de De los Apeninos a los Andes (Edmondo De Amicis).
El circuito japonés no está desprovisto de emociones (un coro de argentinos cantando en japonés dentro del Colegio Nichia Gakuin) y también de sorpresas, como la parada en la que sube a la combi Mónica Semba, propietaria de Wagashi, para hablar de los secretos de la pastelería japonesa y también, probarlos. De todos modos, cada tour es diferente.
El próximo encuentro tendrá lugar el 28 de mayo, “Cool Japan foodie tour”. Será una “visita” a la cultura pop japonesa a través de varios espacios gastronómicos de la ciudad de Buenos Aires.
BA Asia Tours también realiza tours sobre Corea, China, Sudeste Asiático, etc. Toda la info en [email protected] e [email protected]