La historia cuenta que el conde Camillo Negroni inventó su propio cóctel en el Caffe Cassoni de Florencia. Tomó como base el Americano y decidió reemplazar la medida de soda por una de gin. A partir de ahí se extendió a todos los rincones del mundo. A cien años de esta creación, el Negroni sigue vigente. Los mejores bartenders del país analizan el secreto de su éxito y comparten sus reversiones de este clásico de las barras.
“Es el aperitivo número uno indiscutido. Combina una base alcohólica muy aromática como es el gin, el dulce del vermut rojo y el amargo del bitter. Esas tres partes iguales se mejoran con una cuarta parte de agua, el refrescado para ‘cocinar el Negroni’. La rodaja de naranja levanta todo el perfume de los cítricos”, explica Inés de los Santos.
“Creo que perduró porque es un cóctel con mística y tiene una linda historia para contar. A todos les gusta tomar el invento de un conde. Siempre fue el trago de los barman, porque es difícil que te lo hagan mal. Lo podés tomar hecho por un bartender de un hotel cinco estrellas o en el bar de una estación de tren en Europa y siempre va a estar bien”, suma Fede Cuco.
Cócteles del mundo: lo que tenés que probar en tu próximo viaje
El responsable de la barra de Verne creó un cóctel al que llamó El Sueño del Conde, “porque te tomás dos y te tenés que ir a dormir”, dice entre risas. Le sumó media medida de vermut seco y media de vino torrontés. “Para que sea más aromático, pero fuerte como todo Negroni”.
Mona Gallosi lo define como un cóctel emblema. “A pesar de ser simple tiene complejidad en boca, en sabores. En sus comienzos fue sugestivo y misterioso, llegó a su época de gloria en la década del 50, 60. En los últimos años se rejuveneció. Su gran equilibrio fue innovador para su época y ahora lo hace único”.
En la reversión de Gallosi, a la que llamó Il Mio Amore, reemplazó el gin por whisky, la medida de vermut la redujo a la mitad y la maceró con pimienta de Jamaica y la otra mitad de la medida la completó con vino Malamado, que le dio más dulzor.
Ludovico De Biaggi destaca de este trago su tradición y la “grandeza de su simpleza”. “Soy de familia italiana y mi primer recuerdo es que lo tomaba mi viejo los domingos al mediodía. Yo inventé un Negroni Testarossa, por el rojo intenso que comparte con la Ferrari. Mantuve el Campari y el gin. Reemplacé el vermut por jerez y agregué piel de limón”, comenta.
La mendocina Sabrina Cuack creó un Negroni Andino, al que en honor a su tierra le agregó vino chardonnay, Cinzano bianco y el gin Príncipe de los Apóstoles. “Para mí es supersocial, ideal para un after office. Salís quemado del trabajo y te tomás un Negroni y quedás chocho”.