SOCIEDAD
Varados en el país

Más de mil argentinos piden volver a sus vidas en Europa

Residen en Holanda, Polonia, Bélgica y Noruega, entre otros países, y se quedaron atrapados cuando visitaban a sus familias.

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Residentes. Nacieron en Argentina pero hicieron sus vidas en otros países a los que piden volver. | cedoc

Son argentinos, poco más de un millar, y están varados en su propio país porque no viven aquí sino en Europa, y quieren retornar a sus vidas. No obstante ello, se encuentran en una suerte de limbo, sin el pleno respaldo de las embajadas de los países donde residen –salvo excepciones– porque no los consideran ciudadanos nativos, ni el apoyo de su cancillería, la argentina, dedicada a resolver la situación de los miles de compatriotas que siguen afuera. 

Mayormente se trata de argentinos que hace tiempo rehicieron sus vidas en países como Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Polonia y Noruega, entre otros. En la página de Facebook que los reunió, en medio de esta crisis en común, el último registro indicaba que eran 1.065. Pero también allí los números cambian en forma permanente. 

Como Alejandro Aquino, que arribó al país el 8 de marzo proveniente de Bélgica, donde lo espera su esposa, su casa y un trabajo que no sabe “por cuánto tiempo más me lo van a guardar”. Cuenta que todos los años visita a su familia en el país que lo vio crecer y formarse y, en esta ocasión, aprovechó también para realizar trámites pendientes.  Pero la pandemia lo atrapó: tenía pasajes para volver el 15 de abril y ahora no sabe cuándo lo hará. “Desde el momento en el que me considero varado, me pongo en contacto con la embajada. Ellos ya estaban organizando los vuelos de repatriación, que son pagos, incluso por la misma empresa que canceló los pasajes”, describe Alejandro. Y señala que le dio “muchísima bronca” que no reconocieran a los residentes con los mismos derechos que un ciudadano:

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Alfredo Ciucio tuvo una experiencia similar. Vive en Bélgica desde los 18 y hoy, a los 65, hace cuatro que se jubiló tras trabajar seis días a la semana por años en el rubro de la gastronomía. Su esposa y sus dos hijas siguen en Amberes. Afirma ser “más belga que argentino, tengo muchas de sus costumbres, una vida hecha allá”, y aun así no lo auxiliaron. Desde que se retiró, todos los años visita a su madre, de casi 90 años, y a sus hermanos en Argentina. Permanece de mes y medio a dos meses, y regresa a Europa. Hubiera podido hacerlo de no ser porque su madre se cayó y se rompió la rótula, lo que lo obligó a cambiar la fecha de su pasaje del 9 al 24 de marzo, y quedó varado. 

Al igual que Alejandro, cuenta con la suerte que no tienen algunos extranjeros varados en la Argentina o muchos compatriotas que siguen en el exterior: una familia y un techo donde refugiarse. Lo que no atempera la necesidad de volver adonde ellos sienten que está su hogar. “Yo no estoy mal acá pero vivo encerrado, con miedo de salir, porque puede ser muy peligroso para mi mamá”, indica Alfredo.

Constanza vive en Polonia, aunque ahora se encuentra en el interior de la provincia de Buenos Aires. Imposibilitada, incluso, de alcanzar Ezeiza si surgiera un vuelo a casa. Tenía pasaje para retornar con Iberia a Berlín el 22 de marzo y de allí por tren a su hogar, pero le cancelaron en cuatro oportunidades. Tampoco pudo abordar el único puente humanitario que gestionaron las autoridades diplomáticas polacas el 1º de abril, y luego le recomendaron que probara suerte con otros consulados. La respuesta es siempre la misma: priorizan a quienes viven en esos países, nativos y residentes. Y ninguno de los pasajes que le ofrecen las aerolíneas es para antes de septiembre. 

“Es medio año después de la fecha en la que pensaba volver. Imaginate que te obliguen a quedarte seis meses exiliado de tu vida, lejos de tu casa, de tu pareja, de tus hijos, en mi caso, sin poder trabajar –sostiene–. Hoy, mi única oportunidad es confiar en el consulado de Polonia para que ellos puedan encontrar alguna vía. Somos cientos de ciudadanos de distintos países los que quedamos atrapados en un abismo de incertidumbre”.