La pandemia trajo aislamiento y una fuerte disminución de las actividades sociales. Sin embargo, contra lo que podría suponerse, este cambio no trajo aparejado una mejora en las tasas de incidencia de enfermedades de transmisión sexual (ITS). Por el contrario, los números epidemiológicos disponibles -y la experiencia diaria de los profesionales en el consultorio- sugieren otra cosa: persiste un marcado aumento de estas patologías y una disminución en la prevención, especialmente por el menor uso de anticonceptivos de barrera capaces de prevenir contagios.
"Hay dos ejemplos de casos que vemos con cada vez mayor frecuencia en el consultorio: están creciendo en forma marcada los diagnósticos de sífilis y de herpes simple", le dijo a PERFIL la doctora Adriana Giaccaglia, integrante de la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto Juvenil (Sagij). Y agregó que "al menos desde 2005 se están registrando cifras en aumento de las diversas ITS".
Desde la Sagij aportan un par de datos concretos: los registros epidemiológicos muestran que en el 2016 la tasa de sífilis era de 24,14 casos por cada 100 mil habitantes. En 2017 subió a 34,8 casos; en 2018 saltó a 51,8 casos. Y para 2019 ya rondaba los 56,8 casos cada 100 mil habitantes. "Algo similar pasa con otras enfermedades", explicó la experta que trabaja en el equipo de ginecología del Hospital Universitario de Mendoza.
"Según el último Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud las secreciones purulentas por pene que caracterizan a algunas de estas enfermedades sexuales vienen en aumento: en el 2015 se informaron 7,1 casos cada 100 mil habitantes. Pero para 2018 eran 13 cada 100 mil habitantes". También creció la positividad en testeos de sífilis: en 2019 fue de 5,9% y en 2020 fue de 6,9%, lo que muestra que que se están haciendo pocos testeos para diagnosticar el problema en forma adecuada y apuntan a un subregistro en el tema.
Y si bien todas estas cifras cayeron durante el 2020, los expertos consideran que la explicación no es que haya menos casos sino que el descalabro causado por la pandemia de Covid dificultó las consultas y por ende hizo caer los diagnósticos y los registros epidemiológicos.
Recomiendan que las parejas estables hagan controles ginecológicos y urológicos.
"En esta materia se habla mucho de VIH y de hepatitis C sobre las que ha habido buenas noticias. Pero del resto de las ITS -micoplasma, clamidia, gonorrea, entre otras- mucha gente no tiene ni siquiera registro de que existen. Y muchas, si no se tratan a tiempo, pueden dejar secuelas permanentes o aumentar la infertilidad en la mujer", le dijo a PERFIL la doctora María Laura Martínez, especialista en ginecología de DIM Centros de Salud. Y aclaró que estas patologías se ven hoy a diario en los consultorios especializados y se diagnostican en personas de todas las categorías sociales y económicas.
Razones
Las causas de esta tendencia creciente son varias e incluyen desde elementos culturales hasta paradójicas nuevas tecnologías médicas. "No se siguen usando los preservativos o el campo de látex como se debería a lo largo del tiempo de una relación", contó Martínez. "Si bien los adolescentes y adultos jóvenes comienzan a tener relaciones usando preservativo, cuando se perciben como "pareja estable", que puede ser a los pocos meses, se "habilitan" a dejar de usarlo y buscan evitar un embarazo con otros métodos. También hoy la práctica social habilita una mayor cantidad de parejas en poco tiempo. Sin embargo, el concepto de pareja "estable" no es sinónimo de que alguno de sus miembros no padezca una ITS no diagnosticada".
A esto se le suma la popularidad que están tomando las nuevas opciones anticonceptivas de larga duración que resultan seguras, accesibles y cómodas, como -por ejemplo- los implantes subdérmicos. "En concreto el embarazo deja de ser un tema de preocupación y muchos jóvenes entonces optan por dejar de usar preservativos", dijo Giaccaglia desde Sagij. Además, también influye en esta falta de conocimiento el dato de que durante casi dos años no hubo presencialidad en las escuelas y eso impactó en una disminución de clases y talleres de educación sexual. Por lo tanto hay una menor difusión de estas temáticas en el grupo poblacional que está iniciando su vida sexual.
Por otra parte la experta recordó que "también cae el uso de protección de barrera entre los mayores de 50 años. Es que, por una parte las mujeres asumen que ya no necesitan protección y los hombre prefieren dejarlo por temas culturales o porque les preocupa una pérdida de potencia sexual. Lo concreto es que también suben los casos de ITS en esos grupos".
De todos modos, el grupo etario en el que más están creciendo estas patologías es el de adultos jóvenes. En materia de sífilis en el 2020 la tasa de positividad creció fuerte en el grupo de 15 a 19 años y alcanza el 9%, mientras que en el grupo de 20 a 24 años la tasa de positividad alcanza al 10,4%. Toda una suma de razones para rehacer y retomar políticas de prevención.
Soluciones posibles
Para mejorar la situación epidemiológica actual ambas expertas recomiendan volver a realizar campañas educativas y preventivas públicas. Por otra parte, también proponen agendar un control ginecológico y urológico para ambos integrantes de una pareja "estable" que toma la decisión de dejar de usar barreras de protección en su relación. Y a esto se le suma un último consejo: asegurar la vacunación contra el VPH, que si bien está en el calendario obligatorio para las niñas que nacieron a partir del 2000 y los varones que nacieron después de 2006 -y fueron efectivamente incorporadas desde 2011 y 2017 respectivamente-, lo cierto es que deja afuera a una población importante que también podría beneficiarse si completa las dos o tres dosis recomendadas según la edad. Finalmente, sugirieron que los médicos clínicos deber tener más presente el tema a la hora de pedir análisis rutinarios y sumar algunos específicos que sirven para detectar la posibilidad de ITS que pueden estar presentes pero en forma asintomática.