SOCIEDAD
Historias

Rosario Narco: chicos sin infancia, drogas y la ausencia del Estado

Un grupo de sacerdotes integran El Foro de Adicciones e instalaron Casas de Vida en ocho barrios vulnerables de la ciudad. El Padre Fabián Belay “nos juntamos para ver cómo fortalecer una red y generar políticas públicas en este tema”

Callejeros de la fe Comunidad del Padre Misericordioso 20201110
De festejo | Facebook Callejeros de la fe | Comunidad del Padre Misericordioso:

“Vos buscas noticias donde solo hay fuego y no hay agua para apagar”. Así, contundente, simple, la mujer resume la realidad de su barrio. Pocos quieren hablar. “No pongas mi nombre”, se repite el pedido en cada zona peligrosa de Rosario. Un maestro de grado de una escuela en los arrabales de la gran ciudad describe la situación: “los pibes quieren tener poder de fuego, eso de ‘no sé lo que quiero, pero lo quiero ya’. Lo muestro. La cultura narco en los pibes es ‘lo que tengo lo hago cagar hoy’. La perspectiva de vida es ahora, no hay mañana. Estos chicos sobreviven a este negocio, los que viven de este negocio no viven estos barrios”. Asegura que uno de los problemas mayores es la venta de armas de la propia policía. “Una pistola 9 mm se la ofrecen a 200 mil pesos y muchas de esas armas son las que la misma policía ya no usa porque tienen fallas, en lugar de darle de baja se las venden a los pibes”.

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Santa Lucía, en la zona oeste de Rosario, también sufre los enfrentamientos entre bandas. Uno de los referentes que colabora con el comedor de la escuela afirma que “aprendimos que no hay que denunciar a la policía porque son ellos los que después avisan a los narcos. Es algo normal, en épocas de clases, que se corra la voz que puede haber una balacera, los chicos ya están acostumbrados a tirarse cuerpo a tierra. Cuando los tiros terminan, vienen los padres a buscar a los chicos”.

Ayuda y contención

En tanto, mientras el Estado está ausente y los funcionarios que deberían ocuparse son meros comentaristas, un grupo de sacerdotes hace seis años trabajan en la contención de adictos y chicos en situación de calle junto a profesionales de la salud y trabajadores sociales. El Padre Fabián Belay integra el Foro de Adicciones Rosario y está cargo de uno de los ocho Centro de Vida que hay en los barrios más vulnerables de la ciudad: “en estos barrios el que progresa es el narco, el que te va a cuidar es el narco, es alguien que encontró en esto una veta para dar un salto de calidad en su vida. Hay chicos de 20 años que son narcos, pibes que crecieron sin ninguna salida, que fueron usados, fueron maltratados, vivieron sin infancia. El gran problema es la gran estructura económica, que va mucho más arriba, que está en el centro de Rosario, una estructura económica mafiosa donde no hay investigaciones en causas de lavado, por ejemplo.”

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Centros de Vida

Los Centros de Vida funcionan en los barrios Las Flores, Empalme, Tablada, Ludueña, Las Delicias, Santa Lucía, Villa Banana y La Lata, donde trabaja Belay. Allí asisten a jóvenes de 16 a 30 años y también en los Centros de Niñez a chicos de 6 a 14 años. “Buscamos a chicos con problemas de delitos y consumo, les ofrecemos propuestas, generamos espacios de contención y nuevas oportunidades”, señala el sacerdote y agrega: “nos juntamos para ver cómo fortalecer una red y generar políticas públicas en este tema. Hoy, si un chico tiene una crisis de consumo necesita ir a una guardia de un hospital público donde sea asistido por personal idóneo y eso no existe en Rosario ni en la provincia. No hubo inversión. No alcanzan los dispositivos terapéuticos para hacer tratamientos, no tenemos estadísticas, la provincia nunca publicó datos en el tema adicciones. Muchos se van a otras provincias hacer tratamientos porque acá no hay dónde hacerlos y los paga Santa Fe. Muchos van a Buenos Aires. Una familia pobre que no tienen dinero para ir a visitarlo a otra provincia pierde lo más importante de un tratamiento: el vínculo. Y a su vez, se invirtió en la provincia en cárceles, donde el 60 por ciento de la población carcelaria es pobre, los que mueren en las balaceras son jóvenes pobres, en los hospitales públicos los heridos que llegan son pobres…es la misma población. Se hablaba de una provincia con políticas progresistas, pero por otro lado no hay inversión en la prevención y en la asistencia y sí en lo punitivo. Los discursos entran en fuerte contradicción”.

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Mientras los sacerdotes, junto a psicólogos y asistentes sociales hacen una lucha ciclópea en los barrios, junto al compromiso de instituciones privadas, el Padre Belay asegura que “nosotros no somos competencia para un narco. Los barrios pobres abastecen de consumo a las clases medias y altas, nosotros ayudando a 20 pibes no molestamos el negocio. Pero el Estado no está invirtiendo en Polideportivos, por ejemplo. Con la pandemia los chicos no están en la escuela, están en la calle, y allí son más vulnerables”.