Dormir es un componente fundamental dentro de una rutina saludable. Ayer se conmemoró el Día Mundial del Sueño, para concientizar sobre la importancia de un buen descanso y las consecuencias de no lograrlo.
Según datos del Instituto Universitario Hospital Italiano de Buenos Aires, al 45% de la población en el país le afecta una mala rutina a la hora de dormir, y sufre alguna patología asociada a la falta de sueño. “Biológicamente, las personas están preparadas para dormir un tercio de sus vidas. Durante el estado del sueño se generan varios procesos homeostáticos o de autorregulación: aumenta la actividad parasimpática (lo que permite recuperar energía), disminuye la presión arterial, y se incrementan las hormonas anorexígenas”, asegura la neuróloga Stella Maris Valiensi.
Bajo el lema “Sueño de buena calidad para una mente sana y una vida mejor”, los especialistas hacen hincapié en que, durante el sueño, se consolida la memoria, mejora el humor y se afianza el aprendizaje, según un informe de Ineco.
A su vez, la falta de sueño puede provocar cambios anímicos y cognitivos como irritabilidad, ansiedad, decaimiento y falta de concentración. Sin embargo, no es una cuestión que solo genera fatiga y malestar, sino que a largo plazo puede asociarse con obesidad, diabetes, depresión o enfermedades cardiovasculares, agrega el estudio de ese instituto. “Establecer rutinas de horas de sueño y parámetros para cumplirlas resulta clave”, aseguran.