Una mujer que fue víctima de violencia obstétrica se convirtió en la primera argentina en llegar a la ONU reclamando una reparación. Se trata de una psicóloga de 39 años apodada de forma ficticia "María", para preservar su identidad. En una entrevista a la agencia de noticias Télam contó que decidió recurrir a instancias internacionales cuando comenzó a investigar si otras embarazadas habían sido violentadas y se impactó con "las cantidad de casos".
"Empecé a ver online relatos de otras mujeres. Me indigné, no puede ser esta impunidad. Me da fuerzas que pueda haber una reparación, que lo que me pasó, movilice algo para cambiar la situación", afirmó. De acuerdo a la publicación, los detalles de la violencia que se remonta a febrero de 2018, cuando llegó a un sanatorio privado de la ciudad de Buenos Aires, con su compañero, a parir a su hijo que hoy tiene 2 años y 10 meses.
"Iba a controles cada vez que me lo pedían, hacía clases de yoga, con la panza grandota seguía haciendo voluntariado en una organización que acompaña a personas en situación de calle, trabajaba en la consulta privada y en el centro de salud. Es decir, llegué muy bien a la internación que fue programada", relató a la agencia Télam.
Casi el 75 por ciento de las mujeres sufrió violencia obstétrica en su parto
De acuerdo a su testimonio, llegó al sanatorio a las 9.30, tal como le había pedido la obstetra y ginecóloga que la atendió el día anterior, cuando le había adelantado que le harían "una inducción para que nazca el bebé".
"La partera, a quien yo había visto de paso alguna vez, me puso una línea, se me inflamó la mano, me quedó un hematoma. Después vino con un palito, intentando romper la bolsa. Me hizo tacto varias veces y me llevó a la sala de parto, donde no dejaron entrar a mi compañero", continuó.
En la sala "estaba sola con el anestesista y la partera, que le dice que yo no tengo tolerancia al dolor, porque me pedía que me sentara con la cabeza gacha, que hiciera fuerza hacia abajo y yo me sentía mal".
"Entro en estado de microsiesta. Me desperté y había un montón de gente en la sala. Al único que reconocí fue a mi compañero", rememoró. "La partera hizo fuerza con sus antebrazos sobre mi panza, como intentando bajar al bebé. Grité. Mi compañero estaba paralizado, y ella le decía: 'La tengo que ayudar porque no sabe hacer fuerza'", recordó.
Fue víctima de violencia obstétrica y logró que su caso llegara a la Justicia
Lo que hizo la partera, luego lo supo María cuando comenzó a indagar, es la Maniobra de Kristeller, que consiste en ejercer presión sobre el abdomen de la mujer con el supuesto fin de facilitar la salida del feto por el canal de parto. "En cuanto a la presión fúndica del útero (Maniobra de Kristeller) no hay evidencia que avale que deba ser realizada; es más, puede ser perjudicial tanto para el útero como para el periné y el feto", se lee en la Guía para la Atención del Parto Normal en Maternidades, del Ministerio de Salud.
En este instante, entró su obstetra, frenó la maniobra, me dejó sentar. "Nunca me explicaron lo que hicieron antes y durante el parto", destaca María, un derecho de toda mujer. Cinco días después se confirmó que el bebé tenía una fractura en la clavícula. Ella siguió con dolores intensos que se mantuvieron un año, durante el cual se constata que "el dolor era a causa de una fractura en la rama pélvica y por ese diagnóstico tardío se generó una trocanteritis", la inflamación de la parte lateral de la cadera, en su caso del lado derecho.
Mientras tanto, la obstetra que la siguió controlando la medicaba "con analgésicos, dejaba constancia en cada consulta de mis dolores y hasta me dijo: ''Qué raro, tuviste un parto tan lindo'". Ante esto, cuenta: “Mi vida se fue acotando por las secuelas. No salía, me costaba dar de mamar, agacharme, sostener a mi bebé. No pude trabajar. Me separé", enumera como una elegía. Y la médica encontró allí un justificativo para el reclamo de dolor corporal: "Te pasa porque te separaste, me dijo".
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El martes de esta semana realizaron el primer pedido de reparación por violencia obstétrica de una argentina ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Cedaw) de Naciones Unidas. La petición -técnicamente denominada comunicación- se solicitó a causa de la imposibilidad de acceder a la justicia en el país.
"Todo trámite es online. Hice la denuncia ante la Consavig (Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género). Allí me derivaron al Inadi, pero no pasó nada. También a la Defensoría del Pueblo de la Nación y me derivaron al Ministerio Publico Fiscal. El sanatorio presentó un equipo de abogados que negaron todo. Yo no tenía abogado, a pesar de buscar, ni plata para pagar uno", es el resumen de su intento de encontrar justicia.
La ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres incorpora a la violencia obstétrica, pero no contempla sanciones. A nivel internacional sí se logró dictamen, ya que por primera vez, ONU emitió este año una condena por violencia obstétrica contra España.
AB/FeL