La famosa galería estadounidense Pace anunció en estos días que presentará en noviembre una exposición individual de esculturas y obras en madera y en papel de David Lynch, que no solamente es el tremendo director de “Blue Velvet” y creador de “Twin Peaks” sino también (y esto no lo dicen los autores de estas líneas sino reconocidas revistas especializadas como ArtNet) el autor de dibujos y pinturas “oscuras y viscerales”.
Antes de que el lector o la lectora se ponga a estudiar cómo conseguir tickets para ir a ver la exhibición de las obras pictóricas del cineasta en Nueva York, le proponemos un juego de asociación. Porque quien dice David Lynch dice “Wild at Heart”, el filme de 1990 protagonizado por Nicolas Cage, Laura Dern, Isabella Rossellini, Willem Dafoe y Harry Dean Stanton que en español se conoció como “Corazón salvaje”.
Y quien dice “Wild at Heart” dice “Wicked Game”, la alucinógena canción romántica del músico y compositor Chris Isaak.
El tema, según contó el propio cantante, nació de una rara historia de sexo casual. Parece ser que una desconocida lo llamó a las cuatro de la mañana, le dijo algo así como “voy para allá y la vamos a pasar muy bien”, Isaak le respondió “OK” pero al rato se arrepintió. La admiradora llegó igual a tocarle el timbre y ocurrió lo que tenía que ocurrir, pero entre que colgó el teléfono y arribó la señorita, el guitarrista tuvo tiempo de sentarse a escribir el reflexivo tema.
Seguramente nada de esto le importó a Lynch, quien -según la revista británica Far Out- eligió el tema para el soundtrack de “Wild at Heart” porque lo consideró dueño de una melodía “casi surrealista” que suena como si hubiera sido escrita bajo la influencia de sedantes hipnóticos.
La cuestión es que a la película le fue bárbaro (se llevó la Palma de Oro en el Cannes de 1990) y la canción se convirtió en el primer hit de la carrera de Isaak. En 1992, Lynch volvió a llamar al cantante, pero esta vez para darle el papel del agente del FBI Chester Desmond en la película “Twin Peaks: Fire Walk with Me”.
Después de todo esto, ya sabe qué melodía silbar, tararear, o simplemente llevar en su cabeza cuando ande por los pasillos de la galería Pace disfrutando de las obras de David Lynch.