Julio María Sanguinetti fue entrevistado por estudiantes de Periodismo de la Escuela de Comunicación. El dos veces presidente de Uruguay afirmó que tiene “una historia de confrontación con el peronismo”. Y marcó las diferencias que presenta el partido fundado por Juan Domingo Perón: “Tenemos versiones dramáticas y rencorosas, como ahora es el kirchnerismo, y también tenemos versiones festivas, como lo fue Carlos Menem. Son caras muy distintas del peronismo”
En relación al Mercosur, el abogado, periodista y líder histórico del Partido Colorado defendió los dichos de Luis Lacalle Pou. “Cuando nuestro presidente dice que el Mercosur no puede ser un lastre se está refiriendo a la necesidad de flexibilidad, no se refería a la Argentina. Pero Alberto Fernández se dio por aludido. Lo que dijo Lacalle Pou es que el Mercosur no puede ser un corset”, aseguró Sanguinetti en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación.
—Mario Vargas Llosa dijo que el peronismo había convertido a la Argentina en un país del tercero mundo ¿Usted suscribe esa frase?
—Yo tengo una militancia histórica en pugna con el primer peronismo. Porque me formé en el diario Acción, que dirigía Luis Batlle Berres y que terminó en aquellos años con un enfrentamiento muy fuerte con el gobierno de Perón, porque nos reclamaba al gobierno uruguayo que silenciáramos a los políticos y periodistas argentinos que estaban exiliados. Sobre todo, lo que más le molestaba era la radio porque llegaba directamente a la Argentina. Tengo una historia de confrontación, de adversidad política con al peronismo. El peronismo tiene la característica el ser un notable camaleón, porque cambia su piel según la circunstancia y eso le ha permitido la sobrevivencia histórica que ha tenido. Tenemos versiones dramáticas y rencorosas como ahora es el kirchnerismo y también tenemos versiones festivas como la de Carlos Menem. Son caras muy distintas del peronismo.
—¿Por qué dice que Menem representa un peronismo festivo?
—Aclaro mi definición del peronismo: está el peronismo enojado o rencoroso, que es el de los Kirchner, y está el peronismo festivo, de la pizza con champán, que es el de Menem. De Menem podemos decir muchas cosas, pero no hay duda que fue un rostro amable. Estuvo preso en la dictadura, que nunca estuvieron los Kirchner, sin embargo nunca fue revanchista. Siempre fue un hombre de diálogo más allá de lo que se pueda juzgar sobre su gobierno.
—¿Por qué dice que fue un rostro amable el de Menem, cuando su gobierno inició un proceso de privatizaciones que derivó en un alto índice de desempleo?
—Cuando gana la elección Menem, me vino a ver porque yo estaba en la primera presidencia y me contó su programa. Me dijo que iba a privatizar esto y lo otro y yo le dije: “Carlos, te van a matar. A vos te votaron por peronista y vas a privatizar todo lo que nacionalizó tu General”. Y me contestó: “No. Yo lo único que les dije fue síganme. Yo no les prometí ninguna otra cosa y además el General nacionalizó todo y estuvo muy bien, pero ahora hay que privatizar y el General haría esto ahora”. De modo que esto es una definición de lo que es también el peronismo, en cuanto a esa mimetización hacia la realidad.
—¿Qué es lo que usted critica del peronismo?
—El problema del peronismo es su tinte autoritario. Ése es el tema, porque el peronismo es un movimiento que levantó una bandera de justicia social legítima, respondiendo a muchos vacíos de la sociedad argentina pero que a mi juicio fue tardío y como consecuencia tuvo un ingrediente de revancha. Lo que debió haber sido cuarenta años antes un reformismo, fue un revanchismo. Y eso es lo que le dio al peronismo esa actitud autoritaria que cada tanto aflora y ese es el problema esencial del peronismo, que ha tenido sin embargo esa habilidad extraordinaria para poder sobrevivir cambiando a cada situación, representando algo que, sin ninguna duda, tenemos que respetar porque al peronismo lo votan.
—A pesar de algunas causas, como las del Correo o la de Autopistas, usted dijo que Mauricio Macri fue honesto. ¿Puede decir lo mismo de Cristina Kirchner?
—Cristina Kirchner fue una gobernante argentina con la cuál he discrepado. Y como uruguayo he discrepado porque ha representado gobiernos muy hostiles para mi país.
—¿Qué opinión le merece el manejo de la crisis del coronavirus por parte de los países de la región?
—Analicemos lo que han hecho México, Brasil y Argentina, los tres países más grandes, en la pandemia. López Obrador negaba el problema y después se dio vuelta. El presidente de Brasil hizo algo parecido. Argentina, a la inversa, cuarentena tras cuarentena. América Latina no ha logrado el mínimo de coordinación para enfrentar la pandemia. Tampoco en el terreno económico América Latina luce como una región en la cual no estemos actuando a la altura de la necesidad de un cambio tan profundo como el que vivimos. No veo países volcados a un proceso de transformación que nos impone una educación distinta, una definición de objetivos diferentes, unas prioridades económicas diferentes, una ubicación geopolítica distinta.
—A partir de esta falta de coordinación que usted menciona, ¿es posible decir que el Mercosur fracasó?
—El Mercosur fue una unidad estratégica valida, pensada y concebida en aquellos años en el clima y la atmosfera de la recuperación democrática. Estábamos en aquellos años 80, que equivocadamente los economistas hablan de década perdida, yo me indigno cada vez que lo dicen. No fue perdida, fue la década de la recuperación democrática. En aquel clima de nuestra región, de optimismo por el retorno de la democracia, nació el Mercosur. Los precursores fuimos el gobierno de Alfonsín, gobierno de Sarney, nosotros en Uruguay y a partir de ahí surgieron una serie de acuerdos. La idea fue siempre ir hacia un objetivo cuyo imaginario era la Unión Europea. Y se abrieron tres instancias: la zona de libre comercio, la unión aduanera y la comunidad de personas. Los primeros ocho años fueron espectaculares, el comercio se multiplicó varias veces, hasta que en enero de 1999 se produjo una gran devaluación en Brasil y lo que es un estornudo en Brasil es una neumonía en el resto. Entonces ahí nos desacomodamos, estábamos con las economías en un nivel de competitividad desarticulado y entramos en una etapa de estancamiento.
—¿Qué piensa sobre el debate en torno a la definición de “lastre” que usó el presidente Luis Lacalle Pou en la última reunión del Mercosur?
—Hoy estamos precisando otras flexibilidades en el Mercosur. Entonces, cuando nuestro presidente hizo su alegato hablando de la flexibilidad, dijo lo mismo que han dicho en otros países. Esto lo dijeron José Mujica, Tabaré Vázquez y Jorge Batlle, con las mismas palabras. Lo hemos dicho todos en los últimos. Cuando nuestro presidente dice que el Mercosur no puede ser un lastre se está refiriendo a la necesidad de flexibilidad, no se refería a la Argentina. Pero Alberto Fernández se dio por aludido. Lo que dijo Lacalle Pou es que el Mercosur no puede ser un corset, no puede ser un lastre, dijo que tenemos que buscar socios según nuestro interés y poder lograr una mejor inserción en el mundo. Desgraciadamente, esto provocó esta reacción. Eperemos que sea una anécdota y que se vuelvan a reunir los cancilleres y tengamos una actitud más constructiva para que comience un proceso de análisis de lo necesario de estas reformas en el Mercosur.
—Usted y José Mujica se dieron un abrazo histórico en la despedida de ambos del Senado uruguayo ¿Cree que se podría repetir ese gesto entre Mauricio Macri y Cristina Kirchner en la Argentina?
—En Argentina eso ocurrió y puede volver a ocurrir. Después de todo, por ejemplo, Menem y Alfonsín se dieron un abrazo y reformaron la Constitución. De modo que, eso expresa que en la Argentina no es imposible el entendimiento. No es que la Argentina este condenada a la fatalidad de la famosa grieta o del enfrentamiento. No puede estar condenada a eso, nosotros lo que hicimos con Mujica fue muy simple: nos fuimos juntos del Senado y dimos un mensaje.
—Pero no respondió la pregunta ¿Cristina y Macri se pueden abrazar en la Argentina?
—Y yo no lo sé, eso dependerá del ánimo de ellos, del espíritu de ellos. Lo que yo digo es que en ciertas circunstancias históricas los líderes tienen que tener la altura suficiente para hacerlo y entonces podemos hablar, en otros términos para evitar los desencuentros.
—Agradecemos su participación en el Ciclo de Entrevistas y lo invitamos a realizar un comentario final para cerrar el reportaje.
—Crean en la Argentina, batallen. La Argentina es y ha sido siempre un gran país. Sí, muy confrontado como dicen ustedes. Siempre lo fue, pero ¿qué país no fue confrontado? Ustedes, ven al Uruguay un poco idílicamente como un país muy pacifico. Pero no siempre lo fue. Yo, a veces, lamento que los desencuentros políticos le impidan a la Argentina llegar a dónde debería llegar por la capacidad de su gente y por los recursos que tiene. Y, a la inversa, los conflictos políticos que ha tenido la Argentina y que hubieran llevado a cualquier otro país a la desaparición, en la Argentina no ocurre. Esto no es un juego de palabras, sino una expresión para reflexionar, para repensar y para mantener vivo el espíritu de la libertad. Los periodistas, porque yo soy periodista, estamos para eso: para mantener vivo el espíritu de la libertad.
Por Gustavo Zandonadi y María Gabriela Maidana
Estudiantes de Periodismo Escuela de Comunicación