Rafael Bielsa participó de una videoconferencia de prensa organizada por estudiantes del Posgrado en Periodismo de investigación de Editorial Perfil y la Universidad del Salvador (USAL). Desde Santiago de Chile, el nuevo embajador argentino en ese país reflexionó sobre la limitada agenda de intereses globales que maneja la Argentina y las grandes diferencias que observa con el país vecino: “Argentina tiene mucho para aprender de Chile”.
El ex canciller también opinó acerca de la creciente tensión comercial que se evidencia entre Estados Unidos y China y advirtió que “el único mercado que China ha despreciado es el mercado de la ideología”. Además, mostró cautela frente a la posible reelección de Donald Tump. “No creo que nada vaya a hacerle cambiar de estilo a Trump en su visión general de los Estados Unidos hacia dentro y hacia el mundo”, sostuvo Bielsa en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación.
—¿Qué opina hace sobre la posibilidad de una reelección de Donald Trump en Estados Unidos?
—Hay una vieja reflexión de un filósofo francés del siglo XIX que dice: “El hombre es el estilo mismo”. Los hombres no cambian de estilo y yo no creo que nada vaya a hacerle cambiar de estilo a Trump en su visión general de los Estados Unidos hacia dentro y hacia el mundo. Prácticamente, le declaró la guerra al cambio climático, el daño que le estamos produciendo a la naturaleza y al mundo está determinando muchas cosas. Aparece también el combate al multilateralismo, al multilateralismo globalmente entendido, desde la Organización Mundial de Comercio, hasta un multilateralismo pequeño, como haber logrado que Irán se someta a inspecciones en su programa de desarrollo nuclear. En un momento este acuerdo lo exploró Brasil con Turquía, y finalmente se pudo lograr. Trump dinamitó ese acuerdo y lo reemplazó con amenazas. Ha dinamitado cualquier posibilidad de multilateralismo, que creo que es una de las pocas cosas que la humanidad ha logrado con mucho esfuerzo para resolver los conflictos más equitativamente. Además, la política exterior de ser proteccionista hacia adentro y al mismo tiempo exigir la apertura de países que se vinculan con Estados Unidos es muy peligrosa, poco interesante y muy poco atractiva para los países a los que se les pide que levanten sus restricciones.
—¿Cómo analiza la rivalidad comercial entre China y Estados Unidos?
—Cuando una potencia dominante se siente amenazada por una emergente la dominante, le declara la guerra a la emergente, y la emergente se la gana. Se ha medido lo que ha pasado en los últimos 250 años en el mundo con situaciones semejantes donde ha habido potencias emergentes y potencias dominantes y de 16 casos 12 terminaron en guerra. Creo que a eso hay que ponerle atención. El único mercado que China ha despreciado es el mercado de la ideología. China no vende ideología y esto es algo muy interesante. Le importan todos los mercados menos el de la ideología. Ahí hay algo interesante medir las distancias relativas entre los dos países que a mi parecer, cada vez se acortan más.
—¿Qué piensa sobre la amenaza que representa Jair Bolsonaro para la región?
—No me parece interesante reflexionar sobre un fenómeno que tiene muchísimas características que se acercan más a lo patológico que lo fisiológico. Las cosas que ha dicho Bolsonaro y las cortes cercanas a él respecto de la Argentina, del presidente Alberto Fernández, respecto de medidas domésticas, de relaciones que la Argentina mantiene o deja de mantener, son brutalmente contrarias a los mejores derechos internacionales de las relaciones internacionales porque implican una intromisión en asuntos internos, tratar de interferir en la libre decisión de cada país. La amenaza que es y ha sido Bolsonaro dentro de su país, respecto de su población en cuanto al abordaje que ha tenido de la pandemia. Es uno de los países ejemplo de una especie de terraplanismo sanitario, una especie de negación de la evidencia. Entonces, para qué voy a pensar en la amenaza que representa para el continente si una situación como la pandemia ha conducido a su país a ser el segundo lugar en cantidad de muertos del mundo, con países como China o India que quintuplican en población a Brasil. Me alcanza con ese análisis.
—¿Cómo definiría la relación entre Argentina y Chile?
—Yo creo que la relación está en un muy buen momento, lo cual no quiere decir que no vuelva a haber chisporroteos. Argentina tiene mucho para aprender de Chile, en cosas muy muy específicas. El primer aspecto, es el respeto que existe entre un entrevistado y un entrevistador. No se dejan de preguntar nada, pero nadie levanta la voz, nadie interpela al interrogado como si el interrogado fuese un par con el cual hay que discutir una interpretación del mundo. Eso no existe. Y para una persona aturdida por el periodismo, no tanto el radial sino el televisivo de la Argentina, es una bendición. El segundo, es la integración de Chile con el mundo y su correlato en la información pública. Acá se habla mucho de política internacional. Nosotros somos muy parroquiales, en nuestros temas, en nuestras discusiones, en la manera de afrontar nuestros debates. En el mundo están pasando cosas que en Argentina no se discuten. No se hablan y son cosas que van a afectar de manera dirimente a nuestro país. Acá sí se mencionan, de manera permanente. Chile es un país que está verdaderamente integrado al mundo. Tengo una enorme gratitud por las cosas que he encontrado acá y por el acceso que he tenido a los círculos de decisión.
—¿Cuáles son las cosas importantes que se discuten a nivel global y que en Argentina no se están discutiendo?
—En el mundo hay un enorme debate acerca de la cuestión tecnológica. Hay cálculos muy serios hechos por especialistas que parten de la base de que a partir del 2025 la pérdida de la mano de obra necesaria para hacer las mismas cosas que se hacen hoy, va a ser continua. Todo lo que el capital productivo pueda algoritmizar y digitalizar, lo va a hacer. Estoy hablando de la combinación del Big Data con la Inteligencia artificial, con la capacidad de las máquinas de auto aprender de ellas mismas y con la robótica. Nosotros no hablamos de estos temas en Argentina. Esta semana la gastamos entre una discusión distorsionada en la que el acceso Internet no ocupó ningún lugar. El acceso a Internet como derecho humano tal y como declaró el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en el 2016. Nadie dijo que era un derecho humano. Estamos discutiendo si se puede cobrar, si Cristina se pelea con Alberto, etcétera. Hay algunos temas que en Argentina no lo discutimos porque nuestra naturaleza es la autofagia. Nos gusta más lastimarnos, invalidarnos los unos a otros, que discutir de lo que hay que discutir porque eso nos da pereza intelectual. No va haber Argentina que viene sin el mundo que viene porque la Argentina está en el mundo.
—Agradecemos su participación en el Ciclo de Entrevistas y lo invitamos a realizar un comentario final que quiera hacer para cerrar el reportaje.
—La única palabra final es un viejo dicho chino que se usa como maldición y no como bendición que es: “Que te toquen tiempos interesantes”. Pero es una maldición porque tiempos interesantes son tiempos incómodos. Me parece que hay que reflexionar al respecto y hay que tener una ardiente curiosidad. Sin curiosidad, el mundo no se entiende y cuando no se entiende, los debates se empobrecen. A mi me aburren los debates pobres y por eso trato de que esa curiosidad no me abandone. El día que no sea curioso moriré y me lo tendré merecido.
Por Ayelén Berdiñas y Natalia Álvarez
Estudiantes de Periodismo